MAX
Sonreí contemplando aquella tierna imagen frente a mí.
Apenas acabábamos de llegar al hotel hacía un par de minutos y Amber ya se había quedado dormida sobre la cómoda cama.
Verla calmada y serena mientras estaba en un sueño profundo me transmitía paz, sin embargo estaba realmente preocupado por ella desde temprano, no sabía qué le estaba pasando y me enojaba que no me contara.
Me enojaba porque aquello demostraba que no tenía un verdadero nivel de confianza hacia mí y era frustrante dudar solo unas pocas horas antes de llevar a cabo mi plan.
Había sido un dolor en el trasero convencerla para que viniera y se quedara conmigo, sabía que no quería venir, pero debía hacer todo lo posible para hacer de su día el mejor y distraerla para mantener el secreto hasta la noche.
Mientras ella yacía entre las cómodas sábanas me encargué de revisar mis conversaciones con Laura.
Ella la conocía a la perfección y sabía que no me iba a fallar.
Me había dicho que a Amber le encantaba el mar y los atardeceres, así que hablé con un par de contactos y un yate estaba a nuestra disposición para dar un paseo y admirar el atardecer desde el mar.
Su comida favorita era la comida japonesa y, ¿Qué mejor que una cena en uno de los mejores restaurantes de Japón ubicado cerca del Casino de Montecarlo?
Las personas encargadas de la decoración ya habían dejado mi apartamento en perfectas condiciones, solo debía llegar, hacerlo y no sufrir un infarto en el intento.
Del bolsillo de mi chaqueta saqué la pequeña caja de terciopelo y la abrí, no sin antes girarme para confirmar que ella seguía dormida.
Daniel había escondido el anillo durante unos días, porque vaya que había sido jodidamente difícil esconderla, sobretodo porque no había equipaje que Amber no debiera tocar.
A mis espaldas escuché cómo ella se removió cambiando de posición por lo que guardé la caja nuevamente en mi bolsillo tratando de calmar mi corazón.
- ¿En qué piensas?
Su voz algo entrecortada se escuchó acelerando aún más mis latidos.
- Eh, nada, mi madre me escribió, es solo eso... - hablé girándome a verla.
Sus ojos estaban hinchados al igual que sus mejillas luego de aquella siesta.
Adorable.
- Hace mucho que no ves a tu madre, deberías ir... - me aconsejó sentándose.
- Sí, en unos días iré. - asentí bajando la mirada.
“Iremos”, pensé.
- Yo también volveré a Canadá. Mi madre llamó hace unos días rogándome que fuera a visitarle. - rió seguramente recordando el tono gracioso de su madre.
- ¿Planeas quedarte allá? - pregunté sin más casi tomándola por sorpresa.
Rezaba para que su respuesta fuera negativa.
No quería perderla de vista, no quería que se fuera.
Ya no sabía cómo funcionar sin ella.- Así es. Tal vez hasta que inicie la temporada nuevamente, no lo sé... - se encogió de hombros.
- ¿Me abandonarás? - fingí un llanto haciéndola reír.
- Oh vamos, me ves el 90% del año.
Un par de meses no significan nada. - reprochó.Oh cariño, significan mucho.
- Como sea, espero que esa siesta te haya hecho recobrar energía, porque tengo algunas cosas planeadas para hoy. - anuncié poniéndome de pie.
- ¿Cosas? - cuestionó alzando una siesta.
- Solo te daré una pista... Océano. Vístete. - sonreí al ver cómo su boca se entreabrió.
Definitivamente no sabía lo que le esperaba.
...
- Max, ¿A dónde vamos? - preguntó por milésima vez en el último minuto transcurrido.
No respondí ignorando a toda costa sus preguntas, con mi vista clavada en el camino y mis manos apretadas al volante.
Un par de calles después finalmente dejé el auto aparcado.- Ya llegamos. - anuncié quitándome el cinturón de seguridad.
- ¿Ya llegamos? - preguntó imitando mi acción y mirando a su alrededor.
- Escuché que te gusta el mar...
¿Te apetece ir a probar el mar monegasco? - sonreí al ver cómo sus ojos se iluminaron.De inmediato supe que le había encantado la idea.
...
- Eso fue genial. - rió cerrando la puerta del auto, robándome una sonrisa llena de satisfacción.
Verla divirtiéndose me había llenado de vida.
Jamás había visto una sonrisa más grande en su rostro.Mientras observábamos el atardecer que pintaba el cielo de diversos tonos, pude notar que sus mejillas habían tomado un color rojizo debido al sol que nos había cubierto durante las 3 horas que habíamos estado expuestos.
- Me alegra que te haya gustado. - dije poniendo el auto en marcha. - Tengo algo de hambre, ¿A dónde vamos a cenar?
- Uh, no lo sé... - titubeó sin saber qué decir.
- Hay un restaurante de sushi en el centro...
- ¿Desde cuándo comes sushi? - rió confundida.
Odiaba el sushi, con toda mi vida.
Pero debía ser fuerte.- ¿Por qué no comerlo? - me encogí de hombros.
- Oh por favor, no puedes estar cerca de un pescado frito, mucho menos de uno crudo... - se burló.
- Sé que te gusta, creí que te gustaría ir...
- A ver Max... No tenemos que hacer todo lo que a mí me gusta. No tienes que hacer cosas por mí. - habló sincera borrando su sonrisa.
- Pero aún así lo haré. Iremos a comer sushi, punto. - dije con autoridad sin dejarla reprochar.
Mientras conducía me di cuenta de que la noche había caído. Inconscientemente por mi cuerpo pasó un fugaz susto al darme cuenta de que cada vez faltaba menos para regresar a casa.
Faltaba cada vez menos para el desenlace.
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NO FEELINGS • Max Verstappen •
FanfictionMax Verstappen, joven holandés, piloto de la Fórmula 1. Amber Harris, joven canadiense, periodista y corresponsal de la Fórmula 1. Estos dos mundos completamente diferentes coincidirán en el Gran Premio de los Países Bajos mientras cumplen con sus a...