ONE SHOTS: yuwin ver.

alfa. (pt. 2)

¿El primer pensamiento positivo del día? Los nudos a causa del estrés de su cuello habían desaparecido por completo.

Caminaba por el edificio que daba hogar al bufete en el que trabajaba, su mirada se mantenía inexpresiva y esperaba que nadie notara su presencia después de tres días sin poner un pie a trabajar.

Había estado ausente durante 72 horas sin avisarle a nadie, sin rendir cuentas de sus faltas consecutivas y que nunca antes había hecho. Y aunque no era algo grave pues contaba con privilegios dentro de la empresa, sabía que más de una persona preguntaría el porqué y él no sabría qué demonios decir.

Tomó el ascensor, respirando tranquilamente cuando las puertas se cerraron y nadie más subió aparte de él, ingresó su tarjeta en el scanner y pudo subir sin más problemas. Afianzó su maletín color café entre sus manos y su pie comenzó a repiquetear sobre el piso de metal, la leve música de fondo no hacía más que irritarlo y al final, cuando las puertas se abrieron y lo dejaron en su habitual piso, salió casi como un rayo mientras ignoraba el saludo de todo el personal. Su secretaria le dio los buenos días y le siguió hasta la oficina, Yuta sabía que debía aceptar que Shuhua solo hacía su trabajo y que había recados y pendientes que atender antes de que algo sucediera, algún plazo se venciera o algo malo sucediera.

La omega se abstuvo de preguntar por su ausencia y en realidad el alfa se sorprendió pues esa misma chica le había llamado casi cien veces. No la culpaba, si fuera la mano derecha de uno de los abogados más importantes del bufete, también entraría en rotundo pánico. Aunque la omega de olor a girasoles había dejado de insistir al segundo día.

Le dio las gracias, se quedó con el papeleo que debía revisar y por fin se quedó solo en su oficina. Dejó su saco sobre el perchero y se sentó tras el escritorio. Puso manos a la obra y no perdió más tiempo antes de ponerse a trabajar, leer y ponerse al corriente. Era medio día cuando decidió tomarse un descanso de cinco minutos para no fatigar más su vista y solamente se recargó en su misma silla y cerró los ojos con dolor.

—¡Buenas, buenas! —escuchó como la puerta era abierta y alguien entraba sin pedir permiso antes. Gruñó con molestia, pero evitó hacer comentarios al respecto si no quería arruinar su día o recibir algún tipo de sanción o llamada de atención.

Mark, el beta más famoso del bufete, entraba con una sonrisa de oreja a oreja y se sentaba en una de las sillas frente al escritorio. Yuta lo observó en silencio y la alegría que el menor irradiaba le hizo querer gritar. Estaba cansado, esos tres días los usó para hacer muchas cosas, pero no para descansar. El simplemente revocar su mente a lo que había sucedido desde el momento en que encontró a Dong Sicheng en el inicio de su celo, le hacía poner la piel de gallina y su lobo despertaba para pedirle que regresara a esa casa.

—¡Hasta que apareces! —le dijo Lee Mark. Yuta sonrió avergonzado.

—Lo siento, Mark, sé que debí ponerte al tanto sobre mi ausencia, pero... —comenzó a explicar rápidamente, enredándose solo entre palabras y el intento de una explicación coherente y buena.

Pero la risa del beta le hizo callarse de inmediato. Los ojos del otro abogado se achicaban por lo grande de su sonrisa, sus irises brillaban y en realidad no parecía estar interesado en lo que el alfa le decía. Yuta se mordió el labio nervioso, odiaba esas situaciones en donde no lograba entender lo que pasaba y generalmente siempre era así con Mark; jamás lograba descifrarlo o anticipar lo que haría o diría. Justo con ese momento.

—Ey, ya, tranquilo, hermano —le dijo el beta con leves risillas que solo lo ponían de peor humor—, pero yo espera enterarme de otra manera, ¿sabes?

Nakamoto enarcó una ceja, ahora entendiendo todo mucho menos. Hizo todo el papeleo que tenía entre manos de lado y apoyó ambos codos sobre el vidrio del escritorio, miró fijamente a Mark Lee y esperó a que dijera algo más, pero al parecer el beta esperaba que fuera él el que le respondiera.