Popurrí de emociones

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     MARCOS

Finalmente, grabamos la canción con mi teléfono colocado sobre una superficie sólida y cercana. El sonido no será tan bueno a pesar de haber acoplado un micrófono especial con la intención de mejorarlo. Con esta grabación, podremos subirlo a YouTube. Además de poderlo colgar en Spotify como nuestro primer single. Una nueva canción que esperamos que se vuelva pegadiza y tenga éxito, ya que estamos dando el gran paso.

    —Pues no suena ni tan mal —alardea Julián cuando escuchamos el resultado, entusiasmado.

    —Me parece que esto es el principio de algo bueno. Algo me dice que lo es —añade César con ese brillo especial en la mirada que debemos de tener todos.

    Cruzo los dedos automáticamente. Esto es como a quien le toca la lotería: de un uno por ciento, entre noventa y nueve posibilidades en total, incluso más.

    Volvemos a tocarla ensayando con el fin de que salga perfecta. Más perfecta que incluso en la misma grabación de audio. Me gusta. Se pega el ritmo. Seguro que, incluso, a ella le gusta. «La chica de la fiesta», la he llamado. Le he dado la vuelta a la realidad y la he convertido en algo mucho más alegre y festivo. ¡Espero que ella no se ofenda si capta la letra! Si algún día la escucha. Si avanzamos...


    «¿Cuándo te volveré a ver?

Cuándo dirás algo más

que simples frases cortas

y entender qué tratas de decirme.

¡Antes envejeceré!».


    Me causa risa imaginarla poniendo esa mueca asesina que suelen poner las mujeres cuando les tocas los ovarios. Puede que nos demande. Espero que se lo tome con humor y no lo haga. Quisiera verla sonreír, y, no tan triste como la conocí en aquella fiesta. Y a todo ello, ¿por dónde andará? Todavía no he sido capaz de dar con ella. Provocarla va a ser un rastreador fácil para encontrarla, desde luego.

    Claudia me manda un par de mensajes. Me insiste en que cenemos esta noche. ¡Mañana tengo que madrugar! ¿En qué está pensando? Debería de apurar la tarde noche con Vega y con Carlota y dejarme tranquilo. Pero no. Desea apurarla conmigo.

    Recibo otro mensaje. En este, hay un GIF de súplica junto a unos corazones que burbujean. ¿En serio? ¡Chicas! Son unas exageradas.


   DE MARCOS PARA CLAUDIA:

    •«De acuerdo. Tú ganas».


    En el siguiente mensaje me pone varios emoticonos festivos. Suspiro, rodando los ojos.

    —¿Qué pasa, Marcos? —quiere saber César, tocando mi hombro para que le preste atención.

    —Se trata de Claudia. Quiere que cenemos esta noche.

    —¿Y ya sabes dónde llevarla? ¿Vas a decirle que sí? —me interroga Julián a la vez apoyando la barbilla en sus manos, intrigado.

    —Iré. Tendré que improvisar. Dadme un segundo para que reserve mesa en algún restaurante. Espero que todavía quede alguna mesa libre. Eso de hacerlo a última hora es una condenada locura.

    Lo consigo. Al igual que mi padre, no me detengo hasta obtener lo que busco. Sin embargo, hoy no me apetece ir a un restaurante de cinco tenedores. Llevaré a Claudia a un restaurante japonés, en Moncloa. Tienen una carta deliciosa. Y los precios poco me importan. Puedo permitírmelo. Incluso invitarla. Es un lugar de comida de calidad y es lo que me importa. No es la primera vez que lo visito. Digamos que es uno de mis restaurantes favoritos.

Música para el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora