21 - V E N G A N Z A

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Antes.

Joshua se toma un momento para digerir la cantidad de información que acaba de recibir en tan poco tiempo. Se siente abrumado, un poco rebasado por la forma en que las cosas están yendo ahora. Apenas mira a Anthony, sentado en la cama con las piernas cruzadas y una almohada entre los brazos. Sus ojos están hinchados, aunque ya no está llorando. La verdad es que Shua no puede imaginar lo que debe de sentir en esos momentos. Él más que nadie sabía lo enamorado que estaba Tony de Jared y todo esto es como un balde de agua helada directo en el rostro. Se rasca la barbilla y vuelve a mirar las fotografías, inseguro de qué decir a continuación.

—Entonces dices que un sujeto te contactó. Un... ¿científico? —Tony asiente, demasiado exhausto como para responder—. Y te dijo que Jared era un hechicero. Uno de los de la masacre hace seis años. —Tony asiente de nuevo y sorbe la nariz.

—Le dije que era imposible —habla por fin, con voz rota y rasposa—, que Jared no podía... luego me mostró las fotografías y... bueno. Ya lo viste tú.

Joshua asiente y vuelve la mirada a las fotos. La tomada recientemente de Jared por la calle es idéntica a la del hechicero de cabello morado. Sería un tonto si negara que son la misma persona. Lo único que no comprende es cómo pudo engañar a todos durante tanto tiempo. Según lo que sabían, los hechiceros no podían esconder sus poderes de esa forma. Lo había logrado, de alguna forma. Justo cuando la mamá de Tony estaba grave en el hospital. Su amigo no la tiene nada fácil. El constante silencio se rompe abruptamente cuando el celular de Anthony suena, en el escritorio a un lado de Joshua. La pantalla se ilumina anunciando una llamada de Jared y el Shua se congela esperando la reacción de Tony. El mencionado no hace más que desviar la mirada hacia la ventana, resistiendo las lágrimas que amenazan con bajar de nuevo por sus mejillas.

—Vamos. —Shua se pone de pie y lo sujeta de la muñeca, animándolo a levantarse—. Voy a prepararte algo de tomar.

Anthony ni siquiera se resiste, se deja arrastrar como un muñeco de trapo por el pasillo y las escaleras hasta sentarse en una de las sillas, junto a la mesa. Joshua se mueve por la cocina porque sabe exactamente dónde está todo. Mira a Tony de reojo por momentos, pero el chico no lo nota porque mantiene la vista perdida en algún punto del jardín trasero. Es la primera vez que Joshua no sabe qué decir. ¿Qué podría decirle?

—Voy a entregarlo —dice Anthony por fin, con voz vacía, sin moverse de su posición y sin apartar la mirada del mismo lugar.

— ¿Qué? —Shua se queda inmóvil con una taza de porcelana entre las manos.

—A la policía. A los científicos. Ese sujeto me dijo... que no podían hacer nada sin una demanda.

—¿Así que vas a demandarlo para que puedan experimentar con él? —Hay tanta incredulidad en su voz, como nunca antes. Anthony se encoge de hombros—. Tony, van a matarlo. Lo sabes, ¿no es cierto? Van a torturarlo y después van a matarlo.

—Se lo merece.

—Anthony. —Su voz se endurece. El chico lo mira por fin. Sus ojos vidriosos y llenos de enojo se posan en él.

—Mató a mi hermano, Joshua. Mató a mi hermano y al amor de mi vida. Todo lo que le hagan en ese lugar no será suficiente. Se lo merece, todo lo que pueda pasarle.

—Tony. —Shua deja la taza en la barra y se mueve rápidamente hasta Anthony—. Una chica de fuego los mató, no fue él. Y todo esto, entregarlo y dejar que lo torturen no va a regresártelos.

—No me importa. —Su mirada es una combinación de tristeza y rencor. Es abrumadora la cantidad de emociones que puede encontrar en sus ojos—. Me aseguraré de que pierda todo lo que tiene antes de entregarlo.

[Libro 3] QuatervoisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora