The Owl House (One Shots e Historias Cortas)

La flor del invierno (Winter/Huntlow)

Había una vez, en la época en la que la magia y otras maravillas aún existían, un reino gobernado por un rey llamado Belos, muy querido por todos pese a la oscuridad oculta en su corazón.

Casi dieciocho años antes, Belos, aún príncipe, y su hermano mayor, el rey Caleb, se enfrentaron a un dragón de las montañas que había empezado a asediar el reino. Cegado por el poder, Belos tendió una trampa a su hermano y solo él sobrevivió a la lucha contra la bestia.

El siguiente en la línea sucesoria era en realidad, el hijo del rey, mas, demasiado joven para tomar el cargo con apenas unos meses de vida, fue Belos quien tomó las riendas hasta que su sobrino cumpliese la mayoría de edad.

Ahora, el pequeño príncipe, al que habían llamado Hunter, se había convertido en un apuesto joven de rasgos afilados, afilada inteligencia y corazón noble, digno hijo de su padre. Belos le hablaba a menudo del triste destino que había sufrido su hermano y de cómo la bestia había escapado impune tras tragárselo de un bocado. Desde muy pequeño, el príncipe había sido entrenado e instruido para acabar la tarea que el rey dejó sin terminar años antes. Tanto era así que se le había otorgado el título de Guardián Dorado.

Hunter estaba decidido a cumplir su deber, pero, como suele pasar a menudo en los muchachos de su edad, a menudo se distraía. En los últimos tiempos, sobre todo, su maestro le sorprendía mirando por la ventana de la biblioteca a la nueva jardinera de palacio. Una muchacha de cabello oscuro y ojos verdes como la hierba que parecía hacer florecer cada brote del jardín real con una simple sonrisa. Cuando se le recriminaba este comportamiento, o la misma chica cruzaba la mirada con él, el príncipe regresaba a sus lecciones sin dilación, pero con las mejillas rojas como cerezas.

Mientras el muchacho se preparaba para su misión, el rey buscaba la panacea que le permitiera continuar reinando durante el resto de la eternidad. A punto de conseguirlo gracias a los servicios de cierta bruja experta en plantas medicinales, decidió que era hora de deshacerse de la amenaza que suponía su sobrino, por lo que pronto convocó también a la domadora de bestias que ya le había servido en su momento. Ordenó que el dragón volviera a asediar la ciudad unas semanas antes del decimoctavo cumpleaños del príncipe.

—No temáis —habló Belos a su pueblo una mañana de invierno, cuando la situación parecía empezar a descontrolarse—, mi sobrino, vuestro príncipe, ha dedicado su vida a prepararse para este momento. Está listo para enfrentarse al dragón que tanto terror causa y que ya se cobró la vida de mi preciado hermano.

Hunter dio un paso adelante y el pueblo rompió en vítores. Tan solo una persona tuvo el valor de alzar la voz para llamar la atención del rey y del príncipe. Hunter se puso nervioso. ¿Qué tenía que decir la jardinera real sobre aquel asunto?

—Con todo el debido respeto, mi señor —comenzó—, no creo que el príncipe deba ir solo a enfrentarse al dragón.

Hunter parpadeó. ¿Por qué le importaba? ¿Acaso... le preocupaba que pudiera pasarle algo? Apenas se dio cuenta del calor que le había subido a la cara cuando su tío respondió.

—¿Insinúas que el entrenamiento que he planificado para mi sobrino no ha sido suficiente? ¿Que no es capaz de cumplir con el deber para el que ha sido preparado desde su más tierna infancia? —Hunter frunció el ceño al darse cuenta de lo que las palabras de la jardinera implicaban. Claro que era capaz.

—Solo digo que, si ya dos personas se enfrentaron juntas al dragón una vez y apenas fueron capaces de sobrevivir, ¿porque enviar tan solo a una ahora? Suena a muerte segura.

—¿Sugieres que alguien debería acompañarle? ¿Quién?

Para el rey, aquello no supondría ningún problema, si la muchacha quería perder la vida en un inútil intento de salvar a aquel joven iluso, que así fuera. Morirían ambos. La jardinera abrió la boca para responder, pero el príncipe, herido en su orgullo, habló antes.