Mi grito se oyó por todo el salón y era claro que llamé su atención, muy claro. Sus ojos se volvieron hacia mi y la sonrisa que tenía desaparecio rápido. Estaba confundido. Era más que obvio que ninguno de los esperabamos vernos de nuevo.
—¡Su magestad, yo le protego!— dijo David, uno de mis guardias reales.
Enseguida, Cassius salió de su confusión y caminó hacia mi. David sacó su espada para defenderme por que yo aún estaba muy confundida, muy aturdida y entonces paso.
—¿Su magestad?— cuestinó mirandome y de algo que salio de sus palmas de las manos, puso a David a un lado dejandome indefensa.
Me mantuve callada, no emití ni un solo sonido. Pero estaba firme y con una postura segura. Miré a David que intentaba levantarse y me acerqué a ayudarlo.
—Vete, saca a todos del castillo, yo resuelvo esto, estaré bien— un poco indeciso se fue.
Estaba de espaldas de Cassius y eso fue un terrible error. Paso por mi lado, tomandome del brazo —con mucha fuerza— lastimandome mientras me llevaba a otro lado, uno que estaba desolado. De inmediato me puse a la defensiva, de mis palmas salieron rayos de luz que podía llegar a ser mortales, de hecho, y Cassius me observó enojado, muy enojado.
—¿Qué hace aquí? No es bienvenido— le dejé saber, no le dejaria en paz hasta que se fuera.
Cassius chasqueo la lengua y dio un paso hacia mi, y otro más, hasta que llegar a una distancia prudencial. Saco su espada y se lamió los labios mientras me decia.
—¿Entonces es usted?— me preguntó y me colocó la espada en la barriga, presionando—. ¡Vaya! ¡No sabia que era tan traicionera!
Lo miré a los ojos retante.
—No se de que habla, usted esta invadiendo mi reino— le dejé saber y di un empujon hacia él, la espada casi me toca la piel—. ¿Qué hará? ¿Asesinarme?
Él pareció un poco confundido pero frunció el ceño molestó y saco la espada de donde la habia posionado y di otro paso hacia mi y di pasos atrás. Hasta que llegué a la pared y me estremecí cuando la espada que anteriormente estaba en mi barriga, estaba en mi cuello.
—De todas las personas tenias que ser tú— se había dejado de formalidades y me miró con un poco de tristeza, una que fue remplazada por un un ceño muy enojado.
—Prefiero que me hable que usted— le imformé y tome su muñeca para quitar la espada de mi cuello. Casi me estaba asfixiando.
Pareció otra vez dólido, pero no lo dejó saber.
—No eres quién para darme ordénes, Elian— ¡Rayos! No habia escuchado mi nombre en sus labios hace mucho.
—Reina Elian para ti— contesté enojada.
—No eres reina— me cuestionó—. Este es mi reino por ley.
—Y esta parte es mi reino por decisión de mis súbditos— le dije con ironía—. No es quién para estar aquí.
—¡A mi no me des ordénes, Elian!
—¡Reina Elian!
—¿Crees que me importa? Este es mi reino también, no eres reina de nada, ¿me escuchaste?— da un puño a la pared a mi lado—. Mi reino y tú eres una de mis súbditos, así que deja de fantasear.
—Es mi parte de reino, yo la dirijo— le reté—. Usted dirije el reino de las sombras y yo este, el reino de la luz. Por decisión del reino, no suya, ni de la ley, así que por mi ley, le ordenó que se retiré del mi reino— dije empujandolo para que se alejará de mi—. No me querrá ver enojada.
Cassius se rió y yo fruncí mi ceño. Este dió unos pasos atrás y me miró de arriba a abajo. Me sentí incomoda pero me matuve firme.
—No eres reina de nada... y te lo voy a dejar muy en claro Elian— me dijo caminando hacia atrás—. Disfruta la fiesta, linda.
Y con eso se fue.
¡Argh! ¡Arrogante!
Esto no seria nada bueno. Cassius sabia que era yo, me alegraría decir que Cassisus es el mismo que conocí pero no es asi. Ya no es comprensivo, amable, bueno con sus habitantes, pero sobre todo, no es bueno, y eso no es nada bueno. Se podría vengar de mi en cualquier momento y no quiero eso, aunque estaba preparada.
///
El pueblo estaba temeroso de Cassius, pensaban que iba a venir en cualquier momento, Tres años sin saber de él deja mucho por preocuparse, no sabemos nada, y esta claro que ha cambiado. Mientras tanto, Eric fue a conversar con su hermano después de tres años de no saber nada de él. CLaro esta que cuando regreso, regreso lleno de moretones y diciendo una y otra vez "Esta muy cambiado", preocupandonos mucho más.
Mi mente estaba en todos mis habitantes, en su seguridad. Tenía que hablar con Cassius tratar de ablandar un poco las cosas pero sabia que si lo hacia iba a salir herida como Eric. Mi mayor preocupación eran mis habitantes, su seguridad, sus vidas. No quería que les pasará nada.
—Iré y hablaré con él— le informé a Nanny.
Esta me miro con cara de sorpresa y nego con la cabeza rápidamente.
—¡No! ¿Estas loca? ¡¿Qué no viste como llego Eric?! ¡¿Eres suicida o que?! ¡Te matará!— me dijo, muy preocupada.
Eric por otro lado vio a su esposa con una mirada que decia "Tiene razón". ¡Pero no me podía quedar de brazos cruzados a ver que pasaba! ¡Tenía que hacer algo! ¡Lo que sea para que todos estuvieramos bien!...
—Una tregua— les dije, ignorando a mi mejor amiga que me miraba con ganas de matarme.
—¿Una tregua, Elian? ¿Cómo lo vas a convenser? ¿Hablando como hiso Eric? ¡Jah! ¡Eso resulto bastante bien!— dijo Nanny sarcástica.
—¡Mis súbditos estan en peligro! ¡Es mi responsabilidad como reina de hacerme cargo de esto! — les dije, frustrada.
Nanny nego con la cabeza, Eric estaba mirándonos y luego se levanto para irse de la habitación. Nanny le siguio el paso y se fue con él. Pero no tardó mucho en regresar a darme un sermón.
—¡Exacto! ¡Eres la reina! Pero también tienes que tener cuidado con Cassius— ella me pone las manos en los hombros—. Escucháme, no sabemos como es y si te hace daño será el fin para este reino.
Suspiré mirandola y la abracé.
—Estaré bien...— ella resopla—. Ire con Aiden, es muy protector y me protegerá. Si me pasa algo, tú y Eric se harán cargo.
Nanny se separa de mi y me mira a los ojos, me señala con un dedo y suspira.
—Solo si tienes mucha precaución— dijo ella, antes de abrazarme.
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La reina de la luz {#2}
FantasíaTrilogía Reyes: Reyes 2: La reina de la luz. Elian sabe que convertirse en reina traería problemas con Cassius, pero nunca pensó que eso fuera a pasar luego de tres años sin saber de él. Y es que un corazón dólido nunca olvida, no hasta que sana. C...