El penetrante aroma del alcohol llenó mis fosas nasales mientras gradualmente abría los ojos. Al principio, todo estaba borroso, pero luego mi visión se aclaró, enfocándose en la mirada preocupada de Eddie. La confusión se apoderaba de mí mientras me daba cuenta de que estábamos en una sala de hospital. Cuando vi la camisa gris de Eddie manchada de sangre, todos los recuerdos regresaron de golpe.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Eddie con preocupación, y poco a poco su voz se volvió más clara.
—Bien —respondí, llevando mis manos a mi rostro. Mi preocupación se intensificó al notar que mi suéter café con rayas horizontales violetas estaba manchado de la sangre de Noah.
—Toma, cariño, esto te hará bien —dijo Kate, ofreciéndome una botella de agua. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. ¿Y cuál era el estado de Noah?
—¿Cómo está Noah? —pregunté, levantándome de un salto.
—Aún no nos han informado —respondió Kate.
Noté que el labio de Eddie sangraba. Intenté acercarme, pero él apartó mi mano de su rostro.
—Yo estoy bien —dijo, comenzando a caminar de un lado a otro.
—Ya le he insistido en que se haga revisar, pero no deja de moverse y dar vueltas —sollozó Kate.
—Por favor, Eddie, debes dejarte atender esas heridas o empeorarán —supliqué, siguiéndolo mientras continuaba su inquieto paseo.
—Está bien —accedió finalmente y se recostó en la pared.
—Señorita, ¿podría atender las heridas de mi sobrino? —le pidió Kate a una de las enfermeras que pasaba.
—Estamos bastante ocupados en este momento, puedo traer algunas cosas para que ustedes mismos lo cuiden. Afortunadamente, las heridas no parecen ser graves —dijo la enfermera, examinando los golpes en el rostro de Eddie.
—Sí, está bien —asentí, y la enfermera esbozó una amigable sonrisa antes de alejarse.
—Tengo algunas pastillas para el dolor de cabeza en el auto, ya vuelvo —dijo Kate antes de levantarse de la silla y dirigirse por el largo pasillo.
La enfermera me entregó un botiquín.
—Gracias —le agradecí antes de que se retirara nuevamente.
Eddie se sentó en una de las sillas, y comencé a limpiar sus heridas. La sangre ya se había secado un poco, y él gemía de dolor cuando pasaba el algodón empapado en alcohol.
—¿Qué te dijo Kate? —pregunté ansiosa de obtener una respuesta, pero Eddie solo chasqueó la lengua.
—Kate lo sabía todo —confesó después de unos largos segundos, y mi mano se detuvo mientras limpiaba sus heridas.
—¿De qué estás hablando? —pregunté, desconcertada. Eddie levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron directamente.
—Kate sabía que tú y yo teníamos algo a escondidas de Noah, y también sabía que hoy nos escaparíamos —dijo, dejándome boquiabierta ante su revelación.
—¿Y qué dijo? —pregunté, aturdida por la confesión de Eddie.
—Dijo que había sido un accidente y que Noah no debió iniciar esa pelea.
—Pero es su madre —exclamé sorprendida, y Eddie me miró con una expresión desconcertante.
—¿A qué te refieres, Auden? —preguntó, apartando mis manos de su rostro.
—Que Noah es su hijo y debería estar defendiéndolo —respondí, intentando reanudar la curación de su labio, pero Eddie me detuvo bruscamente.
—¿Estás insinuando que fue mi culpa? —preguntó molesto, y yo me quedé en silencio.
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Mi verano en Australia [YA EN FÍSICO]
RandomAuden, recién cumplidos los 20 años, se encuentra atrapada en la incertidumbre de su futuro. Sus padres toman la decisión de enviarla a pasar el verano en casa de su tía en Australia. Allí, su prima y amiga de toda la vida, Diane, la invita a asisti...