Coraje y más coraje:

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—¡Cielos!— corrí en busca de Landom que estaba correteando cerca del lago y casi se cae.

Cuando llegué a alcanzarlo, Aiden a mi lado bufó con aborrecimiento, no tenía muchas ganas de estar allí.

—¡Tita! ¡Casi me caigo!—lloriquea.

—Eso pasa por no obedecer a tu niñera, mira Landom— lo voltee para que me mirará— amo estar a tu lado pero tienes que entender que no muchas veces puedo estar al pendiente de ti, ¿si?—hace un puchero—, tú tita tiene que ir y venir del castillo de tu tío por las reuniones constantes que estamos teniendo a cuenta de los invasores del malvado que quiere acabar con nosotros— el pequeño asintió.

—Extraño mucho a mi mamá y mi papá, ¿por que se tuvieron que ir?— lo miré inexpresiva.

—Tenían que hacerlo por el bienestar de todos, mi niño— le acaricié la mejilla.

Él iba a decir algo cuando de momento se escucharon unos ruidos fuertes y gritos, rápido supe que se trataban de los invasores y tome a Landom y lo puse encima de Aiden, ellos tenían que salir de aquí.

—Ve al castillo de tú tío y avísales que necesitamos ayuda, corre Aiden—al momento, la niñera de mi sobrino corrió a subirse al dragón y los tres se fueron.

Yo alcé vuelo para que ver que pasaba y en cuanto me di cuenta que no solo los invasores estaban, si no también... alguien que no pensé ver allí, Scarlet sonriéndome con picardía y pasando un dedo por su cuello dejándome saber que estaríamos muertos, me apresuré a ordenar que todos se refugiaran en el castillo y los soldados y yo nos encargábamos de él.

Suspiré hondo antes de ir a atacar a esos bastardos pero en menos de lo que uno pestañea, el anfitrión de este problema se había desaparecido. De mis palmas me apresuré a usar el poder de la destrucción y poder matar a los bastardos con mayor facilidad y a la vez usando mi poder para sanar a mi soldados heridos. Las personas estaban aterrorizadas y yo no pude saber con certeza cuantos hombres y mujeres nos atacaban, lo raro era que no eran personas normales, eran hechas de hierro y cenizas, para lo que tarde me di cuenta de que era una trampa. Mis soldados podían matarlos con facilidad, mientras Scarlet se encargaba de mantenerme ocupada protegiendo a mi gente en mi castillos y a los soldados en batalla y vivos.

Lo supe por que al momento en que toque tierra y voltee al castillo, todo se prendió en fuego y todos allí evacuaron el lugar, mientras yo, entre las llamas del fuego y las personas, veía claramente como Scarlet estaba sentado en mi trono con una sonrisa de oreja a oreja.

—Voy a acabar con esto maldito lunático— lo levanté en los aires y él estaba retorciéndose del dolor por que no estaba usando mi poder con él, si no la destrucción.

—Yo... yo, tú...o haría eso,... mis hombres,....van, van... a matar a tu querido sobrino a tu dragón en los aires, en menos de lo que puedas creer— el dolor en su cuerpo se intensificó más cuando di un porciento más del poder en su cuerpo.

—Tus amenazas son en vanas, no lograrás engañarme—enojada, lo empujé hacia la pared—. Esto acaba hoy.

Pero no pude hacer nada cuando una espada en mi espalda me hacia sentir escalofríos.

—Suéltalo y no mato a tu papá— giré mi cabeza hacia el soldado que estaba aguantando a mi mamá del cuello y mi poder paso de estar en Scarlet a el soldado hasta hacerlo morir.

Mi papá corrió a abrazarme, con mucho miedo mientras yo miraba a donde se había metido Scarlet por que ya había desaparecido de mi vista como una cucaracha escurridiza.


Horas más tarde, me encontraba en el castillo de Cassius, mi gente y yo. Estábamos llenos de cenizas y yo no paraba de ver si ellos estaban bien y de entregarles comida y sabanas. Estaba nevando y sus ropa estaban rotas. Cassius por su parte, se estaba encargando de que Scarlet no estuviera cerca otra vez y que mi castillo estuviera fuera de peligro.

La reina de la luz {#2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora