Capítulo XXII

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*ENCA: Examen Nacional de Capacidad Académica.


"Érase una vez una vez una margarita que le ofreció sus pétalos a una mariposa para descansar"


Daisy


Este no había sido un día de suerte para Daisy Camps y apenas eran las tres de la tarde.

Le había pateado las pelotas a su ex-jefe al no llegar a un acuerdo salarial, descubierto que para estudiar la carrera que quería debía ser básicamente un genio y pudrirse en plata; y ahora cerraría con broche de oro encontrándose con su ex-novio, por el cual aún sentía algo, para buscar a su mejor amiga desaparecida.

Sin contar que su destartalado pero amado auto el "Comaneci" estaba fallando más de lo normal. Unos toquecitos en la ventana la sacaron de sus divagaciones.

—¿No se supone que tú vives con ella?—dijo la aterciopelada voz de Trent, luego de cerrar con delicadeza la puerta de su auto al entrar—. ¿En serio no sabes donde podría estar?

—No viene a casa en días, apenas me contesta el teléfono y no sé ni siquiera si esta comiendo. ¡Dios! No debería preocuparme por ella, parece que fuera su madre, solo que...

Daisy dio un respiro tratando de calmarse.

No funcionó.

Nunca funcionaba.

—Está en tu naturaleza ser buena persona, Dai. —contestó Trent convencido, como si supiera la verdad del universo—. Así como ponerle el nombre de una gimnasta a tu auto. Siempre me resultó extraño, considerando que nunca te he visto ver las competencias.

O eso era lo que Trent creía.

Cada que él se realizaba esas cuestiones, el remordimiento se apoderaba de Daisy como un vómito incontrolable luego de haberse empachado con tres combos de hamburguesas con helado. Conocía muy bien ambas experiencias: el de los atracones de comida y el de la culpa luego de mentir.

Daisy había superado con mucho esfuerzo la primera, pero la segunda, amenazaba con mantenerse toda su vida.

A veces se preguntaba como el amor de Trent podía ser verdadero si no conocía ni un ápice de verdad en ella.

¿Amaba a Margarita Ríos que se disfrazaba de Daisy Camps cuando estaba a solas con él? ¿O amaba a Daisy Camps que se disfrazaba de Margarita Ríos cuando estaban frente a otras personas?

Daisy tenía miedo de descubrirlo.

—Me estás ignorando otra vez, ojos bonitos. ¿O prefieres que te diga Mar-ga-ri...?

—Basta—increpó Daisy deteniéndolo. No había cosa que detestara más que ese nombre falso que estaba obligada a usar por el programa de protección de testigos—. Perdón, disocié. Contínua... ¿Qué demonios? —Daisy no se había percatado que Trent la desplazó al asiento del copiloto y que el Comaneci ya estaba en movimiento —. ¿A dónde vamos? ¿Entonces si sabes donde está?

—Sí y no —dijo Trent deslizando con suavidad el vehículo a otro carril. Daisy no podía creer que hasta su auto decidía funcionar mejor cuando Trent lo manejaba—. ¿Cuáles son los hobbies raros de Ekaterina?

—Pelearse con niños ratas, digo gamers; llorar por personajes inexistentes, válido para cualquier medio de entretención, y ...

—Protestar—dijeron al unísono. Conectados, como si fuera algo natural en ellos.—, por causas inútiles.

MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora