No te conozco:

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Aiden estaba tenso cuando cruzamos al reino de las sombras. Y por primera vez en tres años, el lugar que recordaba estaba horrible. Habia mucha hierva quemada, los árboles no brotaban, las casa de las personas estaban muy dañadas, habian demasiadas cenizas y lugares de guerra. Bajamos a una pequeña parte de un bosque que aún seguia aquí. 

Caminamos sigilozamente por las calles desoladas, Aiden al frente de mi, no habia muchas personas afuera y eso era bueno. Cuando por fin llegamos al castillo, aleteamos hasta llegar al jardin de la parte de atrás.

—Bien, entremos silenciosamente— le dije a Aiden.

Justo en ese momento, unas flechas empezaron a rodearnos y intentamos esquivarlas. Vi en las murallas del castillo unos arqueros y guardias apuntandonos con sus armas y me sentí como la primera vez que entre al primer castillo de Cassius. Asustada. Aiden alzo el vuelo e empezo a atacar a los arqueros. Una flecha rozo mi brazo que me hiso soltar un grito de dolor e hiso que Aiden se distraiga y le disparan en una de sus alas que hiso que se cayera. 

De pronto, muchos soldados nos rodeaban y él aún adolorido y herido Aiden me rodeaba gruñiendo. Unos tenian mallas y cuerdas. Otros lanzas y espadas. 

—¡Vete!— le saqué la flecha a Aiden y curandolo de inmediato. Aiden me miro preocupado—. ¡Vete y pide ayuda! Yo resuelvo— le ordené. 

Aiden alzo vuelo y salio del castillo, pero sin antes atacar a los que le disparaban.

Los soldados se rieron y se acercaron a mi cautelozamente. Lo que no sabian era que habia practicado tantas veces en los entrenamientos de soldados que ya sabia muy bien defenderme —con la ventaja de poderes—, iba a salir de esta fácilmente.

De mis palmas les empecé a atacar con luz, usando la del sol y la que estaba dentro de mi dejándolos ciegos, o usando para defenderme. Aún seguían disparandome y fue cuando empecé a volar y a atacar e defenderme.

Adiós a la idea de la tregua. Tenía que salir de aquí.

Pero no fue hasta entonces que sentí como me atrapaban desde atrás y me sujetaban los brazos. Ese olor... era Cassius. 

—¡Oh... el rey sombra a salido a jugar!— exclame, antes de dar un codazo obligandolo a soltarme. 

Me volteé y Cassius me miraba sorprendido. 

—La reina ha venido jugar ¿no?— su sarcamo es pésimo— ¿Qué quieres Elian?

Los soldados, guardias y arqueros no disparaban, solo observaban.

—He venido a hablar— ambos empezamos a dar circulos y mirandonos de reojo. 

Tenia que estar firme, no dejarme embobar por nada, Cassius no era la persona que yo conocía y eso no iba a cambiar. Es que su voz, su personalidad e incluso su aspecto esta diferente. Se veia más malvado, más temeroso. Sus ojos no se separaban de mi y se matenían fijos en mis palmas —las cuales estaban desprendiendo luz— y mis ojos en las suyas —que desprendían obscuridad—.

—¿Y qué te hace pensar que yo quiero hablar contigo?— su voz sono firme y con algo de descaro. 

Me quedé callada, en algo tenia mucha razón. Yo si quería hablar pero no pensaba en que él quisiera hacerlo. Así que lo reté.

—¿Qué te hace pensar que tienes alguna otra opción?— aqui vamos de nuevo, nos hemos dejado de formalidades. Ya ni para eso servimos. 

Cassius reprime una sonrisa y no se en que momento... pero logra desaparecer de mi campo de visión y me toma de los brazos por atrás haciendo presión para no poder moverme. Me quejó y me muevo pero nada. Inmediatamente empecé a sentir como mi cuerpo se estaba debilitando y supe que era el poder de Cassius en mis venas, debilitandome. En menos de dos segundos me habia quedado inconciente.

///

—¿No es la reina?— escuché una voz femenina.

—Sí, es la reina ¿pero que hace aca?— pregunta una voz de hombre.

—¡Gáspar, que voy a saber yo!— protestó la chica.

Abrí mis ojos lentamente y rápido vi que estaba en una celda. Me levanté con dificultad y sentí presión en mis venas, en especial en mis palmas que estaban rodeadas con unas cadenas. Mis pies estaban iguales, encadenados. Me encontraba en una cama que no era para nada cómoda. 

—¿Dónde estoy?— susurre. 

—En su calabozo, su magestad— me responde una chica que estaba al otro lado de mi celda. En otra.

Tan predecible...

Cassius piensa que enseñandome va a lograr, pues esta demasiado equivocado. 

De mis palmas desprendí luz y me desencadene. Lo mismo con los pies. Ahora tocaba la celda. Pero... miré a todos a mi alrededor. Estaban boquiabiertos con lo que habia hecho. Me había sentido mal dejandolos aquí y yo irme. Entonces decidí sacarlos que aquí, por que parecían buenas personas. 

Entonces escuché un rugido familiar que provenía de afiera. Me giré hacia la pequeña ventana de la celda mis venas ardieron. Cassius habia ordenado a atrapar a Aiden. Con toda la furia en mi interior, abrí la celda de una, contando la de los demás. Justo pasaba un guardia al que lo deje inconciente con una defensa que Nanny me enseño. Tomé su espada enfurruñada y vole —literalmente— hasta donde se escuchaba que estaba Cassius. Cuando lo encontré, ví que tenían a Aiden encadenado, en su hocico, en sus alas y en sus piernas. 

No lo pensé mucho, me aproximé a Cassius enojada con la espada apuntandolo hasta que esta estuvo a centimentros de cortar su cuello. Cassius estaba asombrado y confundido.

—¡Suelta a mi dragón!— le exijí.

Él me retó con la mirada:

—¿O qué?— respondió desafiante—. Lo usaré como defensa... me será muy util como a ti.

Solté una risa burlona antes de apretar tanto su cuello que le hiso una pequeña herida donde salio sangre. Cassius traga grueso y en su mirada veo preocupación.

—O te juró que esta espada atrevesará tu cuello y no habrá más reinado para ti. He cambiado y no me conoces, así que te ordenó que sueltes a mi dragón— dije firme. 

—Bien...— dijo y hiso una señal para que soltaran a Aiden, quién rápido se posiciona a mi lado dandome proteción.

—Viné aquí para hablar como personas civilizadas, pero veo que has cambiado demasiado que ya no te reconozco. De nada serviría hablar contigo.— le dije, triste—. Y te advierto que si vuelves a meterte conmigo te vas a arrepentir toda tú sombrienta vida, Cassius— alejé la espada de él y pude ver que dejó una pequeña herida que brotaba sangre—. La verdad... te desconozco. 

Negué con la cabeza, antes de dar pasos atrás y  ver a los soldados verme y mirar a Cassius. Miré a Aiden y este gruño antes de irse por los pasillos a esperarme. Le di una última mirada a Cassius antes de desaparecer de ese castillo y ese reino de una vez. 



La reina de la luz {#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora