ONE SHOTS: yuwin ver.

Beso de bruja.

-Las brujas cada mes hacen un baile como devoción a sus dioses -dijo Jungwoo con una risilla entre dientes.

-¿Eh? -soltó Yuta bebiendo lo último de su cerveza-. Creo que el alcohol ya te pegó demás.

-¡Yo también lo he escuchado! -interrumpió Donghyuck. El mayor rodó los ojos-. Incluso he escuchado la música.

-Claro, el mismo que asegura haber sido raptado por los extraterrestres durante una noche -ironizó Yuta tomando una nueva botella y abriéndola con los dientes laterales, escuchando el burbujeo de la bebida.

-¡El día en que el pentágono confirme todo y el área 51 deje de ser un misterio, no aceptaré tus disculpas! -exclamó el más pequeño de los tres tomando de su lata de jugo de uva.

Los otros dos comenzaron a reír como locos, logrando que Donghyuck se sonrojara por la vergüenza que le hacían pasar.
Aquellos tres se encontraban en el pueblo donde residía su abuelo -los tres eran primos-, el cual estaba festejando su cumpleaños número 80, entonces toda la familia se había encargado de organizar una reunión para festejarle y pasar una semana allí, en el rancho que se negaba a vender, en el medio de la nada y sin señal móvil.

Yuta era poco cercano a su familia paterna, eran muy pocas las veces que convivía con sus primos o tíos a causa de estudiar en Japón, pero el hecho de que Donghyuck y Jungwoo fueran un tanto cercanos a su edad mejoraba la estancia entre puros niños de cinco y diez años, convirtiéndolos a ellos tres en los mayores; Yuta casi terminando el último año de universidad, Jungwoo en su segundo año de la carrera de medicina y Donghyuck aún en su semestre de tronco común para poder escoger alguna licenciatura.

Eran las nueve y media de la noche, el sol ya estaba oculto y las estrellas comenzaban a salir después de dos días repletos de lluvias y tormentas. El aire soplaba levemente, un poco fresco, pero lo suficiente para que el estar afuera, tirados en el pastizal y con dos paquetes de cervezas listos para ponerlos en un estado de embriaguez resultara un buen plan para pasar aquella última noche que estarían juntos lejos de su monótona rutina.

-Son los 28 de cada mes, el abuelo me lo dijo ayer -volvió a hablar Jungwoo, no dejando de sonreír y esperar por la reacción de los otros dos.

-Es hoy -respondió Yuta riendo-, sería bueno que nos invitaran a divertirnos un rato.

-Dicen que nadie ha logrado dar con el festejo -respondió Jungwoo bebiendo lentamente de la cerveza para que su efecto no fuera tan rápido y notorio.

El mayor de aquellos tres en realidad no creía en asuntos como esos. Le pasaban por alto las leyendas urbanas, los mitos coloquiales o las creencias que la mayoría de las veces consideraba absurdas.
Sabía bien que su abuelo era un fiel creyente de lo antiguo; magia negra y blanca, brujas, almas en pena que rondaban por el pueblo en busca de su descanso eterno. Era por eso que el escuchar a Jungwoo decir aquello no le sorprendía, pero sí le parecía increíble que le haya creído semejante estupidez a su abuelo que apenas y podía reconocer a sus propios hijos.

Los tres siguieron bebiendo y conversando, quedándose en silencio y apreciando la tranquilidad que aquel rancho les proporcionaba, algo que la ciudad no tenía para ofrecerles ni siquiera en las noches más despejadas y silenciosas.
Fueron un par de horas más las que compartieron juntos en ese lugar, relatando historias que habían escuchado por el pueblo, aunque eran Donghyuck y Jungwoo los que mantenían la conversación al filo de la situación, siendo ellos los que asistían a las fiestas del abuelo cada año consecutivo desde que eran unos niños.

Yuta relataba la última experiencia que había tenido en su último período de la universidad, haciendo reír a carcajadas a sus dos primos pues el hecho de haber encontrado a un indigente bañándose en el baño de su departamento compartido no era algo que pasara necesariamente diario.