Capítulo 20

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Tenía que admitirlo, las chicas jugaban muy bien, su figura de gacelas les daba la agilidad perfecta. En definitiva, no estaban allí para pasar el rato como pensaba. Incluso una de ellas era campeona estatal en el juego. No sabía si realmente eso existía o era una sucia treta para intimidarnos, pero era impresionante. Aun así, el equipo nerd tomó la delantera y después de un par de intentos los dejamos atrás. Una vez más quedaba demostrado que la ciencia superaba la actitud. El equipo ganó y Alden tenía que pagar la cena.

—Está bien, pero no será en este lugar —Acordó Alden, con la atención perdida en el ciberespacio de su teléfono móvil.

Un círculo de espectadores tenía la mirada clavada en él. El equipo nerd y el equipo Barbie esperaban el pago de la apuesta con los brazos cruzados, incluso la chica rubia que se rompió la uña y no quiso seguir participando, esperaba su recompensa.

—¡Buuuu! —inicié la horda que siguió hasta que el barman nos silenció a la distancia.

Alden rio con la simpatía que le caracterizaba y negó con la cabeza haciéndonos saber que no iba a caer en la provocación. Pocas cosas podían conseguir que Alden se saliera del corral, una de ellas, al parecer, era hablarle sobre mi madre y el proyecto de la Química del amor.

—Hay un partido de futbol a unas calles. Hace años que no voy a uno, así que esta es mi condición.

Miré a mi equipo de nerds y, con un gesto les pregunté si estaban de acuerdo. Ellos me ayudaron a patearle el trasero a Alden y eso era algo que, por fuerza, se tenía que agradecer, así que los dejaría tomar la decisión. Como respuesta, ellos intercambiaron una mirada más y asintieron en mi dirección.

Entonces giré hacia Alden y acepté sus términos.

Alden señaló a la puerta con confianza, mientras los nerds caminábamos victoriosos hacia el auto. Por desgracia, apenas pusimos un pie en la puerta, nos dimos cuenta de la tormenta que se había desatado en la ciudad.

—Arriba el espíritu. —Alden palmeó mi hombro antes de adentrarse a de agua y aire violento, en dirección al auto.

La lluvia le empapó la ropa apenas puso un pie fuera de la protección del local nocturno. No tenía idea de cómo iba a hacer para entrar seca a ese auto, pero de ninguna manera podía arriesgarme a un resfriado a mitad de una investigación. Sopesé mis posibilidades, pero eran nulas. No iba a quedarme resguardada bajo techo hasta quién sabe cuándo, así que tuve que hacer de tripas corazón, pedirle a Dios en todos los nombres con los que le conocía y correr hacia el auto como si fuera un maratón desértico por la última botella de agua.

—Tienes que estar bromeando —pedí mientras corría con mi grupo de nerds pisándome los talones y tres Barbies más a las que Alden invitó.

—Este es mi trato —alzó la voz para hacerse escuchar sobre el estruendo del cielo y las gotas de lluvia.

—Ni siquiera van a hacer un juego con esta lluvia. —Abrí los brazos a los costados esperando añadir énfasis en mi afirmación.

—Claro que harán un juego —Abrió la puerta del conductor para desactivar el botón de bloqueo—. Adentro, todos.

—Somos nueve —se quejó uno de los chicos—. No hay forma de que entremos en esa cosa.

Alden detuvo su entrada al auto y se tomó un par de minutos para amenazar al pobre chico con una mirada asesina. Lancé una flecha al talón de Aquiles.

—No vuelvas a insultar a Mónica —advirtió saboreando con lentitud su amenaza.

—¿Quién es Mónica? —preguntó la chica de las coletas junto a mí.

La química del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora