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Los muchachos volvieron al instituto por el portal. Serena se giró de golpe e hizo una runa de cerrar para poder cerrar el portal antes de que alguien se diera cuanta de que ninguno de los tres estaba allí. Scott miró a su alrededor, estaban en una habitación de paredes blancas, con una cama de matrimonio enmedio, con sabanas de un color parecido a las paredes y con cojines de color rojo. Era la habitación de una chica, se notaba por como estaba distribuida y, también, por el tocador que tenían a su lado.

- ¿Dónde estamos? - Preguntó Scott al ver donde se encontraba.

- En mi cuarto. - Dijó Serena dandose la vuelta y ayudando a levantar al muchacho del suelo.

Dean miró a su chica de reojo. Cogío al mundano y lo estiraron en la cama de la chica.

- Sere, traeme el botiquín de tu baño.

La chica corrio hacia el baño, abrió la puerta y entró como alma que lleva el diablo. Abrió el armario de las medicinas y sacó el botiquin. Al girarse se miró en el espejo. Se vío demacrada, sus rizos rubios habían desaparecido. Iba con un pelo ondulado y sucio, que se le oscurecía el cabello. Llevaba, en la cara, algunas heridas sin haber luchado, simplemente por haber pasado por el portal, pero sobretodo tenía grandes ojeras y los ojos cansados. Sus ojos de color verde, como los de su madre, se habían vuelto marrones por el estrés que acababa de pasar, y los labios, sus labios, los que siempre marcaban la diferencia por su color, ahora estaban palidos, necesitaba comer algo. Al ver a Scott encadenado, a ella le había pasado factura.

- Mierda... el botiquin.

La chica salio corriendo del baño y se dirigio a su cuarto. Vio a su chico lavando las heridas con un trozo de su camiseta de combate.

- Aqui lo tienes. - Serena dijo entregandole los medicamentos a su chico.

Dean no se había dado cuenta hasta ese momento del estado en el que estaba la chica. Se la veía más mayor de lo que era, la veía cansada, agotada. Cogió el botiquin y empezó a limpiarle las heridas y a vendarselas correctamente.

- Sere, cariño, vete a la ducha, lo necesitas. - Comentó mientras seguía vendando al mundano.

- Cuando yo salga, te duchas tú. Tengo ropa tuya aquí.

La chica salió de la habitación y entró en el baño con ropa limpia en la mano. Se empezó a desnudar y abrió el grifo. Tenía sangre de Scott por el cuerpo, estaba sucia por haberse colado en el instuto mundano. No se encontraba bien. Entró en la ducha y dejó que el agua caliente cayera por sus mejillas enrojeciendolas, mientras caía también por todo su cuerpo dejando caer la angustía con ella.

*  *  *

Dean seguía limpiandole las heridas al chico, mientras pensaba en el estado en el que estaba su chica. Le angustiaba verla así, verla tan agotada. Estaba echa polvo.

- Ya he acabado con los talones. Te hago la espalda y luego se encarga Serena.

El chico no contestó. No entendía la situación, pero dejaba que su amigo le curará las heridas poco a poco. Le escocía pero no le importaba, solo pensaba en que Serena se estaba duchando y en poco rato ella iba a curarle, e iba a notar sus manos encima de su piel. Le dolía pensar en eso mientras su mejor amigo y novio de esta le estaba ayudando, aunque él también tuviera el mismo aspecto de la chica. Estaba agradecido, aunque en ese momento no supiera exactamente de porque.

- Quitate la camiseta Scott.

Hizo caso y se quito la camiseta. Dean se puso detrás de él. Pudo ver como en la espalda de su mejor amigo había heridas hechas por uñas.

Cazadores de Sombras: Ciudad del Infierno InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora