Años han pasado desde la Segunda Gran Profecía, los semidioses a pesar de las pocas esperanzas y expectativas han crecido y se han vuelto poderosos, todo marchaba bien para todos pues no habían tenido grandes batallas o pérdidas, todo iba bien excep...
Leah no sabía que era lo que pasaba con ella, su cuerpo estaba cambiando y eso la tenía aterrada y desde que hablo con "el chico suicida" solo había empeorado, fueron tantos sus ¿celos? Que ni siquiera pudo llegar a su casa pues se transformó en un horrible lobo.
Nadie sabía quién sorprenderse más, ella o la tribu Quileute, Leah Clearwater era la primera mujer de la tribu en volverse un metamorfo pero no por eso la aceptaban, al contrario, parecía que la rechazaban más que antes sobre todo ahora que todos estaban conectados mentalmente y la loba podía saber lo que ellos pensaban.
Leah no supo que le dolió más, convertirse en un horrible lobo o saber porque su prometido la dejo por su prima... odiaba su vida, demasiado pero... cuando por fin salió de la Reserva por un respiro un olor embriagador llego a ella.
Demonios parecía un maldito perro tratando de seguir ese exquisito olor, se encontró en medio del bosque viendo una gigante y debía admitir un poco terrorífica casa, todas sus paredes de color negro y los arboles a su alrededor dándole un toque como si fuera sacada de una película de miedo...
Miedo, fue lo único que sintió cuando vio esa cosa, puede que nadie de la Reserva lo supiera pues solo la consideraban la gruñona y sentida Leah pero la chica era inteligente, demasiado por lo que solo con ver esa cosa y con lo poco que su padre le dijo respecto a lo que conllevaba su nueva naturaleza...
Solo le basto presentir el peligro que ese maldito chupasangre suponía para volverse ese horrible, a sus ojos, lobo y que saltara sobre ese monstruo viendo a quien quería herir.
Su chico suicida...
--Toma... Leah, lo dejare aquí y me daré la vuelta para que puedascambiarte ¿sí?- dijo con amabilidad Nico dejando la muda de ropa en el suelocon una sonrisa para después darle la espalda a la loba viendo hacia su casacuidando que ninguno de los semidioses dentro los vieran
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--¿Cómo supiste que era yo?- pregunto la pelinegra cambiándose
--Los ojos...- dijo Nico, no pudo evitarlo y giro un poco su cara, trago saliva nervioso
--Mis ojos están aquí- lo regaño Leah, la loba se quedó muda cuando los ojos del pelinegro dieron con los suyos, demonios, ¿era normal sentir su corazón salirse de su pecho?
--Tus ojos...- volvió a decir Nico bajando la mirada ruborizado- son iguales, los de lobo y los tuyos...
--Ya puedes voltear- dijo Leah bastante nerviosa
--Gracias por salvarme la vida... de nuevo- dijo Nico con las mejillas rojas
--¿Eso... será algo normal... entre nosotros?- pregunto Leah con las mejillas igual de rojas que el semidiós
--Probablemente...- dijo con una risita Nico que contagio a la loba
--¿No tienes... preguntas?- dijo con cierto miedo Leah, sabía lo que había pasado cuando sus ojos y los profundos de Nico se encontraron y... estaba aterrada si era honesta, temía que él no la aceptara, eso la mataría
