Capítulo XIV

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*Primrose: Sobrenombre y/o abreviatura de la Universidad Principal de Rossens.

*ENCA: Examen nacional de capacidad académica.


Hace poco más de 4 años...

"Érase una vez una crisálida que presentó una abertura"


Ekaterina

Hasta hace unos meses, Ekaterina Gallardo aún se sentía incómoda cuando respondía "bien" a la típica pregunta: "¿Cómo estás?", sin embargo ahora era capaz de agradecer a comensales desconocidos y reírse de los chistes misóginos del padre de su novio, sin inmutarse.

No existía culpa en la mentira, era más fácil para ella. Fingir que nada pasaba allí dentro, que el tratado de paz se había firmado con éxito y que todos los muertos en combate estaban satisfechos. El restaurante donde trabajaba de mesera era una mezcla de olores llamativos, tapices coloridos y mucho, pero mucho cuchicheo sobre cualquier tema que fuera "emocionante".

En un pueblo donde tan pocas cosas sucedían, la televisión se encargaba de traer las últimas novedades:

"Hoy en casos extremos: La tuvo secuestrada toda su vida fingiendo que no era su madre para extorsionar a su padre que era un famoso diseñador. La terrible historia..."

—Que locura, 'tas historias que pasan en las ciudades, ¿No, Kati? Y así el Lorenzo quiere irse pa' una de esas. Por eso tienes que decirle que se quede aquisito nomás, cerquita. Si ya te tiene a ti, toda bonita, fina, una niña de ciudad.

—Lo mismo digo, doñita —respondió Ekaterina sin querer iniciar una discusión sin sentido—. Pero Lorenzo ya tomó su decisión y sabe que su hijo es bastante testarudo.

Ekaterina detestaba que la llamaran Kati, pero no podía decirle eso a la madre de su novio, sin que después no fuera despedida.

—Pa' eso te tengo a ti, Katicita. Tal vez debes dejarle claro que quieres que se quede... le podría ir más bonito acá con su papá en la mina. Y tú, serías la muchacha más envidiada de Cujilla. De repente así tu mamá, por fin viene a una comida con nosotros. Ya sabes pa' ver lo de su futuro de los dos...

Ekaterina le dió una sonrisa, una de las falsas claro, y la ignoró mientras cobraba a unos clientes. Las ventajas de estar con el hijo de la dueña era que ella podía descansar en ese puesto cuantas veces quisiera, y las desventajas eran tener que oír a su "casi-suegra" sobre planes de futuro cuando apenas tenía dieciocho.

La realidad era que Ekaterina más que tristeza por la ida de Lorenzo, sentía incertidumbre. Después de todo, Lorenzo era homosexual y ella solo era su fachada. Luego de meses de tener una relación dealer-cliente, ambos sintieron suficiente confianza para iniciar un noviazgo falso.

Ambos sabían el secreto del otro. Él evitaba habladurías y mantenía feliz a sus padres; y Ekaterina espantaba a los hombres y tenía un trabajo garantizado. Pero ahora que Lorenzo por fin seguía sus sueños, yéndose a un lugar donde podía ser libre; Ekaterina no dejaba de preguntarse cómo ocultaría sus pocas ganas de vivir.

La opción a la que se inclinaba, era mudarse a la ciudad más cercana y estudiar algún cursillo corto que le permitiera ganar algo de dinero sin dificultad, para luego juntarse con algún joven medianamente agradable, tener sus hijos y vivir de algún trabajo poco exigente.

Ver pasar los días desde la ventana de una casa que posiblemente compartiría con la familia de su pareja, en donde los padres de este le recordarían ser agradecida y moderada porque su hijo le hizo un favor al llevársela de ese pueblucho abandonado.

MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora