The Owl House (One Shots e Historias Cortas)

Sacrificio Definitivo (Petición de YoyoyoMJ [Ao3])

Nota: Este One-shot fue una petición que se me hizo en Archive of our Own. En el mensaje de YoyoyoMJ se me pedía encarecidamente que esta fuera una historia triste, así que así lo he intentado. Aviso de contenido: muerte de un personaje principal.

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La respiración de Luz era entrecortada. Miró el glifo que le había dado el Coleccionista antes de ir a jugar entre los astros. Levantó la vista al cielo. Empezaba a anochecer en el horizonte, pero aún fue capaz de distinguir las estelas que aquel hijo de las estrellas dejaba entre los puntos de luz que empezaban a verse,, jugando a un juego que se había inventado sobre la marcha para convencerlo de salvar aquel mundo y cuyas reglas ya había olvidado.

Se volvió hacia el resto de sus amigos, su familia. Por un momento, durante la batalla y la negociación, pensó que había sido el final, pero ahora se daba cuenta de que no era así, aunque no por mucho tiempo. Estaban débiles, la magia no había regresado, a Eda le faltaba la mitad de su brazo derecho y King... Luz sorbió la nariz y aguantó las lágrimas ante la imagen del pequeño titán petrificado. Tenía que hacer algo. Pronto.

Se detuvo delante de cada uno de sus amigos y se despidió con un abrazo. Y un beso en el caso de Amity, Camila, Eda y King.

Dibujó un gran glifo en el suelo y unas enredaderas la subieron a la torre más alta que pudo encontrar. Desde allí arriba podía ver todo el desastre que aquello había causado, todas las ciudades en ruinas, en llamas o cenizas, todo el mundo desmayado, con vida, pero perdiéndola por momentos. Sintió una punzada de culpabilidad en el pecho, pero en seguida escuchó la voz de Eda en su cabeza.

—Escucha, niña. Solo el titán sabe qué habría hecho Belos con este mundo si no hubieses llegado aquí, así que deja de pensar que solo has estropeado todo y termina de salvarnos. Tienes un talento para eso. —Luz se secó las lágrimas con el dorso de la mano, aunque solo consiguió ensuciarse un poco más, si es que eso era posible.

No quedaba gran cosa allí arriba, ni siquiera había techo. Lo que sí había era polvo, mucho. Conveniente. Tomó aire profundamente y copió el glifo del Coleccionista tan grande como le permitió el tamaño de la torre. Iba a necesitar toda su magia para llevarlo a cabo, el hijo de las estrellas se lo había explicado todo. Aquel era un hechizo poderoso, y peligroso para cualquiera que lo llevara a cabo. Hacían falta varias brujas experimentadas y con extraordinarios poderes para que fuese estable y seguro. Pero Luz no iba a permitir que nadie más saliera herido por su culpa. Tenía que hacer eso sola.

Cerró los ojos e inspiró profundamente.

—Gracias a todos. Os quiero.

Estampó ambas manos en el centro del glifo y este comenzó a relucir bajo sus pies. Se sintió levitar, rodeada de luz. Tomó aire y apretó los puños. Podía notar todo el poder fluyendo por sus venas, era incluso doloroso. Suficiente poder para restaurarlo todo. Las islas, las ciudades, la magia. Toda la magia. Eliminar las marcas de los aquelarres. Acabar con la maldición. Era capaz de hacer todo eso y más. No estaba segura de que su cuerpo fuese capaz de aguantar tanta energía, pero debía hacerlo. Por las islas hirvientes. Apenas fue capaz de abrir un poco los ojos para ver como una onda de magia salía disparada de su pecho y se expandía como una supernova hasta cubrir todas las islas hirvientes.

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Más abajo, en Bonesborough, Eda consiguió abrir un poco los ojos. Le dolía la cabeza y notaba un pinchazo en el brazo que le faltaba. Aun sabiendo que su mano solo agarraría el vacío, se la llevó al antebrazo derecho y casi saltó al sentirlo ahí. Abrió los ojos del todo y se miró el brazo. Estaba ahí. Estaba ahí de verdad.