Capítulo I

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"Érase una vez una mariposa que se dejó llevar por los primeros vientos de verano"


Ekaterina


...No puedo creer que me este dando la excusa pendeja del grupo de estudio.

—El estudio de porque su verga no puede aguantar parada más de 5 segundos— susurré molesta y bloqueé mi reciente teléfono de segunda mano.

—¿Ekaterina? —una vocecita cerca mío clamó mi nombre.

Recordatorio: Revisar que no haya nadie alrededor mío cuando maldijera a futuros ex-novios.

—Karlita... —respondí endulzando mi voz.

Que no me haya oído. Que no me haya oído. Que no me haya oído. Que no me haya oído.

—No lo vas a creer, Ekaterina —En un segundo me tenía tomada por ambas manos. El vestuario del "Blue" era más pequeño que el baño de un antro barato. —¿Espera qué haces aún aquí?

Karlita era la mesera más antigua del "Blue". Ingresó esperando que alguien la "descubriera como artista" y de eso habían pasado 5 años. Me tenía un poco más de tirria que al resto de mis compañeros por mi antigüedad, exceptuando a Daisy todos éramos molestos para ella.

—Espero a Margarita. Se aprovechan de su buena voluntad a veces...

—Cierto que pena... En fin —Continuó como si su lástima nunca hubiera existido. — ¡Voy a participar en una película! Sabía que tarde o temprano iba a suceder, digo tengo un increíble talento pero no negaré...

Escuché su diatriba con una incómoda y falsa sonrisa sobre el rostro. Era obvio que se había dado cuenta de mi molestia, pero Karla es de las personas que no le importaba mucho los otros mientras ella esté bien. Por suerte la puerta se abrió dando paso a mi heroína de cabellos azules.

—Me cambió en el auto, Gallardo. ¡Vámonos de aquí!

—¡Margarita!—Karla se separó de mí, para llamar la atención de Daisy. Margarita Ríos era el nombre falso que le había dado el programa de protección de testigos.— Ekaterina estaba balbuceando algo sobre un estudio de vergas. ¿Qué cosas, no?

Karla perra mentirosa, solo te hiciste la desentendida para usarlo luego. Daisy me arrojó una mirada de "¿Qué carajos?" y solo atine a sujetarla del brazo para irnos de allí.

—Adios Karlita, espero te acuerdes de nosotras cuando recibas un Oscar. ¡Te queremos!

No lo hacíamos.

Intentamos escapar de los exquisitos olores de los impagables platos del Blue, el restaurante donde trabajabamos, antes de que alguien nos pidiera un favor de último momento. Lastimosamente nos cruzamos a José Manuel, el jefe de meseros, en la entrada y nos pidió colaboración para el regalo del bebé recién nacido de alguien.

Una vez afuera respiramos con alivio. Nos dirigimos con lentitud hacía el "Comaneci", el destartalado pero confiable auto de Daisy. 

—Odio a los bebés, solo sirven para succionar el dinero de las personas y acabar con sus sueños —. Daisy jugaba con sus llaves buscando desquitarse.

—Al menos no fue tanto dinero, Dai —dije en un intento de calmarla.

—Lo dice Avariciosa Mc. Gallardo —Presionó una de mis mejillas con su índice. No lo iba a negar, yo tampoco tenía dinero para gastar en bebés ajenos—. Ahora... ¿Cómo es eso del estudio de vergas?

MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora