MAX
Apenas terminé de arreglar mi cabello me miré al espejo durante unos minutos satisfecho.
No era por ser egocéntrico, pero me veía realmente bien... Mucho mejor de lo que me sentía, ciertamente.
Aún no podía creer todo lo que había pasado en solo un fin de semana.
Finalmente el campeonato me pertenecía, después de tanto luchar por ello.
Había sido un día largo, había estado a punto de sufrir 30 infartos cada que me acordaba de todo lo que debía hacer, y estando es esa última vuelta casi me colapsé ante la presión que sentía...
Estaba sumido en una felicidad máxima, cantando con los chicos y ahogándonos en champagne, creyendo que ya lo peor había pasado, pero la vida me dió una última bofetada cuando ví a mi padre en el paddock.
Después de haberme cagado la vida cuando más estresado estaba, después de haberme separado de la mujer que más me encantaba por un lapso de tiempo que había sido como una eternidad para mí...
¿Cómo se atrevía a ir hasta allí?
Además, haber visto la cara de Amber llena de pánico me había puesto a la defensiva porque lo primero que se cruzó por mi mente fue el hecho de que estaba ahí para deshacerse de ella o para hacerle más daño del que ya le había hecho, y yo no lo podía permitir.
Esas últimas palabras que dijo antes de salir... Es decir, ya ni siquiera sabía cómo tomarlas.
Nada era suficiente para él y odiaba el hecho de que aún me afectara.
Quería ser fuerte, quería que lo que fuera que dijera no me arruinara el momento, pero joder, no me dejaba ser feliz, ni siquiera después de haber cumplido mi mayor sueño.
Era verdaderamente miserable.
- ¡Max! ¿Estás listo?
La voz de Amber acompañada por dos toques a la puerta esfumó mis pensamientos.
Cómo ya era costumbre cada que ella estaba cerca mi corazón se volvía loco y se me alteraban las palpitaciones.
Era increíble todo lo que ella provocaba en mí. Me encantaba.
- ¡Ya voy! - grité de vuelta yendo hacia la puerta para dejarla entrar.
Al abrir, juro que casi mi mandíbula cayó al suelo.
- ¿Crees que sea demasiado exagerado? - cuestionó apenas la puerta se abrió por completo.
Yo no sabía ni qué decir.
Todo en ella era sencillamente perfecto, no había ni un momento en que pudiera dudar de lo hermosa que era, pero, en ese momento todo había ido demasiado lejos...
Su larga cabellera rubia estaba suelta, su maquillaje no era para nada exagerado pero hacían que sus ojos resaltaran cautivadoramente y para completar el combo perfecto, su cuerpo estaba envuelto en el vestido blanco más encantador que nunca antes había visto.
- Sí, creo que me iré a cambiar... - habló de nuevo al notar que yo no había dicho nada.
- No no, espera... - la detuve, aclaré mi garganta tratando de unir mis palabras para formar una oración completa. - Yo... Es decir... Wow...
Ella se rió de mí por no poder encontrar las palabras correctas para darle mi opinión mientras entraba a la habitación.
- No traje prendas blancas, solo tengo un pantalón y esto...
¿Por qué a Horner se le ocurrió que todos debíamos ir de blanco? - la escuché quejarse viéndose en el amplio espejo en la pared. Yo solo podía dedicarme a mirarla desde atrás.- Me encanta. - dije de golpe, casi que por un impulso de valentía.
Hasta que por fin, idiota...
- Oh, gracias... - sonrió halagada girándose a verme terminando de ponerse los aretes.
- Creo que... Ya podemos irnos. - dije ocultando mis nervios.
- Bien, andando...
Ambos salimos de la habitación encontrándonos en el corredor con Charles y su novia.
Los cuatro bajamos hacia el parking del hotel y nos subimos a nuestros autos para ir hacia el lugar que Christian nos había indicado.
...
Afuera del club todo era un caos de paparazzis y fans que buscaban fotos y autógrafos.
Ya adentro, nos encontramos con todos los demás quienes al parecer ya tenían tiempo allí, puesto que ya algunas botellas estaban a medio terminar.
Enseguida nos hicieron entrar en ambiente, dándonos de beber y llevándonos a la pista de baile.
- Oye... ¿Cómo va el plan? - Daniel preguntó junto a mí mientras volvíamos de la pista de baile hacia el sofá de cuero.
Oh mierda. El plan.
- Demonios, lo olvidé por completo, hermano... - admití sin poder creerlo.
¿Cómo había podido olvidarlo?
- Oh Dios Verstappen, cada vez estás peor...
- En mi defensa casi me muero este fin de semana, estoy vivo porque ni siquiera tuve tiempo para dedicarme a morir... Estuve demasiado ocupado. - le reproché obstinado.
Era cierto, no había tenido tiempo de hablar con las personas que me estaban ayudando.
- Por suerte, me tienes a mí... - dijo con aires de grandeza. - Hice la reservación, tu departamento en Montecarlo estará esperándolos, tú solo debes lograr que ella vaya...
- Oh Dios, ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo, amigo? - dije soltando todo el aire que se había acumulado en mi pecho. Mi cara debía gritar tragedia por todos lados.
- Nos besamos después... - acarició mi mejilla con un tono coqueto haciéndome reír. - Ahora enfócate... Mañana a las 4 PM saldrá tu jet, por ninguna razón ella puede irse a Canadá, debe llegar a Mónaco contigo, ¿Entiendes?...
Tu única misión es que permanezca contigo en todo momento. - explicó recalcando cada palabra como solo él sabía hacerlo.- Lo lograré. - asentí estrechando su mano y girándome a ver a Amber quien seguía hablando animadamente con Laura y con Charlotte.
Ella no tenía ni la menor idea de todo lo que estaba por pasar mañana, y yo solo podía ponerme más ansioso por no tener ni la menor idea de cuál iba a ser su reacción.
Estaba jugando mi carta más valiosa por ella, tal vez era demasiado apresurado, pero este último año me había servido para darme cuenta de que solo con ella quería estar.
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NO FEELINGS • Max Verstappen •
FanfictionMax Verstappen, joven holandés, piloto de la Fórmula 1. Amber Harris, joven canadiense, periodista y corresponsal de la Fórmula 1. Estos dos mundos completamente diferentes coincidirán en el Gran Premio de los Países Bajos mientras cumplen con sus a...