Capítulo X

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"Érase una vez un bosque con muchas mentiras, en el cual a las mariposas les encantaba volar"


Ekaterina


Dimitri cargaba en brazos a Alicia, quien abrazaba un enorme peluche de hámster rosa. Verlos así me produjo una extraña mezcla de enojo y ... ¿nostalgia?

Muy bien destino, si quieres seguir haciendo esta porquería conmigo puedes enviar a Astor Valle—Rojo vestido de conejita playboy, porque no va a sorprenderme.

O tal vez podrías enviar a 69, aunque eso sí me podría hacer llorar.

El tono de voz acusador, pero sarcástico de Dimitri rompió mis fantasías como lluvia sobre algodón de azúcar.

—Parece que lo estás pasando muy bien, sobrino.

Uff, no se dirigió hacia mí, estaba a salvo. Debía irme de aquí en cuanto pudiera.

—¡Tío, ella es mi hada madrina, Ekaterina, vino desde su mundo mágico solo por mí!—gritó Alicia.

Si quedaba alguna esperanza de que pudiera escapar sin que Dimitri lograra reconocerme, acababa de ser acribillada por una niñita con traje de princesa. La furia silenciosa del que alguna vez fue mi hermano ahora iba dirigida hacia mí también.

Por suerte, su objetivo esta noche parecía ser Alain.

—¿Aún no logras comprender que tus acciones afectan tu imagen y la del grupo?—exclamó el mayor con disgusto.

—Alicia nos pidió bailar como su deseo de fiesta y Huiwang tiene conocimiento de ello—explicó veloz Alain para luego dirigirse a Alicia con dulzura—. Ali, ¿Hace cuánto conoces al tío Dimitri?

No pude evitar que mis ojos se abrieran de la impresión. Odiaba ser tan expresiva en ocasiones, Dimitri notó de inmediato mi sentir y sonrió con suficiencia. ¿Cómo era posible que Alain no supiera quién visitaba a su hermanita?

—En mi cumpleaños —respondió algo temerosa —, me regaló a Duquesa Avellalinda. ¿Acaso me comporté mal, hermanito?

Alain la consoló con rapidez, pero los puños apretados indicaban su molestia. Buscaba la manera más rápida de escapar de esta batalla, sin embargo Dimitri reaccionaba a cada uno de mis movimientos como un depredador.

—Me alegra que Alicia esté feliz, sobrino. Era lo mínimo que podías hacer por no estar en su cumpleaños.

—Tal vez si no hubiera viajado a otro país como representante de uno de los miles de programas sociales del grupo, habría podido estar junto a mi hermana.

—Tampoco fue sencillo para mí definir mis prioridades, sobrino —dijo Dimitri como si estuviera explicando algo obvio para luego exclamar con desdén:— Pero con tu edad esperaba más madurez de tu parte.

Mierda, Alain tenía un aura asesina rodeándolo.

¿No se supone que estos dos llevaban una relación cordial frente al público? En cualquier momento cogerían los cuchillos de las mesas aledañas y se lanzarían a sus cuellos.

Me giré esperando cruzar mirada con algún chismoso cerca, pero me sorprendí al notar que la mayoría de invitados bebían con libertad al otro extremo de nuestra ubicación, junto a la barra. El resto utilizaba la pista de baile, la música a todo volumen envolvía el ambiente.

Dimitri había aprovechado el bullicio y las distracciones para desviar la atención sobre ellos. A lo lejos, solo eran un amable tío manteniendo una conversación familiar con sus sobrinos.

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