CAPÍTULO V (EL ANILLO )

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Mi primer empleo se presentó de diversas maneras en mi mente. A los dieciséis años, siempre lo imaginé en una tienda de ropa. Sin embargo, mis padres insistieron en que debía centrarme en mis estudios, argumentando que no era necesario trabajar en ese momento. Ahora, de manera irónica, eran ellos quienes habían pedido a mi tía que me consiguiera un trabajo. Esa mañana, me vestí con un pantalón de mezclilla y una blusa blanca sencilla, junto con unas cómodas sandalias.

Descendí las escaleras de casa y encontré a mi tía esperándome, aunque le había dicho que podía ir sola, insistió en llevarme. Nos subimos a su amplio auto azul y nos dirigimos a la tienda, a pesar de que estaba bastante cerca y podríamos haber caminado. Después de dejarme allí, mi tía continuaría hacia su propio trabajo.

—Hola, Bob —saludó mi tía una vez que entramos en la tienda.

—Olivia, qué gusto verte —respondió el hombre, quitándose el mandil que llevaba puesto.

—Hacía tiempo que no venía por aquí —comentó Olivia mientras comenzaba a examinar la tienda. Bob se acercó a nosotros.

—Entonces, ella es la hija de Caroline —mencionó el hombre, mirándome con interés.

—Sí, se llama Auden —informó mi tía, que también me miraba.

—¿Tiene la misma edad que Diana? —preguntó Bob.

—Diane —corrigió Olivia, sonriendo. —No, Diane es un año mayor que Auden. Diane tiene veintiuno y Auden acaba de cumplir veinte.

—Ah, la juventud —musitó Bob con un suspiro. —Bueno, Auden, estas son las copias de las llaves de la tienda —dijo, entregándome un manojo de llaves. —Solo registra todo en la computadora, cierra a las diez de la noche y haz el corte de caja. Después de eso, puedes irte a casa —Asentí con la cabeza, y Bob me dio unas palmadas en el hombro.

—Adiós Bob —se despidió Olivia, y el hombre salió de la tienda. —Ese hombre ya es bastante mayor —comentó mi tía antes de empujarme hacia el mostrador.

—¿Tengo que usar el mandil? —pregunté, sosteniéndolo en mis manos.

—No creo, pero úsalo si quieres —respondió Olivia.

—Creo que mejor no —decidí, devolviendo el mandil a su lugar.

—Bien, quiero ser la primera persona a la que atiendas, así que cóbrame este chocolate —dijo Olivia, colocando un chocolate en el mostrador. Registré el chocolate y me sentí como toda una experta al venderle mi primer producto a mi tía.

—Oscar dijo que había una lista junto a la caja fuerte con las tareas de la tienda —informó Olivia, señalando la caja fuerte detrás de mí.

Tomé la lista y se la mostré, aunque me dolió la espalda solo de leer la tarea número tres: "Acomodar Coca-Cola en el refrigerador".

—Bueno, te dejo, porque debo ir al trabajo —me plantó un beso en la frente y salió del lugar.

Llevaba una hora en mi primer trabajo y ya quería renunciar. Estaba aburrida, y solo habían venido cinco personas, la mayoría hombres alcohólicos. Decidí salir de la caja y acomodar un poco el área de enlatados, que estaba bastante desordenada. Estaba ocupada acomodando las latas de atún cuando sonó la campana que anunciaba la entrada de alguien. Volteé y allí estaba él. Era inevitable, tenía que venir. Llevaba una camiseta blanca sencilla y unos jeans desgastados. Su cabello estaba recogido en una coleta desordenada, y anillos adornaban sus dedos.

—Hola —saludó con una sonrisa. Dejé caer todas las latas que acababa de acomodar.

—Maldición —gruñí ante mi torpeza y me agaché para recoger todo. Sentí cómo se acercaba para ayudarme.

Mi verano en Australia [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora