¡¿Ese soy yo?! ¡Voy a matarte!

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" —Soy un chico guapo, sé que seguirá pensando en mí, pero que lástima, yo no soy de los que se enamoran en una sola noche.

Entonces... ¿Por qué no paras de hablar de él desde hace una semana?

Estoy jodido."

El sudor le recorría por todo el cuerpo; nuca, cuello, rostro, pecho

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El sudor le recorría por todo el cuerpo; nuca, cuello, rostro, pecho. Cada lugar de él se sentía caliente, necesitado y en busca de más roces de piel húmeda. El chico encima de él mecía sus caderas al ritmo de la música que salía del pequeño estéreo del departamento.

Sicheng sentía cada estocada que Yuta le daba, cada una más profunda y ruda, sintiendo como el pene del otro sobresalía de su estómago bajo, sabiendo que ya no era posible llegar más ondo, pero el placer que ambos sentían no les dejaba pensar con claridad y solo se dedicaban a soltar jadeos y maldiciones por el acto tan promiscuo que estaban compartiendo. El alcohol por su torrente sanguíneo fue el que los alentó a acostarse sin conocerse, a abandonar a sus respectivos grupos de amigos y salir corriendo del bar para ir a la casa del mayor a poder romper esas terribles ganas que tenían de comerse la boca a besos y pasar una buena noche.

—Carajo... —jadeó Sicheng, aferrándose a los hombros de aquel hombre que prácticamente no conocía—. Sí... Ah, estoy cerca.

—Vamos, córrete para mí.

Le susurró Yuta al oído, alejándose de su pecho y perdiéndose del agarre del menor. Tomó las delgadas caderas y empujó con persistencia, no perdiéndose de las muecas de placer que Sicheng le daba, dejándole como regalo una linda imagen mental que no olvidaría ni aún cuando la borrachera se le bajara.

El chino apoyó las manos a sus costados, enterrando los codos en el colchón y apretando en un puño las sábanas oscuras y no sabiendo qué hacer con todas las sensaciones que su cuerpo experimentaba al mismo tiempo. Sus pestañas en ningún momento habían dejado de gotear lágrimas de placer y hasta cierto punto de dolor, porque aquel hombre parecía una bestia destrozándole los interiores, pero sinceramente no le importaba, quería seguir sintiéndolo hasta el límite de sus entrañas, sabiendo que pronto le bañaría en semen y aquella bomba de placer le explotaría en diferentes puntos erógenos de su cuerpo, en aquellas zonas que eran sensibles al tacto y que le gustaba tanto que le estimularan.

—¡Ah!

Gritó el menor, alzando por última vez su cadera para no perderse ni un centímetro del pene ajeno, que toda la esencia blanquecina y pegajosa se quedara dentro de él y que la suya propia le bañara el pecho en una salpicadura de semen, sintiéndose un morboso y pervertido por disfrutar de lo sucio que todo su cuerpo quedaba después de follar. Le encantaba y no le daba pena.

—Mierda —susurró Yuta al sentir una vez más el choque de los glúteos del chino contra su pelvis. Movió un poco más su cadera, penetrándole con menos entusiasmo, pero ayudándose a deshacerse de todo el éxtasis que le recorría el cuerpo.

ONE SHOTS: yuwin ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora