CAPÍTULO X ( ENTONCES LO ELIGES A EL)

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Corrí hacia la cocina a toda velocidad y justo cuando estaba a punto de tomar una manzana, la puerta principal se abrió.

—¡Ya estoy de vuelta! —anunció Olivia. Me asomé y la vi cargando un montón de bolsas, así que me acerqué para ayudarla.

—¿Cómo te fue? —pregunté con una sonrisa, pero ella me miraba de manera extraña.

—Estás bastante agitada y roja —observó, acomodando mi cabello corto y despeinado.

—Deben ser los efectos de mi nueva rutina de ejercicios —mentí, y mi tía esbozó una sonrisa.

—¿Y haces ejercicio con unos shorts de mezclilla? —cuestionó.

—De vez en cuando —respondí, y Olivia soltó una carcajada.

—Estoy exhausta —se quejó antes de dejarse caer en el sillón.

—Pensé que llegarías más tarde —comenté, y ella me miró de inmediato.

—¿He interrumpido algo? —preguntó en tono pícaro.

—No, es que Diane dijo que llegarías tarde.

—¿Dónde está Diane? —Olivia comenzó a quitarse los cansados tacones negros.

—Ella salió —contesté concisamente.

—Con ese tal Jack, seguro. Le dije que llegaría en un par de horas o más, porque sabía que se iría sin avisar —farfulló un poco molesta.

—¿Qué hay en esas bolsas? —pregunté, tratando de cambiar de tema.

—Una de mis clientas me trajo un montón de dulces americanos —dijo, soltando su cabello para masajearse la cabeza. El estruendo de la puerta hizo que Olivia gruñera de molestia. —¿Quién será? —se levantó del sillón y fue a abrir la puerta.

"¡Mierda!", fue lo único que pude pensar en ese momento. Era Noah, con el cabello suelto, pantalones caqui y una camisa azul sencilla.—Hola —saludó el rubio, y mi tía se apartó de la puerta para dejarlo entrar.

—Hola Noah, no tienes que fingir que te escapaste cuando escuchaste que llegaba y luego regresaste —comentó Olivia, guiñándome un ojo de complicidad. Noah la miró con confusión y yo solté una risita nerviosa.

—Bueno, parece que no era yo el intruso —dijo, y mi tía le dio unas palmadas en el hombro.

—Sí, claro. Bueno, chicos, estoy muy cansada, así que me voy a bañar y luego dormiré como un tronco —anunció antes de ir a recoger los tacones que había lanzado anteriormente—. Gusto en verte, Noah. Saluda a tu madre de mi parte —le pidió antes de desaparecer por las escaleras.

—¿Quieres dulces? —ofrecí mientras agitaba la bolsa de golosinas.

—Claro —respondió, acercándose a la bolsa y comenzó a buscar uno que le gustara.

—¿Qué te trae por aquí? —pregunté, y su expresión cambió a una mirada inquisitiva.

—Esa pregunta sonó un poco grosera —comentó mientras finalmente elegía un dulce de limón.

—Lo siento, no era mi intención. ¿En qué puedo ayudarte? —me disculpé avergonzada.

—Está bien. Bueno, vine a proponerte algo —dijo mientras se apoyaba en la barra de la cocina.

—¿Proponerme algo? ¿De qué se trata? —pregunté, intrigada, y él sonrió de manera juguetona.

—Mañana es la final del torneo de surf, y me gustaría que me acompañaras —sugirió, dejándome sin palabras. No sabía si quería ir o no.

Mi verano en Australia [YA EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora