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AMBER

Luego de la carrera, todo había transcurrido con normalidad.

Max había quedado en el primer lugar, seguido de Charles y de Lewis.

Durante las entrevistas, se repitió el mismo proceso que antes de la carrera.

Pero si antes estaba nerviosa, en ese momento muchísimo más.

Volver a entrevistar a Max había sido muy vergonzoso.

No dejaba de examinar cada centímetro de mi cara mientras que charlábamos frente a la cámara.

No podía ni sostenerle la mirada.

Incluso, cuando fue el turno de entrevistar a Checo, Max se quedó ahí, tomando los hombros de su compañero de equipo observándome.

La última nota la finalizamos a las 7:23 PM.

Finalmente podríamos regresar al hotel después de un día tan largo.

Solo quería regresar a Toronto y que la pesadilla acabara.

Pff... Como si los otros 15 GP que faltaban fueran a desaparecer de la agenda, tonta.

- Debo ir al baño, ya regreso. - le avisé a Laura quien asintió mientras seguía guardando cosas en su mochila.

Me encaminé hacia el baño más cercano pero estaba cerrado. Maldije por lo bajo y seguí explorando en busca de alguna señalización.

- ¿Estás perdida?

Una voz resonó por los pasillos vacíos del lugar haciéndome sobresaltar.

Me giré de golpe y, oh vaya que sorpresa, me encontré con la persona que llevaba alterándome los nervios desde temprano.

- Eh... Yo...

- Tranquila, no estás en problemas. - Max rió acercándose. - ¿Puedo saber qué haces por acá?

- Estaba buscando un baño.

Él soltó una risilla burlona que me confundió.

- ¿Acaso eres nueva? Los baños los cierran para evitar que fanáticos locos se escondan ahí.

- En realidad sí soy nueva. - admití apenada agachando la vista. Su sonrisa se borró y su boca se entreabrió.

- Oh bueno, eso explica por qué no te había visto antes por aquí.

Y de nuevo, como si su vida dependiera de ello, sus ojos solo me veían de arriba a abajo.

- Max Verstappen. - su mano se extendió delante de mí.

- Lo sé. - ambos soltamos una carcajada. Era más que obvio.
- Amber... Amber Harris. - le dediqué una sonrisa y estreché su mano sintiendo mi piel ponerse de gallina.

- Bien Amber, me agradas, pareces no ser la típica periodista que busca invadir el espacio personal de los pilotos, así que te ayudaré... - dijo mientras el contacto entre nuestras manos se rompía. - El paddock de Red Bull no está muy lejos, si quieres puedes venir conmigo y utilizar nuestro cuarto de baño.

Las palabras de Max me dejaron algo pensativa.

- No... - solté instintivamente. - Quiero decir, no quiero tener problemas, además mi compañera me espera. - le expliqué al ver su expresión.

Era cierto. No quería tener problemas. Pero por sobretodo, no quería que me vieran con él.

- ¿Segura? No sería molestia...

- No, no. Estoy bien, pronto llegaré al hotel. Gracias. - le dediqué mi mejor sonrisa la cual pareció ser contagiosa ya que enseguida él también sonrió y a su vez dejó salir una risilla.

- Enserio que eres una rookie en todo esto... Otra periodista ya hubiera tratado de coquetear conmigo, o me hubiera acosado hasta que huyera de ella...

Un sonrojo se plasmó en mi pálido rostro ante sus palabras.

- ¿Irás a Austin? - cuestionó curioso sobre la próxima carrera de la semana entrante.

- Sí. - afirmé recordando la apretada agenda que tenía.

- Bien, espero verte ahí. Es muy interesante charlar contigo.

¿Acaso trataba de coquetear?

- De seguro, ahí estaré.

En ese instante mi teléfono sonó entre mis manos.

El nombre de Laura se iluminó en la pantalla.

- Debo irme... - lo miré apenada sin contestar la llamada.

- Está bien, lo entiendo.

- Fue un gusto conocerte, Verstappen. - sonreí comenzando a alejarme.

- Solo dime Max, por favor... Nos vemos en Texas. - su tono suave me hizo sonreír, ya era más que un hecho que él estaba agusto conmigo, pero yo aún trataba de procesar todo lo que estaba pasando.

Caminé de vuelta dejandolo atrás sin poder dejar de pesar.

¿Qué mierda acaba de pasar?

Me crucé con el posible campeón del mundo, coqueteó conmigo, me dijo que era divertido hablar conmigo...

Jesucristo, esto es mucho para mí.

Regresé con Laura, sin ganas de contarle absolutamente nada de lo ocurrido, porque sino la tendría interrogándome toda la noche hasta el amanecer.

Juntas volvimos al hotel y como ya era costumbre me di una ducha y me lancé a dormir.

“Nos vemos en Texas.”

Esas palabras no salían de mi mente y no podía dejar de revolotear en la cama.

Esto apenas estaba comenzando, pero los presentimientos no dejaban de invadirme.

NO FEELINGS • Max Verstappen •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora