CAPÍTULO CUATRO

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Por la mañana Bella se encontraba esperando a Peter en la entrada del palacio junto con los guardias que los llevarían al pueblo, sin embargo, el chico llevaba diez minutos de retraso. Su cabellera castaña se hizo presente al doblar el pasillo, traía un traje color crema perfectamente arreglado y el pelo húmedo, detrás de él venía Anne intentando alcanzarlo con la corona del chico en la mano.

—Perdone la tardanza princesa, me quedé dormido —se disculpó llegando con la respiración entrecortada, la pelinegra soltó un suspiro.

—Da igual, vamos.

Levantó un poco su vestido color oliva para no pisarlo y subió al carruaje sin siquiera prestarle atención al resto, Anne dejó la corona sobre la cabeza de Peter como ya se le era costumbre y dejó que el chico entrara y se sentara frente a Bella.

El carruaje comenzó a andar directo hacia la ciudad y ambos chicos se mantuvieron en un silencio total.

—¿Cómo ha dormido? —cuestionó Peter hacia la chica para poder sacar algún tema de conversación.

—Bien —se limitó a responder, pero luego pareció acordarse de algo y agregó—, ¿y tú?

—Muy bien la verdad, solo que me dormí un poco tarde y por eso me quedé dormido, pero he dormido muy bien, gracia por preguntar —respondió el chico con una sonrisa amable.

—Bueno... me alegro.

El viaje continuó de manera silenciosa hasta llegar al pueblo, un poco de nerviosismo se podía apreciar en la mirada de Bella junto con el juego intranquilo de sus manos al ver por la ventana y notar como un montón de personas reconocía el carruaje que traía al príncipe para la jornada de ayuda semanal.

—Tranquila, no es muy difícil, te puedes mantener junto a mi así aprendes y te adaptas para la próxima —se ofreció el castaño con su acostumbrada sonrisa de amabilidad.

—¡¿Próxima?!

Peter rió—. Sí, una vez a la semana realizo esta tarea y sería bueno que pudiera acompañarme.

—Bien —accedió la princesa no muy convencida.

El carruaje frenó junto la fuente de la plaza central y la puerta fue abierta, primero bajó el chico seguido de Bella a la cual le tendió la mano ayudándola a bajar.

Un grupo de ciudadanos se había reunido muy cerca de donde se estacionó el carruaje para poder hablar con el heredero, sin embargo, algo en sus rostros cambió al notar la oscura cabellera de la heredera de los Ángeles de la Oscuridad.

—Príncipe ya le hemos hecho la lista sobre la ayuda de esta semana —dijo un ciudadano tendiéndole una lista.

—Perfecto señor Moisés, con Bella les ayudaremos en todo —habló el chico tomando la lista mientras la leía por arriba.

—¿Bella?

—Princesa Bella Stone, heredera al trono de los Ángeles de la Oscuridad... un gusto —se presentó la susodicha haciendo una pequeña reverencia. Toda su aura inspiraba grandeza y seguridad y, si le sumábamos su atractivo intimidó a unas cuantas de las mujeres y jovencitas que se hallaban allí. Sin embargo, todos se inclinaron hacia la chica mostrando respeto hacia su posición en la corona.

—Comencemos con nuestro labor —habló Peter mirando a Bella con una sonrisa la cual por obvias razones no fue devuelta pero al menos dejó de mirarlo con aburrimiento para asentir. Caminaron hacia una panadería familiar, el local era grande y destilaba algo de lujo y elegancia, al parecer era una panadería con muchos años de trayectoria, tal vez unas cuantas generaciones incluyéndole a eso unas muy buenas ventas.

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