13 - C U M P L E A Ñ O S

18 4 0
                                    

El día inicia mucho antes de lo que Anthony hubiera querido, pero es una tradición y su mamá dice que las tradiciones están hechas para respetarse, por eso se llaman tradición. Bien, en este momento no puede importarle menos, está cansado, tiene sueño y lo único que quiere es envolverse en las cobijas y meterse algodón en los oídos para no escuchar la canción de cumpleaños que está reproduciendo su mamá en una enorme bocina, de pie en la puerta junto con su papá. Quizá pensaría que es un lindo gesto escuchar una celebración a la hora exacta de su nacimiento, si tan solo no hubiera nacido a las tres diecinueve de la mañana. Suelta un quejido y se sienta a medias, el cabello revuelto y los ojos entrecerrados cuando mira a sus padres con enormes sonrisas de alegría en el rostro. Sonríe, solo un poco y hace todo por acostumbrarse a la luz.

— ¡Feliz cumpleaños, Anthony!— su mamá es la primera en acercarse para abrazarlo, sentándose a la orilla de la cama, a su lado— aún recuerdo cuando llegamos del hospital y eras una pequeña bolita rosada que dormía todo el día— siempre le dice lo mismo mientras le sujeta las mejillas con las manos y le aprieta el rostro.

—Mamá basta— protesta cuando le sacude la cabeza como si fuera un perro. Su papá se acerca y le acaricia el cabello y la espalda.

—Feliz cumpleaños, hijo.

—Más tarde iremos a desayunar a esa cafetería que tanto te gusta y...

— ¡No! —la interrumpe y ambos lo miran, sorprendidos— quiero decir... no, está bien. La verdad es que...ya no tienen los pastelillos que amo y ¿Por qué no vamos mejor a otro restaurante? ¿Qué tal ese que siempre huele a leña que te gusta tanto, papá?

—Es tu cumpleaños, Anthony. Iremos a donde tú quieras ir—responde él con tono solemne.

—Quiero ir ahí.

—Bien, lo que tú quieras— su mamá se levanta y deja un beso en su frente— vuelve a dormir. Oficialmente eres un año más viejo que ayer.

— ¡Mamá!

Sus padres salen, riendo entre ellos con ganas. Tony hunde el rostro en la almohada cuando la habitación se queda envuelta en la oscuridad de nuevo. Pensar en esa cafetería lo hace recordar todo lo relacionado con Jared. Sería un mentiroso si dijera que no ha pensado en él casi todos los días desde lo sucedido, sintiéndose un poco menos ingenuo cada vez. No lo ha visto desde entonces, ni siquiera ha sabido de él. Incluso borró su número cuando se cumplió un mes sin contacto. Ahora está saliendo con un chico de su clase, bueno, más o menos. En realidad salieron una vez y Tony decidió que no eran compatibles por lo que no lo repitieron de nuevo, aunque todos sus amigos lo animen a que siga yendo a citas con otras personas.

Se gira y mira el techo. No quiere salir con nadie, está cansado de siempre toparse con patanes como Jared. ¿Por qué no puede tener una relación sincera y linda? De esas que se ven en las películas o en los libros. De las que son en serio y nunca terminan aunque se separen. De las que siguen siendo fuertes a pesar del tiempo y la distancia. Suspira y mira las fotografías de la otra pared. No las distingue entre la oscuridad, pero sabe que ahí está él, sonriendo a su lado. Con él todo era diferente, o al menos pensó que podría serlo. Si tan solo...

Sacude la cabeza. No va a pensar en todo esto, no en su cumpleaños. Sus papás están con él y no sabe cuánto tiempo seguirá todo así, por lo que va a disfrutarlo de verdad. Cierra los ojos y se gira, dispuesto a dormir lo que resta de la madrugada.

La música vuelve a interrumpir su sueño a las siete cincuenta de la mañana cuando su celular anuncia una llamada entrante. Tony suelta un quejido largo y patalea como un niño pequeño antes de tomar el aparato, sin ver la pantalla responde recibiendo de inmediato la voz elevada de Joshua, más animada de lo que debería para ser un sábado por la mañana.

[Libro 3] QuatervoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora