Capítulo VI

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"Érase una vez una mariposa que deseó tener los poderes de un hada"

Ekaterina


Me desperté con el portazo de la puerta principal. Mis ojos derramaron lagrimitas suplicando más sueño, mientras mi cabeza no lograba procesar la realidad. Sequé la saliva en mi mejilla con el antebrazo y retiré un pedazo de: ¿Muffin, galleta? Comida que colgaba de uno de mis mechones.

Observé el reloj: Sólo habían pasado dos horas.

Soy una guerrera, yo puedo con esto. Seré recompensada por mi esfuerzo. Manifiesto, manifiesto.

Aparte de aumentar el número de tutorías y tareas que vendía, aceptaba cualquier evento en donde necesitaran personal. Sin contar que había pedido todos los turnos que pudiera en el Blue. Mi vida se había reducido a trabajar y estudiar.

Bueno, no es como si antes hubiera sido muy diferente.

¡Cierto! Sumémosle a eso que tampoco había recibido ningún aviso de entrevista de parte de la universidad.

La vida me estaba sonriendo con el culo.

Salí de mi cuarto en busca de un café y embarré mi zapato con una pegajosa sustancia esparcida en el piso. La mitad del depa parecía haber albergado a una piara las últimas 5 horas. Bueno, los "amigos" de Emilia no distaban mucho de serlo.

Esquivé latas, colillas de cigarro y sospechosas bolsas que no serían abiertas por mi persona. Me serví una taza con líquido humeante. El placer de inyectar cafeína a mi cuerpo no duró demasiado, el tictac del reloj que Daisy había instalado en la cocina detuvo mi cerebro hasta que el minutero cambió.

¡Eran las 7:36 y no las 6:36!

Mi clase empezaba en menos de 15 minutos y yo estaba como una idiota viendo el camino de hormiguitas dirigiéndose a una caja con restos de pizza. Cambié mi camiseta y tomé todos mis apuntes. Me encontré con Emilia y su toyboy de la semana dándose piquitos en la puerta. No me iba a ir de ahí sin poner algo de orden.

—¡Emilia, qué mierda te dije sobre las fiestas entre días de semana!

Ella y su chico empezaron a reír, aún medio alcoholizados.

—Tontita, el miércoles es casi finde.

La-iba-a-matar, pero esperaría a Daisy. Cuando estuviéramos las tres juntas, Emilia iba a conocer mi furia. Otra vez. Me fui maldiciendo sus risas despreocupadas.

Habían pasado dos semanas desde que me autoimpuse un nuevo régimen laboral para cumplir mis necesidades. Aún no le decía nada a Daisy y Emilia. La primera estaba a full con sus trabajos y casi no había pasado a dormir por casa. Sabía que seguía viva porque nos cruzábamos en el Blue, pero no podíamos hablar casi nada.

Sin ella aquí, mi capacidad para soportar la actitud irresponsable de Emilia se estaba yendo por el drenaje mucho más rápido que las acciones de la familia Grimaldi hace 27 años.

Ok, chiste cruel.

Había logrado cubrir parte de mi deuda con el dinero que obtuve de Giacomo, pero eso solo me colocaba en otra encrucijada: ¿Cómo iba a conseguir un vestido para el evento de Lockland?

Ese era un problema para la Ekaterina del futuro, hoy me concentraría en seguir sobreviviendo.

🦋🦋🦋

—Un día de estos van a llevarte a prisión por invadir propiedad privada.

Trent me obligó a despertar de mi siesta de hueco en el horario. Me tapaba la luz del sol mirando desde arriba. Estaba recostada en uno de los jardines de la vieja mansión Campbell, una propiedad semi-abandonada que colindaba con los territorios de la universidad.

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