El Espíritu del Sauce (Winter/Huntlow)

484 27 3
                                    

Nota: Este es un cuento folclórico japonés. El título me pareció apropiado desde el primer momento, ya que en inglés, Willow significa sauce y de la misma forma, la historia encajaba bien con ella y con Hunter, así que decidí adaptarlo un poco. Solo he cambiado los nombres y el final porque los cuentos tradicionales japoneses no suelen acabar muy bien y estos dos ya tienen suficiente drama en el canon. El cuento es fácilmente encontrable en internet bajo el nombre de "El espíritu del sauce" o "La esposa sauce", si alguien quiere leer el original.

Hace mil años se construyó un gigantesco templo erigido en honor al Emperador. Antes de su levantamiento, había por allí cerca un pueblecito a cuyas puertas había un enorme sauce.

Este viejo sauce servía de parque de juegos a los más pequeños; con su sombra, refrescaba a los más mayores en verano. Tras las largas jornadas de trabajo, los jovenzuelos iban a sentarse bajo sus hojas y allí se juraban amor eterno. Hasta para el agotado viajero servía el árbol de refugio.

Sin embargo, eran tiempos en los que los hombres no tenían miramientos con los árboles, y un día, los pueblerinos quisieron cortar el sauce para construir un puente sobre el río. En el pueblecito habitaba un joven campesino, Huner, que había vivido siempre cerca del viejo árbol, al igual que muchos de sus antepasados, y era muy querido entre sus vecinos.

—Este árbol no debe talarse —decía—, ¿acaso no ha sobrevivido torrenciales y tormentas durante cientos de años? ¿No ha protegido a nuestros niños del calor del verano y les ha provisto de horas de juego y diversión? ¿No había protegido al agotado y ayudado al enamorado en su confesión? —Las palabras de Hunter acabaron por convencer a sus vecinos—. En lugar de talar este sauce, permitiré el uso de todos los árboles de mi propiedad que sean necesarios, siempre y cuando se respete para siempre este sauce.

Los aldeanos, que también veneraban el árbol con gran pasión, accedieron al trato del joven, con lo que, satisfecho, proporcionó la madera que necesitaban sus vecinos para el nuevo puente.

Unos días después, Hunter regresaba de un largo día de trabajo y, de pie junto al sauce, vio a una bella muchacha. Hunter, bien educado, la saludó con una pequeña inclinación, a lo que ella respondió de la misma forma.

—Es un árbol precioso —dijo ella.

—Desde luego —coincidió Hunter—. Nos ha acompañado durante siglos, todo el pueblo le tiene un gran cariño.

Ambos mantuvieron una larga conversación sobre aquel sauce en la que su admiración hacia el árbol parecía actuar como un imán entre ellos.

—Temo que he de marchar —dijo ella cuando el sol comenzó a tocar las montañas.

En su interior, Hunter sintió una pesadez al despedirse de ella y, durante el resto del día, fue incapaz de concentrarse en sus tareas. Su mente regresaba una y otra vez a aquella muchacha. No dejaba de preguntarse quién podía ser, pues nunca la había visto por el pueblo. Ni siquiera fue capaz de dormir bien. Nuestro querido campesino se había enamorado.

Al día siguiente, Hunter se sumergió en el trabajo y se esforzó el doble de lo normal para intentar no pensar en la chica del sauce.

Pero cuando volvía a casa, las mariposas revolotearon en su pecho cuando la vio de nuevo bajo el sauce.

—¡Buenas tardes, Hunter! Ven, siéntate bajo las ramas, debes de estar cansado después de todo el día trabajando.

Hunter lo hizo con una gran sonrisa.

Las tardes bajo el sauce continuaron varias semanas en las que Hunter sentía cómo su amor por la chica continuaba creciendo. Un día, cuando ya no fue capaz de contenerlo más, Hunter confesó sus sentimientos a la muchacha.

Después de ello, la muchacha y Hunter continuaron encontrándose bajo el sauce todos los días, hasta que la misteriosa chica aceptó casarse con él con una única condición.

—Nunca me preguntes por mis familiares o amigos —le pidió—, no tengo ninguno, pero prometo que te amaré con toda mi alma. Mi nombre es Willow. Me casaré contigo si tú también lo deseas tanto.

Poco tiempo después, Hunter llevó a Willow a casa y contrajeron matrimonio. Con el paso de algunos meses, apenas un año, engendraron un hijo, que les llenó la casa y la vida de alegría. A partir de entonces, siempre podía verse al feliz matrimonio jugando con su hijo, al que llamaron Winter.

Probablemente era esta familia la más feliz de las islas, pero raras veces dura eternamente una felicidad así.

Cuando el pequeño Winter cumplió cinco años y se había convertido en el niño más guapo del pueblecito, el emperador ordenó construir un templo en su honor. Para ello, envió a todas las autoridades disponibles encontrar toda la madera que pudieran para construir el tejado del templo. Al sauce no le quedaba demasiado tiempo, pues el emperador requería de su madera y de muchos otros árboles.

Una vez más, Hunter ofreció todo lo que tenía a cambio de salvar su querido sauce, pero esta vez, hasta su mismo pueblo quería contentar al emperador, por lo que la sentencia fue inmediata.

A las pocas noches, mientras la feliz familia dormía, a Hunter le despertaron el sonido de las hachas. Junto a él, Willow se había sentado en la cama, tratando de decirle algo. En sus mejillas había arroyos de lágrimas.

—Hunter, he de decirte algo muy importante. ¿Recuerdas que, antes de casarnos, te pedí que no me preguntaras sobre mi familia ni amigos? —Hunter asintió, algo asustado y tratando de limpiarle la cara—. Ha llegado el momento de decirte quién soy realmente. No soy otra cosa que el espíritu del sauce al que salvaste hace ya tanto tiempo por el amor que sentías hacia él. Tomé forma humana para vivir contigo y hacerte feliz el resto de tu vida porque sabía que contigo estaría a salvo. Pero ahora que están talando el árbol, ha llegado el momento de marcharme —Willow temblaba, y Hunter la sujetó entre sus brazos—. No sé si podré regresar... —su voz se entrecortó y los labios de Hunter temblaron—. Cuida de Winter, es un niño fuerte, seréis capaces de sobrevivir sin mí si no vuelvo... —su voz era cada vez más débil. Willow alzó una mano y acarició el rostro de Hunter. Él la abrazó con fuerza y con sus sollozos despertó al pequeño, que llegó a tiempo de ver cómo su madre desaparecía en brazos de su padre.

El pequeño lloraba y suplicaba a su madre que regresara. Hunter lo miró, aún le temblaban las manos y le quedaban lágrimas en las mejillas.

—Vamos, tenemos que ayudar a tu madre.

Hunter cogió a su hijo en brazos y corrió hacia el sauce. Cuando llegó, al principio no fue capaz de creer lo que sus ojos veían.

El sauce había cobrado vida, con sus largas ramas golpeaba a los leñadores y destrozaba sus herramientas. Al acercarse un poco más, Hunter pudo ver a Willow flotando ante el árbol, el ceño fruncido y los ojos relucientes.

Una rama los agarró a ambos y los escondió entre su frondosa copa, desde donde pudieron ver el resto de los acontecimientos. El pequeño Winter animaba a su madre mientras Hunter se agarraba a una rama gruesa para no caer, viendo a Willow defenderse con todas sus fuerzas.

—¡Este árbol está maldito! —gritó uno de los hombres—. ¡Larguémonos de aquí!

Sus compañeros no protestaron, subieron al carro que los había traído y regresaron por donde habían venido. Minutos después, cuando todo estaba más tranquilo, Hunter bajó despacio con su hijo a la espalda y atrapó entre sus brazos a Willow, que descendía rodeada por un aura verdosa y brillante.

—¿Estás bien? —Ella respiraba entrecortadamente, pero asintió.

—Estaré bien.

—¡Mami! —el pequeño abrazó a su madre con fuerza y Willow sonrió. Lo abrazó también y Hunter los estrechó a ambos.

—Mañana vamos a tener que encargarnos de arreglar eso. —Willow señaló los profundos arañazos en el tronco del sauce. Hunter la alzó y empezó a caminar hacia su casa.

—Está bien, pero ahora deberías descansar.

—Puedo caminar perfectamente, lo sabes, ¿no?

—Por si acaso.

The Owl House (One Shots e Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora