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AMBER

Estando en aquella fiesta de fin de temporada había podido reencontrarme con Laura y además había conocido a la novia de Charles.

Las tres estábamos pasando un buen rato, bebiendo algunas copas y charlando sobre lo difícil que era el mundo de la Fórmula 1.

Constantemente sentía la mirada de Daniel y de Max sobre nosotras, los notaba hablar mientras miraban en nuestra dirección. Estaban muy sospechosos, pero al ver que solo yo me daba cuenta simplemente le resté importancia y seguí en lo mío. Minutos después ellos comenzaron a divertirse con los demás.

Me disculpé con las chicas y me dirigí hacia el baño. Esas locas bebían como camioneros gastando su sueldo, mi vejiga pedía a gritos vaciarse para poder seguir.

Salí del cubículo más aliviada y me miré en el espejo mientras lavaba mis manos.

La puerta se abrió de golpe estampándose contra la pared, segundos después un hombre visiblemente ebrio entró.

- Éste es el baño de chicas... - hablé enfatizando mis palabras.

- Hola hermosa, ¿Puedo invitarte algo de beber? - balbuceó aproximándose hacia mí.

Enseguida me puse alerta. Tomé mi cartera y me dispuse a salir de aquel lugar para evitar algún inconveniente, pero aquel sujeto ya me había tomado de la muñeca y me había acorralado contra la pared más cercana.

Enseguida comencé a empujarlo y a tratar de quitármelo de encima. Pero era demasiado corpulento como para poder deshacerme de él.

- ¡Maldito imbécil! - gruñí antes de levantar mi rodilla y pegarle junto en las pelotas.

Salí de ahí a paso apresurado, miré un par de veces por encima de mi hombro notando al individuo venir detrás de mí.

Mientras aceleraba el paso traté de encontrar alguna cara conocida para que pudiera ayudarme. Era casi inútil pues las mesas donde estaban los demás estaban lejos.

Girando en una esquina me choqué contra alguien. Al alzar la mirada solo pude gritar internamente de felicidad.

- ¡Mick! ¡Mick! Te estaba buscando, cariño. ¿Dónde te habías metido, huh? Pensé que te habías ido... - exclamé sin parar tomándole la mano que le quedaba libre.

- Eh... Sí... Yo también justo iba a buscarte... - dijo tratando de sonar convincente aunque yo sabía que estaba más confundido que niño de 8 años aprendiéndose las tablas de multiplicar.

El hombre analizó a Mick durante unos segundos, se hizo el desentendido y se largó.

Cuando solo estuvimos los dos en medio de aquel raro pasillo suspiré con alivio soltando el agarre que tenía sobre su antebrazo.

- ¿Estás bien? - cuestionó con preocupación viéndome respirar con dificultad.

- En perfectas condiciones... - dije recobrando el aliento.

NO FEELINGS • Max Verstappen •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora