XIII

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- ¿Por qué lo hiciste? - Preguntó Scott mirando a la pequeña nefilim.

- No lo sé, me salió del alma. - Confesó ella. - Supongo que pensaba que te perdía, y eso fue lo que me hizo reaccionar de esa manera.

El chico estaba alejado de ella. Estaba mirando por la ventana de su cuarto. Le habían dicho a Dean que no se preocupará, que Scott estaba bien, que se fuera a la ducha mientras su amiga cuidaba de él. No saben si el nefilim se creyó el argumento, pero era el único que tenían. Serena estaba sentada en la cama mirando el techo, no pensaba en nada, tenía la mente en blanco. Estaba descansando, mientras que el chico estaba pensando en como decirle que había notado el beso antes de que despertará.

- Serena, ¿puedo preguntarte algo? - Preguntó el chico mirandola.

- Dime...

Caminó hasta ella y se sentó a su lado. Se echó hacía atrás tal y como estaba ella.

- Mientras estaba dormido... pues he notado un beso... un roze, y me gustaría saber si fuiste tú.

Serena se giró para mirar a su amigo. Sonrió sin ganas. Se acercó más a él y le besó en la mejilla. Un simple y dulce beso.

- Entonces... ¿fuiste tú?

- Si, lo hice. Te estaba perdiendo y no pude evitarlo, lo siento.

Serena se levantó de la cama y se puso en pie. Miró por última vez a Scott y salió por la puerta.

- Serena...

El chico se tumbó en la cama. Había dejado que la muchaha se fuera sin haberle contado lo que sentía por ella. Aquella había sido la oportunidad perfecta, pero la había desaprovechado. Sabía que si Dean se enteraba, les mataría a ambos, con todos los cuchillos serafines que existieran en el mundo. Aunque si lo pensaba detenidamente, Serena saldría ilesa, él en cambio no saldría de aquello. Estaba aterrado, jamás lo había estado tanto, y por varías razones, una, el sueño casi eterno con la familia de Serena, pero la parte malvada; dos, perder la amistad de Serena después de haberse besado; tres, perder la amistad de Dean por haber besado a su novia; cuatro, que Dean le intenté matar por la razón anterior. Su cuerpo se tensaba solo de pensarlo, y de pensar que si los Morgenstern creearán una batalla, él no podría ayudar.

- Necesito hacerlo, he de hacerlo...

*  *  *

Dean acababa de salir de la ducha cuando su chica apareció por la puerta de su cuarto. Estaba agitada y sudando. La chica se dirigé a él, y se queda a pocos milimetros.

- ¿Qué te pasa? ¿Qué haces aquí? - Preguntó el chico al verla tan alterada.

- Sólo quería verte. - Contestó ella.

El chico sonrió y besó a su chica en la frente.

- Preciosa, no hace falta que vengas tan alterada para eso.

La chica sonrió.

- Es que... a ver como lo explico...

Se quedó pensando, pero se percató de que no había forma de contarle que no únicamente quería verle. Le cogió de la mano y lo atrajó hacia si. Aunque él era mucho más alto que ella, puso llegar hasta sus labios tan solo inclinarse. Él acarició su cabello rubio rizado hasta que acabó, plantó la mano en la espalda de la chica y sonrió entre beso y beso. Retrocedieron hasta llegar a la cama, donde ella se subió agilmente antes que él. La ropa de la chica iba cayendo por los lados de la cama hasta que la toalla de Dean cayó al suelo, al lado de la mesita de noche.

*  *  *

- ¡Alec! ¿Has encontrado algo? - Gritó Jace al ver que su Parabatai no aparecía.

Simon estaba en la parte de atrás del instituto, mientras que Jace había subido hasta la azotea por si encontraban alguna pista sobre el lugar donde se podían esconder Sebastían, Valentine y Lilith. Pero ninguno de ellos había encontrado nada. Alec había subido unos cuantos pisos, pero lo único que veía eran los restos de la sangre de hada que quedaba incrustada en la pared. Los tres fueron hasta la entrada del instituto mundano donde habían quedado anteriormente.

- Simon...

- Nada, no hay nada. - Dijo este. - ¿Jace?

- Tampoco. ¿Alec?

- Sangre de hada seca en las paredes, ¿eso te vale?

Los tres negaron con la cabeza. Tenían la esperanza de econtrar algún rastro sobre el paradero de los villanos, pero desgraciadamente en lugar estaba limpio. Habían recorrido todo el edificio, pero nada. Estaban decepcionados. Los chicos empezaron a caminar en dirección al Instituto, sin dejar de analizar todo aquello que les rodeaba, por si en algún momento podían encontrar alguna pista. El camino se les iba haciendo cada vez más largo, hasta que llegaron a la puerta del edifcio. Allí estaba el simbolo del ángel, aquel que les proporcionaba el poder de los nefilims y que todos llevaban enrunada en su cuerpo. Abrieron la puerta del hierro chirriante, y entraron por la puerta principal, donde estaba Iglesia sentado. El gato se levantó al verlos, y emepzó a guiarles por los pasillos hasta llegar a la sala de entrenamiento donde estaban Izzie y Clary. Ambas tenían en sus manos cuchillos serafines que iban lanzando a una diana en forma de demonio rapiñador. Alec desapareció por el pasillo que iba a la habitaciones. Simon y Jace se acercaron a ellas en silencio, pero Izzie se giró con el látigo y le dió a Jace.

- Joder... ha dolido. - Dijo el chico cuando el látigo se desprendió de él.

- Perdona Jace, lo siento.

Clary se giró de golpe y abrazó con todas sus fuerzas al padre de su hija.

- ¿Qué pasa? - Preguntó el otro chico.

- Scott ha despertado. - Dijo la morena.

Todos sonrieron de la alegría, era la primera noticia que tenían en mucho tiempo. Jace volvió a abrazar a Clary con todas sus fuerzas, e Izzie se tiró en los brazos de Simon, el cual al abraazrla le empezó a oler el cabello.

- Te he echado de menos Izzie. - Le susurró en el oido.

- Y yo a ti Simon.

Se separó unos milimetros de él y le besó con toda su alma, provocando que las pulsaciones de ambos se alteraran y aumentarán a un ritmon mucho más rápido. Entonces, en ese momento, Scott apareció la puerta de la sala de entrenamiento, y se quedó mirando a los cuatro adultos que estaban allí parados mirandole.

- Quiero ascender. - Dijo finalmente.

*  *  *

Serena estaba apoyada en el torso del chico mientras él le acariciaba el pelo rubio con dulzura.

- No necesitabas verme...

- Necesitaba verte y estar contigo. - Interrumpió ella.

El chico bajó la mirada hacia ella y miró a esos ojos verdes que tanto amaba.

- ¿Qué ha pasado? - Preguntó él.

- Nada, sólo necesitaba estar contigo un rato, a solas, nada más.

Dean besó a Serena con todas sus ganas. Le gustaba que a su novia le apeteciera estar con él un rato porque si, y no con algún motivo de por medio. Aunque esa sensación desapareció cuando el móvil de la chica sonó.

- ¿Dónde está mi móvil? - Preguntó la chica desconcertada.

Dean señaló los pantalones de la chica. Ella salió de la cama en busca de su teléfono y cuando lo tuvo en la mano leyó el mensaje que le habían enviado.

- Mi madre, quiere que bajemos a la sala de entrenamiento.

Ambos empezaron a vestirse en cuanto Serena dejó el móvil. Se colocaron la ropa correctamente, cogió Serena su móvil y empezaron a correr hasta llegar a la sala de entrenamiento dónde estaban Clary y Jace, Simon e Izzie, Alec y Magnus y finalmente Luke y Jocelyn. Y entre la multitud estaba Scott sentado en uno de los bancos de entrenamiento.

- ¿Qué ocurre? - Pregugntó el chico al llegar a la altura de sus padres.

- Algo que jamás había esperado. - Comentó Luke mirando al mundano.

- Scott quiere ascender. - Dijo Clary.

Magnus miró a Serena, y está se ocultó tras los brazos de su novio. Que su amigo quisiera ascender era culpa suya, únicamente su culpa, y eso ella, lo tenía claro.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora