Quédate esta noche.

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Yuta y Sicheng se conocieron en la universidad, más específicamente durante una pelea en la cafetería por quién debería quedarse con el último brownie de chocolate que quedaba.

Fue a partir de allí que Yuta no pudo quitarse de la cabeza la manera tan linda en que el chino se veía mientras le gritaba por un simple pedazo de masa con un tanto de sabor. Así que simplemente fue cuestión de días para que aquellos dos se volvieran a encontrar y de allí naciera una nueva historia de amor.

Una historia llena de altibajos, peleas y reconciliaciones que parecía que no tenían fin.
Dong Sicheng era una persona dura, un tanto egoísta y al mismo tiempo algo inestable. No le gustaba mucho la idea de tener que compartir a su novio, el simple pensar de que alguien quisiera ocupar su lugar y quitarle a ese bello japonés le ponía los vellos de punta, viéndose en la obligación de exigirle al japonés que no se acercara demasiado a esas chicas y chicos que buscaban una relación cercana con él.

Celos, peleas, reclamos, gritos... Aquello era demasiado común entre estos dos, llegando a crear una relación que mucha gente denominaba “tóxica”, algo que sin duda entraba en los términos de patológico.
Todo el mundo se los decía, los amigos de cada uno les pedían que terminaran con aquello que parecía ser más un sufrimiento y pesar, que una relación amorosa y bonita, pero para Yuta y Sicheng las cosas se sentían diferentes, aunque no podían negar que habían momentos en que sufrían crisis y peleas algo fuertes, no podían tampoco evitar el hecho de que se amaban como dos locos, que aceptaban los defectos de cada uno y preferían luchar para que aquello funcionara bajo cualquier término y circunstancia.

Pero tras tres años de relación y ese tira y afloja monótono, Yuta comenzaba a cansarse, ya no le gustaba la manera en que Sicheng quería manejarlo, el cómo le pedía que no hiciera nuevos amigos y que dejara de lado a sus amistades viejas para centrarse solo en él.
Cada vez que se sentía con la valentía de por fin terminar esa relación tan dañina, Sicheng lograba enredarlo entre sus brazos y llenarlo de besos, unas buenas rondas de sexo y un montón de palabras amorosas que terminaban derritiendo si corazón y convenciéndolo que podría soportar lo que fuese por ese chico que valía millones.

El corazón de Yuta solo latía por Sicheng y el chino lo sabía muy bien.

—¡Estoy harto de tus ridículos celos! —gritó Yuta alzando sus brazos frente al menor.

—¿Ridículos? ¡¿Te parece que debo quedarme callado ante todo lo que me haces?! —respondió Sicheng igual de molesto que su novio.

La pareja se encontraba en el departamento del chino, era sábado por la noche y ambos tenían planes de salir a cenar con los amigos de Yuta, pero la diversión se vio interrumpida ante la llegada de una buena amiga de todos en el lugar; una chica de piernas perfectas y cabello teñido en un color rosado precioso, un maquillaje impecable y una sonrisa que contagiaba de felicidad a cualquiera.

Yuta se alegró enormemente al verla después de tanto tiempo, levantándose de su silla para correr a abrazarla e invitarla a sentar a su lado. Aquello sin duda le hizo hervir la sangre a Sicheng, haciendo que perdiera el apetito y no quisiera dirigirle la palabra a nadie, ni siquiera a Yuta, fue por eso que el mayor prefirió dejar la reunión en el inicio y dejar de avergonzarse y disculparse por la infantil actitud de su novio.

Es una zorra, desde que la vi lo supe y todos ustedes detrás de ella como perros.

Aquello fue la gota que derramó el vaso para Nakamoto, apretando con fuerza el volante del auto y llenando de gritos y reclamos al menor en cuanto la puerta del departamento cerró y se quedaron solos en su caótica intimidad.

A Sicheng se le comenzaban a terminar las tácticas para que Yuta fuese ese manejable chico que decía a todo sí sin importar nada y aquello de verdad lo frustraba demasiado. El chino sentía que podría morir si Yuta se atrevía a dejarlo, así que se encargaría de mantenerlo a su lado.

ONE SHOTS: yuwin ver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora