Miguel llevaba dìas sin comer a penas, no porque no tuviera hambre, sino porque a Lilith se le habìa ocurrido dejarlo en ayuno para torturarlo, no le bastaba con la droga que inyectaba a diario en sus brazos o la que lo obligaba a inhalar.
Era horrible sentirse en el limbo siempre, pero al menos eso le ayudaba a mitigar los dolores de los constantes latigazos que la chica le proporcionaba en los brazos y la espalda con un viejo cinto de cuero.
Cada vez que este le tocaba la piel, primero comenzaba a arderle y luego le escocìa, sus heridas eran tantas que creìa que iba a morir a causa de ellas, pero intentaba tener la mente clara la mayor cantidad de tiempo que pudiera, para buscar la forma de poder escapar de aquella tortura, necesitaba desaparecer del mapa, asì tal vez, sin alguien a quien chantajear se olvidarìa de todo lo que tenìa en contra de su padre y los dejarìa en paz.
No le importaba ya que quizàs no volverìa a ver a su familia o a Alexa, necesitaba librarse del infierno que vivìa, porque un humano no aguanta esto mucho tiempo estando cuerdo.
Esa tarde Lilith habìa estado màs contenta de lo normal, asì que no tardò en ¨festejar¨ moliendolo a golpes y a cintazos.
-Por fin Miguel- Sonriò y azotò la magullada piel del pelinegro-Por fin tengo a quien querìa entre mis manos- Volviò a sonar el instrumento contra su piel -Por fin me va a pagar las estupideces que me hizo.
Tres, cuatro, cinco, seis, ni siquiera supo cuantos màs le habìan dado antes de desmayarse, la verdad es que la piel le dolìa tanto y acompañado de el efecto de las drogas, parecìa un monigote al antojo de la rubia.
Lo siguiente que supo de èl fue cuando abriò los ojos, estaba en otra habitaciòn, conocìa bien el lugar, dormìa todas las noches ahì, amarrado a un viejo sofà rebosante de polvo y àcaros. Ni siquiera sabìa porque lo amarraban, si cuando el sol se escondìa a èl no le quedaban a penas ganas de vivir.
Lo ùnico que agradecìa era que esos dìas no habìa sido el esclavo sexual de la chica, estaba harto de que su cuerpo lo traicionase en contra de su voluntad por los malditos estìmulos que le daba la rubia o por los efectos de alguna pastilla.
No podìa dejar de pensar en Alexa tampoco, a estos entonces ella debìa de estar pensando que ya èl la olvidò, que es feliz con Lilith, o sabrà Dios que otra cosa y esto le revolvìa màs el estòmago nada màs pensarlo.
-Què guapos se ven los tortolitos juntos.
La voz era fàcil de reconocer, era Ivàn, el estùpido matòn de Lilith al que habìa sacado hace unos dìas de la càrcel, lo que fue difìcil de comprender era el por què èl habìa hablado de tortolitos si hasta donde tenìa entendido, estaba solo el la habitaciòn.
-¿Miguel? ¿Miguel estàs bien?
Èsta vez entendiò menos, no sabìa por què pero le habìa parecido haber escuchado la voz de Alexa, era imposible que ella estuviese allì, o al menos eso querìa hacerse creer.
Las cosas estarìan demasiado complicadas si de verdad ella estaba en aquel lugar, Lilith la odiaba y no dudaba que intentara hacerle algo malo, de hecho se morìa de miedo porque ya lo hubiese hecho mientras estaba inconsiente.
-MIGUEL, Miguel despierta, ¿Miguel estás bien?
Sentìa lejana la voz por el efecto de la droga, tenìa la vista nublada y no querìa abrir los ojos, necesitaba no delatar que estaba despierto, de lo contrario le inyectarìa màs mierda de la de siempre y una sobredòsis no ayudarìa, debìa contener sus instintos de querer mirarla, de querer tocarla, de querer saber que esta bien, debìa despejar la mente y recuperar la fortaleza por ambos.
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Sólo Déjate Llevar (Completa)
Romance∆Versión editada y actualizada∆ Alexa era una chica normal, común y corriente, se catalogó cómo feliz hasta el día en que se encontró a su novio y a su mejor amiga en la cama. Con su mundo hecho pedazos decide mudarse lejos, a la capital junto con...