The Owl House (One Shots e Historias Cortas)

Pesadillas febriles (Lumity)

El abomaton había atrapado a Luz entre sus viscosas manos. Ella pataleaba y se retorcía intentando escapar, pero era inútil.

—¡Mamá, suéltala! —gritaba Amity.

—Claro que no, cielo, ¿sabes la cantidad que ofrece el Emperador por su cabeza? No, no. La entregaremos junto al último abomaton y será la guinda del pastel.

—¡He dicho que la sueltes! —Amity invocó una abominación para distraer a su madre. Voló sobre su bastón para rodearla y robarle el mando con el que tenía atrapada a Luz. Tuvo que esquivar a otra invención de las de su padre, pero fue capaz de atrapar el mando y apagar toda la maquinaria en funcionamiento. Fue capaz de ver a Luz escapar de la abominación gigante, pero entonces todas las puertas se cerraron. Se deshizo del agarre de la entidad invocada por su madre y corrió hacia Luz.

—¿Estás bien? —le preguntó cuando estuvo junto a ella. Fue a tomarle la mano, pero luz la apartó.

—Has dejado que me atrapen.

—¡Intentaba sacarte de ahí!

—¡Y conseguiste que me atraparan!

—¡Nunca quise que...!

—¡Basta! —se escuchó gritar a Odalia. Había recuperado el mando y los abomatones habían empezado a moverse de nuevo.

—Luz, por favor... —suplicó Amity. Luz hizo explotar la puerta de la fábrica.

—Adiós, Blight.

—¡No, Luz, espera!

Pero luz ya había salido volando con Owlbert. Amity llamó a Ghost para ir tras ella. Montó en su bastón y escapó de las garras del abomatron en el último instante. Aún podía verla. La siguió gritando su nombre y con lágrimas en los ojos. Tenía calor. No podía perderla. No por algo así. Volaba todo lo rápido que podía pero no parecía ser capaz de avanzar. El pecho le pesaba y la respiración se le entrecortaba con los sollozos y el nombre de Luz. A pesar de que ya no era más que un punto diminuto entre las estrellas, Amity fue capaz de escuchar su voz con claridad.

—¡Te odio!

—¡Luz! —Amity se sentó en la cama de golpe y sintió que toda la habitación a su alrededor se movía. La puerta se abrió y una figura conocida se recortó contra la luz, a la que tuvo que entrecerrar los ojos.

—¡Batatita! ¿Estás bien? —Luz se acercó a la cama y se sentó a su lado. Le puso la mano sobre la frente y rio con suavidad—. Eres una batatita asada, amor. Vuelve a acostarte. —Luz la tumbó y la cubrió de nuevo con las mantas—. Debimos tener más cuidado al jugar con la nieve, ¿eh?

—Pero fue divertido —respondió Amity con la nariz taponada y aliviada de que todo aquello solo hubiera sido un sueño. Luz estaba allí para cuidarla de aquel... ¿cómo se llamaba? ¿Resfriado?—. He tenido una pesadilla horrible. —Luz sonrió mientras le acariciaba el cabello.

—Sea lo que sea, ya ha pasado. Estás a salvo aquí conmigo. —Le dejó un beso en la frente y se quedó mirándola unos segundos. Amity sonrió. Estaba demasiado cansada como para mantener los ojos abiertos a pesar de lo mucho que le gustaba ver los de Luz—. ¿Crees que podrás dormirte de nuevo?

—¿Te importa quedarte conmigo un poco más? —murmuró Amity.

—Claro que no. —Luz se metió en la cama junto a ella—. Incluso puedo leerte algo si quieres. Tengo los libros de Azura descargados.

—Me gusta como suena... —Amity se acomodó en el hombro de Luz y la abrazó por la cintura para asegurarse de que seguía ahí y no se iba a ninguna parte sin ella. Luz sonrió y comenzó a leer mientras le pasaba la punta de los dedos por la espalda a Amity. No tardó mucho en quedarse dormida, y a Luz, después de leer en voz alta con los ojos fijos en la pantalla, también le dio sueño después de un rato.

Apagó el teléfono y cerró los ojos también. Buscó la mano de Amity en la oscuridad, le dejó un suave beso en los dedos y se dejó mecer por su respiración a un sueño en calma. A su lado.

★★★
Siguiente capítulo: Déjate ayudar (RaEda)