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AMBER

Berlín siempre fue uno de mis lugares favoritos para visitar.
La historia, la cultura, absolutamente todo era interesante para mí.

Nos estábamos hospedando en un hotel clásico que estaba cercano al circuito, y la vista era simplemente maravillosa.

Cuando no estaba en el circuito, solo podía dedicarme a sentarme en el balcón a observar el paisaje para restarle importancia al hecho de que me sentía sola.

Laura y Daniel estaban en proceso de hacer oficial su relación así que pasaban la mayoría del tiempo juntos durante los fines de semana.

Al parecer todo iba muy enserio, cosa que jamás creí que pudiera ser posible.

Vivían día y noche enviándose mensajes.
La cara de felicidad de mi compañera cada que leía los textos solo me confirmaba que los dos estaban muy felices juntos.

Y me alegraba por ellos.

Daniel era un excelente chico.
Con un gran carisma y guapo.

Era el chico que toda madre querría para su hija.

Pero era el mejor amigo de Max, lo que implicaba el hecho de que en dónde estuviera Daniel, Max estaría también.

2 semanas habían transcurrido desde Montreal.

2 largas semanas en las que en mi mente solo se iluminaban aquellos recuerdos llenos de pasión y de lujuria en esa habitación de hotel.

Podía jurar que aún sentía sus manos y sus besos recorrer todo mi cuerpo.

Nadie lo sospechaba.
Habíamos sido cuidadosos al salir del hotel.

Él se fue por su lado y yo por el mío.
Como tenía que ser.
Pero mi alma se sentía vacía.

Desde entonces había estado sintiendo mucha ansiedad.
Quería verlo, besarlo hasta quedarme sin una gota de aire en mi pecho, volver a vivir una experiencia como aquella, pero a la vez sabía que estaba completamente mal.

También me sentía una completa tonta.

Tal vez él ya ni siquiera estaba interesado en mí. Al fin y al cabo ya había obtenido lo que quería.

Un acostón. Algo de una sola noche.

Así era Max Verstappen, ¿No?

Debía dejar de crearme falsas ilusiones.
No todo es un cuento de hadas.

Terminé de desempacar y dejé la maleta a un lado de la habitación.

Este fin de semana era turno del GP de Alemania, pero aunque fuera una de mis locaciones favoritas de todo el calendario, la pizca de emoción que había inundado mi cuerpo en el último GP, ya no estaba.

No quería encontrarme ni con Max ni con nadie de ese mundo tan caótico.
Me sentía tan vulnerable y expuesta que solo podía pensar en todas las personas que probablemente ya sabían sobre lo que pasó.

Tenía muchas preocupaciones. Demasiadas.

Pero sabía que el espectáculo debía continuar.

Era parte del profesionalismo.

...

La carrera en sí había sido un completo desastre.

Las paradas en pits habían sido de las más lentas para todos los equipos.

Ferrari estaba viviendo una pesadilla y tanto Carlos como Charles debieron abandonar antes de la mitad de la carrera.
Los autos de Mercedes no paraban de rebotar y lo único que se podía salvar era el magnífico desempeño que Red Bull mantenía en la pista y en el box.

Checo ganó la carrera, seguido de Max y de Lando.

Quería alegrarme, pero no lograba descifrar mis emociones en ese momento.

Las imágenes de la premiación se proyectaban en la enorme pantalla.
Estaban entregando los trofeos, todas las cámaras sobre los tres ganadores.

De repente la toma se fue hacia la multitud reunida frente al podio, se enfocaron en el increíble Jos Verstappen.

Era lógico que él estuviera ahí para ver a su hijo.

Pero a su lado se encontraba la cara que menos quería ver.

Ahí estáaba la persona que menos imaginaba.

Kelly.

NO FEELINGS • Max Verstappen •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora