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AMBER

Todo se sentía más y más irreal con el pasar de los minutos.

Finalmente lo había conseguido.

Después de una larga temporada, la cual había sido como una montaña rusa de emociones y sucesos tanto en lo deportivo como en lo extradeportivo, él lo había logrado.

Max Verstappen era campeón de la Fórmula 1.

Aquella magistral repasada a Lewis había sido suficiente para que las tribunas y el box de Red Bull explotaran en una plena descarga de emociones.

Todos los mecánicos estaban agarrados unos con otros ante el desenlace de aquella batalla que se estaba definiendo en la última vuelta, pero apenas Max entró a la última curva todos salimos corriendo hacia la calle de los pits para treparnos en la reja y verlo cruzar la bandera a cuadros a todo dar.

Todo a mi alrededor era una locura, felicidad extrema, lágrimas, gritos...

En ese instante solo podía sentir mi cuerpo trabajando en modo automático.
No era capaz de procesar la magnitud de aquel suceso con la rapidez deseada.

Todo el equipo estaba tras las barreras cuando los autos llegaron hasta los carteles de 1,2 y 3.

Max apenas salió se arrodilló junto al vehículo visiblemente conmocionado.

Luego corrió en dirección a las barricadas para lanzarse sobre los mecánicos e ingenieros que estaban en primera fila

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Luego corrió en dirección a las barricadas para lanzarse sobre los mecánicos e ingenieros que estaban en primera fila.

Yo admiraba todo desde la tercera o cuarta fila, igual de feliz, sin embargo, entendía que era un momento entre el equipo y él.

Estaba tan encantada de verlos a todos desbordando alegría y felicidad, revoloteando en la multitud, que no me dí cuenta de en qué momento había pasado al frente.

Antes de poder reaccionar ya estaba siendo apretujada por Max.

- Dime que todo esto es real, por favor... - escuché sus palabras en mi oído por sobre todo el bullicio a nuestro alrededor.

- Lo es Max... Lo lograste... - le respondí apretando más mi agarre.

El tono en sus palabras era como el de un niño que recibía su juguete favorito en navidad.
Lleno de incredulidad, de felicidad, quebrado por el llanto.

Verle de aquella manera me había alborotado el corazón, había revuelto mi lado más sensible, tanto que mis lágrimas comenzaron a brotar disimuladamente, y él las notó.

Por unos cortos segundos juntó mi frente a su casco antes de darme un último abrazo e irse para las entrevistas.

Cuando subió al podio todos los presentes pudimos notar el brillo en sus ojos.
Y cuando sonó el himno de los Países Bajos, aquel azul que tanto me volvía loca se volvió aún más llamativo al finalmente sellar su triunfo.

Luego de que terminaron los actos protocolares una nueva fiesta se desató en el box.

La champagne caía como si de una feroz lluvia se tratase y los cánticos con "We Are The Champions" de QUEEN retumbaban en el circuito.
Así transcurrieron un par de horas hasta que entre todos decidieron salir a celebrar a un club nocturno cercano.

Me aleje del montón de gente yendo al paddock para terminar de recoger las cosas de Max y así poder irme tranquila a festejar en el club.

Max había dejado un desastre en el vestidor. El casco estaba en el suelo, el traje mojado de champagne estaba escurriendo por todos lados. Terrible.

Mientras estaba en la pequeña habitación dentro del paddock escuché cómo se abrió la puerta y se volvió a cerrar dejándome saber que alguien había entrado.

Claramente no era Max porque desde mi lugar podía escuchar claramente cómo seguía bociferando en el garaje junto a Freddy Mercury y a los mecánicos.
Toda la ciudad los podía escuchar.

- Ya casi termino, solo debo recoger el desastre de Max. - avisé recogiendo el casco y el antiflama del piso, suponiendo que era alguien del equipo que venía a buscarme.

- Sí, veo que Max Emilian no deja de ser un desordenado...

Una pequeña risilla se me escapó ante aquel comentario, pero en cuestión de milésimas mi expresión desapareció.

Ese acento. Ese timbre de voz.
Lo conocía a la perfección.

Además muy pocas personas se referían a Max por sus dos nombres, al menos no con tanta fluidez y confianza ... 

Solo aquel individuo.

No necesitaba ni verle para saber de quién se trataba.

Salí de donde estaba a paso lento, temeroso, con mis manos temblorosas aferradas al casco de Max, esperando lo impredecible, es decir, lo peor.

Sentí mi corazón descontrolarse al tener a aquella persona parada frente a mí, con sus manos en los bolsillos de su jean, mostrándome una postura intimidante.

- Hola Amber... - saludó sin moverse ni un centímetro, casi con una sonrisa ladeada en su rostro.

- Sr. Verstappen...

NO FEELINGS • Max Verstappen •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora