Capítulo XV

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"Érase una vez una mariposa que se ahogó"


Ekaterina


-¡POR LA PUTA MADRE TECLADO DE ... ya está funcionando, ya funciona-susurré dándole caricias al aparato-. Eso, vamos bonita.

Iba a morir.

Pero, luego de terminar este estúpido reporte del libro para Ronan, iba a golpear mi laptop con un bate de beisbol.

No, no puedo hacer eso. No tengo dinero para comprarme una nueva. Esto es mi culpa, el año pasado prioricé comprar un conjunto de traje para asistir a mis proyectos y pasantías porque: "Nadie verá mi laptop pero a mí sí."

Idiota Ekaterina del pasado.

Idiota, idiota, idiota.

La batería había comenzado a fallar hace dos meses y ahora se le sumaba el tema de las teclas. Terminar tareas simples se había vuelto un licuado de insultos, súplicas, frustración y gritos al cielo. Saqué el teléfono de mi mochila y de está cayó una golosina.

La que me había regalado Alain.

No quería pensar en él, era... extraño. Extraño del modo, descubriste una habitación secreta misteriosa en el nuevo mini depa que alquilaste. No el "otro tipo de extraño". Apuñeteé la mesa, tomé un cojín cercano y lo estampe contra la pared.

-¡Malditos Valle-Rojo!

Y luego mi laptop estalló.

¿Quécarajoacababadepasar? Literal estaba saliendo humo del aparato. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Pero no solo era eso, conecté el cargador al celular mientras veía llegar al grupo de curso miles de mensajes de: "¿Alguien sabe donde hay stock del libro?".

Nada, no había reacción.

Toque el switch de la habitación: nada.

Había sido un corte. Un puto corte. Ya habíamos tenido uno hace unos meses, cuando Emilia conoció a Martín, uno de sus chicos momentáneos. Todo iba a estar bien, repararía mi laptop, con que dinero no sé, la luz volvería, terminaría mi tarea en la madrugada, a que la nube había guardado la mayoría de mi proceso... Sí... todo estaría bien.

Salí al pasillo de nuestro piso y ...

Luz.

Había luz y no era la horrenda luz de emergencia. Me acerqué a espiar a la puerta de nuestro vecino. Era bulla, bulla de televisión. Me metí a casa sin cerrar la puerta, quite la molesta tela negra que Emilia colocaba para separar su área de trabajo y sentí el fresco aire besar mis mejillas.

Como si de una broma se tratará, los postes empezaban a encenderse, a pesar de la luz del atardecer. Los restaurantes y otros negocios funcionaban con regularidad.

Había sido un corte, pero no general, solo a nuestro departamento. Como si el alma se me fuera a salir por la boca, entré al aplicativo del servicio de electricidad.

-Que no sea cierto, por favor. Que no sea lo que estoy pensando...

O haría llover sangre en el departamento.

Todo el peso de lo que había estado soportando hasta el momento se moría en salir como un grito, y en el momento en que la página cargó, Emilia ingresó al departamento.

-Uh ... parece que hubo corte ¿no? -preguntó con inocencia mientras presionaba el switch como un juguete malogrado.

Observé sus movimientos en cámara lenta: Golpeaba la punta de sus brillantes botas contra el piso, se secó las manos contra su "kimono", que no había visto hasta ahora, y se acercó a una figura masculina que la esperaba en el umbral del puerta. Su conversación no era legible para mí o tal vez me negaba a entenderla, cuando sentí dolor en la mano me di cuenta que estaba apretando el teléfono muy fuerte.

MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora