PAULA
He gastado nisesabe de tarjetas de memoria para mi cámara, entre fotos y grabaciones del primer concierto de los chicos. De mi precioso chico. Todos estamos aquí gritando como posesos, todos sus amigos, en primera fila. Puede que seamos mucho más escandalosos que sus recientes fans, más aquella gente ávida de sus canciones pegadizas. ¡Ya los veo adentrándose en la lista de los 40 Principales! No tardarán. Lo auguro.
Un primero, un segundo, un tercer concierto... hasta que, al regresar al trabajo, ya no he podido ir detrás de Marcos y he necesitado de un sustituto para este fin. Me encantan los flyers confeccionados para sus conciertos. ¡Están guapísimo! Marcos no parece él. Quiero decir, que si ya es guapo de por sí, aquí lo mejoran con creces. Habrá un sinfín de mujeres enamoradas por él. Él es realmente mío. Soy yo quien conoce cada rincón que reacciona con solo un roce, una estratégica caricia. Solo yo conozco cada uno de sus secretos. De sus miedos. Por más entrevistas que salgan, jamás podrán conocerlo hasta el mínimo detalle, como yo.
La ropa sigue saliendo a pleno vuelo en cuanto nos dan un espacio de tiempo permitido. Rápido, o mucho más lento y saboreado. Siempre, dentro de su apretada agenda con la que tiene que cumplir por un lado, y por el otro.
Lástima que el verano se esté yendo junto a nuestras maravillosas horas de disfrute y goce. Se resiste a irse del todo su calidez incluso a mitad de septiembre. Agosto ha tenido momentos tan marcados y especiales que me encantaría saborearlos de nuevo. Tener un reloj especial que iniciara una cuenta atrás rápida y volver a vivirlos por cuantas veces me apeteciera.
Luego se da paso a octubre. A noviembre. Casi a las puertas del inicio de la campaña de Navidad. ¡Cuánto trabajo tenemos y qué manera de decorar sin parar! Me parece estar dormida y decorando como una condenada sonámbula.
Olimpia se planta delante de mí, completamente seria. ¡No me jorobes que vamos a volver con las mismas! ¿Después de tanto tiempo? ¿Ahora que volvemos a ser buenas amigas y nos soportamos sin tener que mantener distancia ninguna porque ha dejado de ser un peligro?
—¿Qué pasa ahora?
Me sujeta por los hombros. Doy un respingo. Con ella, puede pasar de todo en un segundo.
—Quiero que seas mi madrina de boda —suelta del tirón, sin anestesia.
«¿Qué?»
—¿Qué? ¿Cómo es que te casas ya? ¡Hace nada que os conocéis!
—Lo que has oído. No quiero arrepentirme y volver a cagarla contigo, ni con ella. Pandora está de acuerdo. El padrino de boda será su hermano.
—Vaya... yo.
—¡Por favor! —suplica.
Pongo los ojos en blanco.
—Si te empeñas.
—¡Por supuesto que me empeño! —insiste nerviosa.
Respiro hondo. Asiento.
—De acuerdo. Acepto.
Tía Rosa aplaude desde donde está.
—¡Una boda! ¡Y mi sobrina es la madrina! ¡Quién iba a decir que tendríamos un desenlace así de bonito entre dos peleonas! —bromea.
—No te pases —la señalo.
Madrina de boda de Olimpia. ¡Verás cuando se lo diga a Marcos!
Marcos y yo nos hemos ido a vivir juntos. He dejado mi piso de alquiler. Me he trasladado al suyo. Aunque la zona pija no es que me guste mucho más que la mía. ¿Cómo salir en pijama al balcón y con los pelos revueltos? Tendría que ir de etiqueta a donde fuera, por lo menos, para que no le diera un soponcio a ninguna vecina cotilla. En fin.
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Música para el corazón
RomanceMi vida se apagó cuando Guillén desapareció de la mía. Creí no poder avanzar más allá de donde me detuve. Algo me hizo cambiar de parecer. Porque nadie sabe cuán fuerte es, hasta que ser fuerte se vuelve tu última opción posible. Obra registrad...