The Owl House (One Shots e Historias Cortas)

Todo irá bien (Winter/Huntlow)

—Nosotras vamos a acompañar a Gus para que no se pierda en la zona de los televisores.

—Vale, Luz —dijo Willow—. ¿Nos vemos de vuelta en casa?

—Genial. ¡Gus! —Luz salió corriendo detrás de su amigo. Amity miró a Willow y a Hunter.

—Creo que he visto una tienda llena de flores más atrás. Divertíos —dijo antes de ir tras Luz.

Hunter los vio alejarse y se dio cuenta de que se había quedado a solas con Willow cuando ella se volvió y le hizo una pregunta que no pudo responder porque no paraba de pensar en que se había quedado a solas con Willow.

—¿Hunter?

—Lo siento —el muchacho volvió en sí—, ¿qué? —Hunter intentó por todos los medios no volver a distraerse con su risa.

—Digo que si quieres ir a por algo de beber.

—Ah, sí, claro.

Los dos echaron a andar por el enorme pasillo, rodeados de gente. Willow sacó un trozo de papel doblado en cuatro.

—¿Qué es eso?

—Algunas cosas que me ha pedido Camila para sus plantas —Willow se lo mostró—. Aunque la verdad es que no sé mucho de plantas humanas.

—Hm... igual podemos buscar algún libro para saber qué son...

—Hay algunas que sí conozco, porque... —Hunter la escuchaba, pero también pensaba en lo cerca que estaban sus manos y en el impulso que sentía de acariciar sus dedos. Llevaba así todo el día. Por alguna razón u otra, Hunter siempre acababa a su lado, a la hora de comer, en el sofá, en el coche, paseando. Y no era algo que él fuese buscando deliberadamente, aunque tampoco tenía intenciones de quejarse.

Era curioso. Siempre había evitado las historias de amor en la ficción, le parecían cursis y pegajosas, pero desde que había conocido a aquella bruja, sentía que él mismo estaba dentro de una, y no le parecía malo en absoluto. De hecho, quería quedarse allí todo el tiempo que pudiera, quizá más.

Willow le agarró la mano.

—¿Oyes eso? —Hunter balbuceó, pero no fue capaz de decir nada coherente. Willow tiró de él hasta que encontró lo que buscaba. Una niña lloraba delante de un escaparate. Se acercaron y Willow se arrodilló junto a ella—. Hola, ¿te has perdido? —La niña la miró sollozando y asintió—. No te preocupes, nos quedaremos contigo hasta que vengan a por ti. —Hunter vio cómo Willow le limpiaba las lágrimas y la ayudaba a calmarse con ese truco de respiración que le enseñó Gus, y sonrió.

Willow hizo aparecer una flor tras asegurarse de que nadie la miraba.

—¿Eres una bruja? —preguntó la niña con asombro.

—Shh... —respondió Willow guiñándole un ojo—. Me llamo Willow, y él es Hunter —añadió. Hunter alzó una mano para saludarla, no muy seguro de cómo tratar con alguien de esa edad.

—Yo me llamo Liv.

—Bien Liv, ¿dónde viste a tus padres la última vez?

—Aquí. De repente estaba sola.

—Entonces es mejor no movernos. Hunter, ¿puede sentarse en tus hombros?

—¿Cómo? —preguntó sin entender.

—En tus hombros. Es... —Willow buscó algo entre la multitud—, así. Hunter miró en la dirección en que señalaba y vio a un niño sentado en los hombros de un hombre—. Así le será más fácil buscar a sus padres. Y a ellos verla a ella.