5 años atrás
Un pequeño Mauricio de 17 años
Mientras entraba por la puerta trasera, después de dejar mi bicicleta en el patio trasero, me dirigí a la sala de juegos, pero escuché la voz de una chica. Eso era extraño, porque no sonaba como la hermanita menor de Julián, por lo que, caminé despacio hacia la voz y me encontré con esta chica despampanante que llevaba un vestido azul, me gustaba el azul, pero no me gustaba en ella.
—Se suponía que estarías solo —Susurró hacia un Julián sonriente.
—Lo sé y también se suponía que vendrías si obtenías mi mensaje, el cual no fue así.
—Vamos, me arreglé para ti —Puso su mano en su brazo mientras lo acariciaba y sentí esas grandes ganas de vomitar de nuevo.
La última vez que lo supe él se miraba con Mindy, pero no conocía a esta chica, ella realmente no iba en la escuela.
—Vamos Hana, mi amigo está por llegar y no quiero que te encuentre aquí.
—No quiero irme, solo dile que no venga y listo.
—No puedo y no quiero —Negó rotundo.
— ¿En verdad piensas dejarme ir solo así? —Miré como la mano de la chica se posó en la bragueta de Julián y el soltó un jadeo.
Fue asqueroso de mirar y algo mal, muy mal estaba pasándole a mi estómago. Lo había visto besar a muchas chicas, en verdad muchas, pero nunca había llegado a mirar tanto. Algo en mi me gritaba que me alejara desde donde me encontraba, pero simplemente no pude.
—Esto será rápido Hana, después te vas.
Ella sonrió orgullosa y empezó a bajar su bragueta, para después meter su mano.
—Eso suena estupendo para mí.
Mire como sus bocas se estrellaron entre sí, y esa fue mi segunda llamada para alejarme, pero no lo hice, así que observe como él la tomaba de la cintura y subía rápidamente su vestido, para después doblarla sobre el sillón. Ahí fue cuando me voltee y cerré los ojos. Algo húmedo estaba en mis mejillas, pero entonces el ruido tortuoso de la verdad se hizo presente y lo odie. Odie los jadeos de la chica y los de Julián, odie cada maldito segundo mientras me alejaba y aun los seguía escuchando.
Tome el camino largo de regreso a casa, porque simplemente algo le pasaba a mis ojos, las lágrimas no dejaban de salir. Odiaba a Julián por lastimarme, lo odiaba tanto, pero me odiaba más a mí mismo por permitírselo.
Sentí mi celular sonar, pero lo ignoré, entonces lo hizo de nuevo. Sabía quién era, por lo que, cambié mi rumbo hacia el mirador. Estaba solo cuando llegue, así que caminé hacia la banca y entonces me permití ver mi teléfono.
Siete llamadas pérdidas y tres mensajes
Abrí los mensajes.
*¿Dónde estás?*
*¿Mauricio por qué no contestas mis llamadas? ¿Qué sucede?*
*Con un carajo Mauricio, le hablare a tu madre si no regresas mi llamada en los próximos cinco minutos*
Limpie mi rostro con la playera para lograr ver lo que le contestaría.
*No iré Julián, olvidé que debo hacer un encargo de mi padre, el lunes te veo en la escuela*
Cuando se trataba de papá, él simplemente no preguntaba, así que no le parecería extraño.
*¿Por qué no contestaste mis llamadas? *
Su respuesta fue inmediata
*Estaba ocupado, perdón*
*Bien, solo quería cerciorarme de que estamos bien*
Me reí, me reí tan fuerte que la pareja que iba pasando me miro extraño, pero los ignore.
Estábamos tan bien, claro.
*Estamos bien, ¿Cómo por qué no lo estaríamos?
*No lo sé, por eso no entendía el que no contestaras*
*De acuerdo, pues estamos bien, tranquilo*
*Bien, ¿Te veo mañana? Puedo ir a tu casa*
Quise decirle que se fuera al carajo, que quería ser solo yo el día de mañana, pero no lo hice.
*Bien, nos vemos mañana*
*Excelente, llevare el nuevo balón y una pizza extra grande*
No le conteste y no porque no tuviese nada que decirle sobre el balón, era simplemente que ya no quería hablar con él.
Miré a las personas ir y venir por un largo tiempo, antes de que mi celular sonara de nuevo.
*¿Entonces, iré a tu partido?*
Me sentía tan asqueado de mí mismo, porque cada vez que mi cabeza gritaba no le contestes, yo lo hacía, volvía a contestarle a Sander.
*No lo sé, tendré que pensarlo*
Tome mi bicicleta y fui cuesta abajo sin detenerme, deje que el aire me guiara, como siempre lo hacía cuando venía a este lugar.
Cuando entre a la casa, encontré a mis padres en la cocina teniendo una plática muy amena. Era normal que ellos tuviesen platicas, pero siempre me escuchaban entrar y en esta ocasión ni siquiera se dieron cuenta que estaba de pie en el umbral de la puerta.
—Yo he hablado con él y cree que lo mejor es mandarlo a la escuela militar —Papá siguió con la mirada a mi madre mientras ella limpiaba una verduras en la tarja.
—Es un niño, no debe ser tan duro —Guardo silencio unos segundos —Yo creo que se le pasara pronto.
Di un paso atrás para esconderme y escuchar sin que me notaran.
—Por Dios, él lo que necesita es una mano dura. ¿Cómo puede ser posible que te guste otro chico?
Reprimí el aire en mis pulmones mientras intentaba descifrar de quién hablaban.
—Antonio es un niño dulce, no debes de meterte en la vida de los demás.
—Es mi sobrino, claro que puedo meterme.
Di media vuelta y caminé hacia mi cuarto con la respiración acelerada.
Gay, mi primo Antonio era gay y ahora mi padre estaba molesto por eso. Él no podía saber de Sander, mis padres no podían saber de mi realidad alterna.
Me recosté en mi cama y conté hasta el número 100, pero no funcionó, porque el dolor en el pecho seguía ahí.
No quería dejar de hablar con Sander, pero tampoco quería ir por completo hacia el lugar al que él me llevaba cuando lo miraba en secreto, no quería que si tomaba ese rumbo mi vida se viniera abajo, ¿entonces qué me quedaba? ¿Una vida en las qué mis padres me odiarían? ¿Una vida en la que mis amigos me mirarían extraño? Tal vez simplemente debería dormirla, si yo no le prestaba atención a esa parte de mí, tal vez ella solo se dormiría y yo podría ser feliz, tal vez si la dejaba en el olvido podría tener una vida sin problemas. Una vida sin dolores en el pecho.
Volví a contar hasta el 100, no funcionó de nuevo, entonces empecé desde cero, una y otra vez, hasta que mi mente se cansara y dejara de pensar en ello, en la que dejara de desear, en la que solo existía el fútbol, las chicas y los números hasta el 100.
Conté muchas veces, demasiadas, en ocasiones, aun lo hago; porque a pesar de que saque al menos importante del camino que decidí tomar, el otro se quedó... el chico de cabellera rubia y ojos verdes... Cada día lo miraba jugar junto a mí en la cancha de fútbol, o en los minutos de descanso, también lo veía después de la escuela, de hecho vivía en el piso de arriba y entonces venia esta necesidad de meterme en su camino e ir a su habitación, era cuando hablaba, cuando sonreía, cuando se enojaba conmigo o yo con él, cuando me encontraba contando de nuevo, del uno hasta el 100, porque mi lado estúpido sigue intentando lograr adormecer ese lado renuente de mí.
Mi lado estúpido jamás dejara de ser estúpido.
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En medio de ambos (Serie amigos #1)
RomanceMauricio y Julián han sido mejores amigos por muchos años, han tenido altas y bajas, pero su amistad aún sigue adelante... y Mauricio así espera que siga, cada instante de cada día, él se esfuerza para que así siga... ¿Estar enamorado de su mejor am...