MARCOS
Me parece extraño que mi hermano siga dejándose caer por aquí. Tan extraño como se lo parece a papá. Pero está ayudando con el tema de los asuntos de la empresa. Y desde luego, una ayuda, no viene nada mal.
—¿Puedo robártelo unos minutos? —consulta Pablo a mi padre durante el descanso del almuerzo.
—No hagáis tarde —nos señala.
Levanta un dedo pulgar aceptando su orden. Estoy en ascuas. ¿Qué es eso que quiere contarme?
Nos movemos hasta la sala de reuniones.
—Siéntate —me invita, señalando hacia una de tantas sillas que forman parte de la larga mesa y la pantalla central de presentaciones.
Lo hago.
—¿Qué ocurre, Pablo?
—¿Le has contado a papá que quieres ser músico?
Frunzo el ceño. ¿En serio?
—Si hemos venido hasta aquí para cuestionarme, paso —espeto.
—¡Espera! Espera —me ruega—. No es eso exactamente lo que quería decirte.
—Entonces... ¿Qué es?
Mira hacia la puerta asegurándose de que seguimos solos. De que nadie escucha al otro lado.
—Me acabo de divorciar, Marcos... —suelta a bocajarro, dándome la noticia como una hostia mano abierta en toda la cara.
—¿Cómo has dicho?
No soy capaz de creerlo.
—Hace poco me he divorciado y mi ex mujercita no me deja ver a nuestro hijo. Quiere la custodia para ella sola.
—Espera... ¿Qué os ha llevado hasta ello?
Se enfurruña.
—¿Crees que soy yo quien tiene la culpa?
—No he dicho eso —protesto.
—¡Pero lo has pensado! —me acusa.
Respiro hondo. No me esperaba noticias como esta. ¿Cómo puede ser que se hayan divorciado cuando lo encontré tan convencido de que se querían, que se despidió a toda prisa y sin escucharnos porque decía que ambos sentían lo mismo? Nos dejó tirados por ella. ¿Y ahora? ¿Ahora, qué?
—Sé que me fui precipitadamente aún sabiendo que os dejaba con todo este cenagal. Pero entonces creía que estábamos el uno loco por el otro.
—La conocía de hacía poco y ya creías que era toda tu vida. Actuaste como un adolescente. ¡Qué quieres que te diga!
—Estás cabreado conmigo porque te dejé con todo el trabajo junto a papá.
—¡Ni siquiera puedo realizar mis putos sueños y a ti, te da igual!
Niega.
—Lo hacéis genial, tío. Estoy dispuesto a ayudar para que consigas el éxito.
Me quedo en blanco. ¿De verdad acaba de decir lo que ha dicho?
—¿Hablas en serio?
Asiente.
—¿Dónde está la trampa?
—No hay trampa.
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Música para el corazón
RomantizmMi vida se apagó cuando Guillén desapareció de la mía. Creí no poder avanzar más allá de donde me detuve. Algo me hizo cambiar de parecer. Porque nadie sabe cuán fuerte es, hasta que ser fuerte se vuelve tu última opción posible. Obra registrad...