Ha nacido un nuevo yo.

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"—Hoy no tendré miedo, romperé este muro que me ha detenido toda la vida.

¿Qué es lo que buscas hacer?

Vengarme."

Nakamoto Yuta era el chico más listo de su curso, el más educado y sin duda el más dedicado a sus obligaciones

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Nakamoto Yuta era el chico más listo de su curso, el más educado y sin duda el más dedicado a sus obligaciones. Tenía la suerte de haber nacido en cuna de oro, en el seno de una familia de empresarios y comerciantes que tenían locales por todo el país de Japón, pero sus padres buscaban ampliar más allá el negocio familiar, haciendo que la familia de cinco integrantes se mudara a China, dando apertura a nuevos y exitosos locales de productos farmacéuticos y de supermercado.

Yuta sin duda era el hijo más tranquilo de los tres herederos de aquel matrimonio y también el menor, sus hermanos le ganaban con 3 y 5 años, haciendo que se entendiera poco con ellos y pelearan bastante, logrando hacer llorar al hermano menor en cada ocasión.
Era un chico de dieciséis, demasiado extrovertido e incluso tímido a morir, hablando demasiado poco y solo cuando veía la necesidad, era por eso que el repentino cambio de país le afectó más de lo que le gustaría aceptar, creándole por primera vez ataques de ansiedad y pánico al verse con la necesidad de presentarse ante 30 desconocidos en un idioma que apenas y dominaba.

Y como en cada historia de amor básica, tenemos un grupo de chicos que se sienten los reyes de los pasillos, burlándose de todos los que, como Yuta, solo querían estar en paz en algún lugar del colegio, pero Sicheng, Kun y Yukhei no eran conocidos y respetados por ser amables o amigables, sino que todo lo contrario. Eran los chicos más populares de la institución, los más guapos y ya de paso los más adinerados también.

Y aunque en aquella escuela toda nueva noticia corría como pólvora, nadie se interesó por el chico nuevo llegado desde Japón, quizá fue por la decepcionante primera impresión que causó ante todos sus compañeros de clase, sacando a relucir lo tímido que era y lo mucho que se avergonzaba por decir una simple palabra y sin duda su aspecto tampoco ayudaba; su rostro la mayor parte del tiempo estaba lleno de manchas rojizas por la irritación de su sensible piel, con una grande nariz llena de pequeños granitos y puntos negros, los puntos altos de su rostro llenos de imperfecciones y aquel brillo natural que no necesariamente era por lo radiante de su piel. Aunque físicamente no era nada fuera de lo normal y común; alto, delgado y sin mucho para presumir, Yuta se sentía inseguro por su baja grasa muscular, sus delgados brazos y sus piernas de popote, haciendo que, en aquel colegio de pesadilla, fuera siendo víctima de burlas y miradas indiscretas, nada llegando a abuso físico, pero cada comentario y burla cooperaba para que la confianza y autoestima del japonés terminara esfumándose como el polvo, dejando rastros casi imperceptibles y una profunda tristeza que en cualquier momento podría volverse algo de cuidado y atención.

Los padres del japonés no tenían ni idea y no porque fueran esos típicos padres que nunca están en casa y siempre estuvieran en su propio mundo de problemas y ocupaciones, simplemente era el hecho de que Yuta no se atrevía a decirle nada a nadie, quizá por la vergüenza o el miedo, el pánico de que sus padres se quejaran con su rector y aquellos adolescentes que le hacían las mañanas insoportables se desquitaran con él, llegando a nuevos niveles que por nada del mundo quería conocer.

ONE SHOTS: yuwin ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora