Capítulo 4

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Esa mañana de pleno inicio de julio, Alexa se levantó temprano, su padrastro ese día la llevaría a conocer el lugar donde trabajaría y tenía tantas ansias que no pudo dormir prácticamente nada.

Era su primera vez en algo grande, y aunque no iba a ganar gran porciento según le comentaron, para quien no tiene nada, cualquier cosa que le dieran estaba bien.

Para su sorpresa era un bar elegante, en donde según su padrastro tocaban solo los mejores artistas y era visitado por la clase más alta de La Habana, o sea los que tuvieran el bolsillo tan inflado como para pagar el impuesto tan grande de entrada.

Según Elías, esto era para que fuese un lugar tranquilo y refinado donde se pudieran divertir las personas de su nivel, y aunque no lo dijera con nada de arrogancia, a Alexa no le gustó en absoluto.

Según su plan de trabajo, el cual era muy estricto, en especial con la vestimenta, el bar solo abriría los jueves, viernes, sábados y domingos, debía de ir al menos tres horas de viernes a lunes, en la mañana temprano, luego de que se cerrara al público y limpiara el local, para supervisar todo lo que su padrastro le ordenó.

El pago sería màs de lo que imaginò, cobraría solo un poco más que los trabajadores, pero no se quejaba, para ella eso era perfecto, con tan solo una semana de trabajo podía comprar algunas de las cosas que necesitaba y le quedaría dinero para darse algunos lujos, como por ejemplo comprarse esa patineta que siempre deseó.

Esa noche llegó contenta a casa y se despidió de Elías en la sala, él se dirigió a su habitación y ella se quedó en el sofá viendo televisión, no le apetecía entrar a la cama todavía, tenía algunas cosas en su cabeza que no podía sacar, ejemplo de ello el beso de Lilith con el chico rubio del parque, el coqueteo de Miguel y luego su seriedad y los múltiples mensajes de Lucas que le habían llegado ese día.

La verdad era muy estresante para ella tener que lidiar con tantas cosas, pero después de pensar un rato no pudo más con el sueño y se quedó dormida.

Se sentía cansada y a penas sin fuerza para abrir los ojos, pero no estaba quieta en su cama, sino en los brazos de otra persona, alguien con mucha fuerza para subir sin hacer ningún ruido el cuerpo de 130 libras de la chica pelirroja por las escaleras centrales, ese alguien también desprendía una suave colonia con un aroma masculino que a cualquier mujer volvería loca. Abrió sin dificultad lo que ella pensó que era la puerta de su habitación y se adentró.

Al abrir los ojos, unos color celeste la miraban fíjamente, venían algo enrojecidos, pero todavía cautivaba su belleza.

-Miguel yo...

-Shhh vuelve a dormir. -Le dijo poniendo el dedo ìndice en sus labios y no sabìa exactamente por què tan solo ese roce le erizò la piel de pies a cabeza.

Cuando estuvo cerca de la cama depositó el cuerpo en ella y continuó mirándola, Alexa no había hecho caso a su proposición y lo hacía también, insegura de si hablar o no y a la vez segura de querer besar sus labios que así de cerca se veían completamente apetecibles.

Tras unos segundos cautivados notó algo en su piel que no pudo evitar asustarla, Miguel cubría con una sudadera cortadas en los brazos que manchaban fácilmente su color blanco.

Alexandra buscó en sus ojos algo que le diera una pista y descubrió que no quería hablar del tema, así que le dijo que se quitara la prenda que iba a por algo para limpiarlo, para su sorpresa Miguel accedió y con pequeños quejidos se la quitó y la tiró al suelo mostrando síntomas de obstinación e impotencia.

No tenía nada más que toallitas húmedas y triple antibiótico para sanar las heridas del muchacho, pero con eso fue suficiente al menos para limpiarlas y que no se infectaran, eran múltiples y pequeñas, rodeaban los tatuajes en forma de flor y la chica se preguntaba cada vez que los miraba como rayos podía hacerse eso.

Sólo Déjate Llevar (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora