The Owl House (One Shots e Historias Cortas)

Grom (Young Aladarius + Raeda)

Nota: en este one-shot hay un par de personajes propios.

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—Podéis retiraros —dijo Belos. Todos los líderes se dieron la vuelta hacia la salida—. Excepto tú, Darius. Tengo que hablar contigo.

Darius se detuvo en seco, vio de soslayo las miradas de Eberwolf y Raine e hizo un gesto para que no se preocuparan. Sabía que no serviría para mucho, pero salieron también.

El líder del aquelarre de las abominaciones se volvió hacia Belos e hizo una reverencia.

—¿Sí, señor? —preguntó cuando la sala quedó vacía. Solo el Guardián Dorado seguía presente, y los abomatones que ni siquiera quería mirar. Si no les prestaba atención, quizá dejaban de existir, junto a todo lo que había tras ellos.

—Ha llegado a mis oídos que no hace mucho estuviste en el conformatorio. ¿Es eso cierto?

—Sí, señor. —Sabía que ese acto podría traerle problemas, pero sabía también que mentir no era una buena elección, sobre todo si era Belos. Sobre todo si era cierto. Bajó la mirada, arrepentido, aunque no lo estaba.

—¿Y qué hacías allí, si puede saberse?

—Estaba... —Darius suspiró. Mostrar debilidad sí que podría hacer que la reprimenda fuera menor. Sabía que aquel hombre no tenía corazón, pero también conocía sus estrategias, y la compasión era una bastante recurrente, aunque fuese falsa—. Quería ver a mi hermana.

Belos suspiró y se levantó del trono para acercarse a él. Darius no se movió cuando le puso la mano enguantada en el hombro, aunque le fue difícil no hacerlo.

—Lo creas o no, sé perfectamente lo que sientes. —Y una mierda, pensó Darius, pero no dijo nada—. Nosotros también extrañamos a nuestra familia. ¿Verdad, Hunter? —Belos se volvió hacia el muchacho, que se limitó a asentir tras la máscara—. Sé que es duro sobreponerse al pasado, pero cuando te sientas débil, debes recordar que Leena era una traidora, y recibió su merecido castigo. Tú no debes seguir sus pasos, Darius, lo sabes, ¿verdad? Sería una pena perderte a ti también. —Darius asintió, luchando con todas sus fuerzas contra la mueca de asco que pugnaba por florecer en su rostro.

—Sí, señor Belos. No volverá a pasar.

—Muy bien. Marchaos los dos. Tengo asuntos que atender.

Hunter salió tras Darius y se quedó junto a la puerta cerrada. Darius había entablado una conversación con Whispers, que lo estaba esperando, así que se mantuvo a una prudente distancia.

—Te dije que no debías ir allí.

—Han pasado casi veinte años, Raine. Ya apenas me acordaba de su cara —La voz de Darius no denotaba ninguna emoción. El barde suspiró.

—Yo también la echo de menos, ¿sabes?

—Lo sé. —Raine rebuscó algo dentro de su chaqueta y le entregó un papel amarillento. Darius le miró y abrió el doblez. Incluso desde donde estaba, Hunter pudo ver cómo los ojos verdes de Darius se inundaban de lágrimas.

—Me la dio antes del concierto —explicó Raine—. Quédatela.

—Pero Leena te la dio, es tuya, no puedo...

—Tengo más fotos con ella. En serio. Quédatela, así no tendrás que volver al conformatorio a hurtadillas a ver su estatua. —Darius soltó una amarga risotada mientras se guardaba la fotografía.

—Para tu información, está tan orgullosa como siempre.

—En algo os teníais que parecer —sonrió Raine.