Karina deambula por la calle pasada la media noche, cuando no hay más que borrachos por las esquinas de los clubes donde la música es lo único que llena el ambiente. Pasa cerca de un bar donde un grupo de chicos fuman y hablan sobre sus compañeras de trabajo y los jóvenes apenas le prestan atención, porque con esa sudadera holgada y las botas gastadas, no parece ser de su interés. Su cabello rosa se oculta bajo la capucha que le cubre hasta la frente así que puede quitarse los pupilentes que le irritan los ojos y sigue su camino pateando la basura.
Las palabras y pensamientos son un murmullo en sus oídos, como interminables susurros que se amontonan uno sobre otro y ella se ha acostumbrado a no prestarles atención, porque nunca hay nada que pueda interesarle. Ya no siente esa incomodidad en los oídos como si los tuviera tapados debido a los susurros, para ella es algo normal ahora.
Da vuelta en la esquina y camina hacia la avenida escasa de autos que avanzar a gran velocidad en lo que parece ser una carrera. Todo en la ciudad es muy ruidoso y ella extraña los Bosques. Extraña el sonido de los animales, de los árboles, el flujo de la vida debajo de sus pies descalzos al detenerse sobre el pasto. Extraña sentir la energía que recorría cada parte de los montes y de los ríos. Extraña tanto y los arrepentimientos se niegan a soltarla, se niegan a dejarla ir porque cada vez que piensa en los bosques, recuerda lo que había dicho, lo que había hecho.
Y mientras se encierra en su propia culpa, un dardo se incrusta en su cuello. Reacciona de inmediato aunque se tambalea contra la pared para quitárselo y lo aprieta entre sus manos. Los susurros se desvanecen hasta que desaparecen por completo y todo a su alrededor se ve borroso, pero ella corre mientras tiene fuerza. Las luces la lastiman y tiene que sostenerse de los árboles y las paredes para seguir corriendo hasta que cae en medio de bolsas de basura. Su primer pensamiento es quedarse quieta, aunque en realidad no tiene muchas opciones porque el veneno parece entumir sus extremidades. Escucha voces que parecieran lejanas, pero ella sabe que están ahí, que la están buscando. Escapó, dice el hombre y alguien grita enojado y comienzan a discutir y pronto un tercero los silencia y les ordena buscarla así que ella contiene la respiración y ruega que no la encuentren.
Horas después, cuando el veneno no ha desaparecido pero el cielo comienza a aclararse, Karina saca fuerzas y se escabulle entre la ciudad que se despierta e inicia su día de trabajo y escuela. No puede regresar al lugar donde se está quedando, se siente expuesta, sabe que la encontrarán ahí así que pasando entre la gente que la esquiva debido al olor a basura y a su aspecto, ella logra llegar al único lugar que conoce.
— ¿Qué dem...? —Jared la mira por el espejo retrovisor justo cuando se las ingenia para saltar la barda principal y cae sobre el pasto. El pelinegro baja del auto revisando que nadie dentro de la casa haya visto algo y se acerca a ella. Puede ver en su rostro el sufrimiento que está experimentando y como el sudor no deja de escurrir— Hey— la mueve usando su zapato, pero ella no reacciona. Chasquea la lengua y mira su reloj. Si no se apresura con esas reuniones no tendrá tiempo para su cita con Anthony, así que carga a la chica, conteniendo la respiración cuando el aroma a basura le golpea la nariz y la mete en el asiento trasero de su auto.
—El dardo...—murmura ella cuando avanzan por la calle.
— ¿Qué dices? —Karina se incorpora un poco y le extiende la mano que aún sujeta el dardo con fuerza. Red lo recibe sin girarse y tan pronto se lo entrega, ella vuelve a desmayarse— ¡Hey! —resopla— Maldita sea.
Mira el dardo en el primer semáforo en rojo que se encuentra. Lo reconoce bien, el Adamantem con el que andaba años atrás los usaba muy seguido. Así que le dispararon un dardo, a juzgar por su estado, no tiene mucho que eso pasó y no entiende por qué lo buscó a él. Es obvio que no la dejará en su casa porque no necesita que una hechicera cualquiera ande husmeando y de cualquier modo, el efecto se le pasará pronto, por lo que Jared decide registrarla en la habitación de un hotel, dejando pagadas por adelantado dos noches y continúa su camino hacia sus reuniones pendientes.
Se lleva el dardo con él.
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[Libro 3] Quatervois
FantasyNo te olvides leer [Libro 1] Efímero y [Libro 2] Saudade. Quatervois: En francés "encrucijada, decisión crítica o momento de cambio en la vida de alguien" Seis años después de la masacre causada por los hechiceros, Jared ha sido capaz de reconstruir...