Fourteen

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Los días pasaron rápidos, de hecho con la broma ya transcurrieron dos meses desde el último acontecimiento

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Los días pasaron rápidos, de hecho con la broma ya transcurrieron dos meses desde el último acontecimiento.

Al parecer todo iba viento en popa. Gustabo tenía lo que quería: la atención de los mayores, y ellos tampoco se quedaban atrás. Ambos adultos eran felices, por ahora, con poder besarlo o manosearlo.

Nadie sospechaba nada en el instituto, al ojo público eran simples profesores con preferencias hacia el rubio.

H.- Hey Gus, ¿de verdad no tienes nada con Conway o Volkov?-. Preguntó insistente.

El interrogado bufó cansado mientras lo miraba rodando los ojos.

G.- Joder, eres un puto pesado tío-. Esbozó enojado.- Ya te he dicho que no, deja el tema en paz.

Horacio se sorprendió por tan mala actitud de su amigo, llevaba días así. Todo le molestaba, no quería salir con ellos ni jugar.

H.- Relájate Gustabo, lo preguntaba bien... solo se me hizo raro que de un día a otro dejaras de intentar algo con ellos-. Reprochó.

G.- Buah adiós, no estoy con ganas de aguantar gilipolleces. Ah, y no voy a casa de Emilio hoy, tengo cosas que hacer-. Dijo mientras guardaba las cosas en su mochila.

H.- ¡Hey, espera! ¿por qué no iras?-. Gritó mientras veía al rubio alejarse prácticamente corriendo.

[...]

Sentía su móvil vibrando sin cesar, era obvio que recibía un sin fin de mensajes de sus amigos buscando una explicación de su alejamiento.

A decir verdad no tenía una respuesta clara a ello, simplemente prefería pasar el tiempo junto con sus parejas.

Los pasos rápidos lo llevaron a su lugar favorito: los vestuarios del campus.

Se adentro tranquilo sabiendo que ahí seguramente estaban ellos, pero al notar su soledad la sonrisa que portaba desapareció.

G.- ¡Ah!-. Gritó ahogado cuando una mano tapo su boca con poca gentileza.

Su cuerpo se inundó de terror y fue inevitable empezar a forcejear con fiereza.

J.- Wow, wow, tranquilo bebé. Soy yo-. Pronunció rápido en cuanto noto el pánico contrario.

No fue una buena idea bromear así.

G.- ¡Mierda, casi me da un infarto, idiota!-. Bramó mientras le daba golpecitos en le pecho. Tenía los ojos levemente cristalizados, de verdad lo asustó.

J.- Lo lamento, cariño. Fue solo una broma, no hace falta ponerse así-. Lo abrazó para tranquilizarlo.

El estadounidense dejaba suaves caricias en su espalda para calmarlo, aún así, en su mente no lograba asimilar porqué tanto drama... Al fin y al cabo Gustabo era un niño aún, dramatizaba demasiado.

Our Secret - Volkaboway Donde viven las historias. Descúbrelo ahora