Capítulo XXV

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*PR: Relaciones públicas.


"Érase una vez una mariposa que reflejó el sol en sus alas"


Lucas


Ser hijo de un famoso productor y una escandalosa actriz había contribuido de manera excepcional a la habilidad para mentir de Lucas; o actuación como le decía todo el mundo, aunque él había negado innumerables veces que poseía dicho talento.

Después de conocer infinidad de personajes importantes a una temprana edad y que estos se volvieran en su contra por el sensacionalista divorcio de sus padres; Lucas se empezó a sentir más cómodo engañando a los demás. Hasta que en su exilio, una rara niña nerd; como él la llamaba en ese entonces, se decidiera a ayudarlo en un insignificante examen y ser castigada junto a él sin esperar nada a cambio.

Puede que a la actualidad solo salga con figuras exitosas, sea invitado a las fiestas más exclusivas del mundo actoral y un espacio en su agenda este cotizadisimo, pero a comparación de muchas estrellas que se apagan luego de su primer éxito, Lucas recordaba todos los días lo que era ser nadie.

Y quien estuvo ahí cuando hasta sus padres lo apartaron.

Por eso si alguien se contactaba con él diciéndole que su mejor amiga estaba en problemas; iría de donde sea y de inmediato.

Lucas ya sospechaba desde hace semanas que algo andaba mal. Ekaterina había disminuido de manera abismal sus envíos de chat basura: chismes sin importancia, videos de gatitos gordos y fanfics raros que encontraba sobre él; pero nunca imaginó que lo primero que le sucedería al tocar el suelo de Rossens sería una llamada del hospital.

Petisa orgullosa de mierda, pensó furibundo en el auto que iba a toda velocidad. Confiaba en plenitud, que los lentes oscuros y la sudadera oversize lo ocultaría de los indiscretos. Y luego de unas consultas resueltas con facilidad gracias a su encanto, ubicó la zona donde se encontraba Ekaterina dentro del enorme y lúgubre edificio.

Era como volver cinco años en el pasado. Ekaterina, él, Daisy Camps, Alain Valle-Rojo y Ronan Rothschild; todos reunidos en un mismo hospital. Situación diferente, vibras iguales. Los tres últimos discutían energéticamente con el equipo de recepción. Lucas decidió observar apartado de ellos, necesitaba un contexto real sobre la situación antes de actuar.

No iba a cagarla con Ekaterina. Su pasado con esos dos hombres era tan turbulento como las primeras experiencias amorosas de él a los trece años. Ellos dos solían hablar de esos temas solo cuando estaban muy borrachos. Y ya hace mucho de eso. Además, le encantaba presenciar el drama sin intervenir en él.

—Licenciada Karina, yo le tengo muchísimo respeto a todo el equipo médico y confío plenamente en sus capacidades, pero debe creerme cuando le digo por sexta vez en el día ¡Que el representante médico de mi amiga es imposible de contactar!

—Señorita, module su tono—rezongó la enfermera a Daisy. La mujer tenía la típica voz nasal de recepcionista y Lucas quería reír, pero se contenía—. Ya le dije que se realizó el procedimiento correcto, a menos de que asista el representante médico o un familiar directo del paciente, no podemos dar información sobre su estado a terceros.

—Perdone la falta de respeto, licenciada Karina; pero le pregunto a usted y a su equipo... ¿Qué necesitan?—Esta vez era Ronan Rothschild, quien con su seductora voz de negociante, había entrado al tablero—. Le aseguro que puedo conseguirle cualquier cosa que me solicite. ¿Dinero? ¿Un auto? ¿Una beca para algún familiar? Dígamelo y lo tendré para cualquiera de ustedes.

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