Capítulo 23

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—Definitivamente no.

Cassiel lanza el lápiz contra la mesa. Este rebota hasta terminar en la otra punta de la sala. Se frota la cara con las manos, desesperado.

—¿Cómo puedes ser así?—pregunta mirándome con ojos cansados—. ¡Es solo un baño!

—Un baño que no quiero que mientras me esté duchando tú entres sin mi permiso—corrijo de brazos cruzados.

Cassiel me mira como si fuera un extraterrestre.

—No tengo entre mis planes colarme en el baño mientras te duchas—Zarandea el papel de un lado al otro—. Ya puedes ir borrando eso porque tu estúpido horario para el baño es una tontería.

Me cruzo de brazos. Cassiel imita mi postura.

Llevamos toda la tarde intentando encontrar un acuerdo mutuo para que nuestra convivencia sea lo menos pesada posible, pero la verdad que ninguno lo está poniendo realmente fácil.

El apartamento de Cassiel tiene dos habitaciones por lo que en ese aspecto no hay ningún problema. Él se queda con su habitación y yo con el de invitados. La cocina tampoco es un problema. Ya dijimos que él se encargaría de la cocina y yo de la limpieza de todo el apartamento. Ahora bien, el verdadero reto surge con el baño. Solo hay uno y no estoy dispuesta a dejar que en cualquier momento pueda entrar él.

Con mi boli doy toquecitos en el papel recalcando la norma número cinco que estamos poniendo en el papel y que una vez terminada deberemos de firmar ambos. La primera norma es no entrar en la habitación del otro si no es motivo de muerte. La segunda no cuestionar la comida de Cassiel y él respectivamente con la regla tres con mis dotes de limpieza. La cuarta es no traer invitados sin haberlo consultado antes con el otro, a excepción de Repelente, que ya es uno más de la familia, de hecho, es el propio Cassiel quién lo tiene colocado en su regazo mientras duerme plácidamente.

—La regla número cinco es una bobada. No voy a aceptar eso.

—No es una bobada. Cada hora el baño pertenecerá a uno y así sucesivamente para que no coincidamos.

—No soy un perro, Keira, no decido cuando cagar o mear.

Arrugo la nariz.

—No te estoy diciendo que eres un perro. Solo intento evitar situaciones embarazosas a largo plazo.

Cassiel estira su brazo y coge mi boli. Su piel entra en contacto con la mía y me endurezco. Cassiel parece no darse cuenta de esto último porque se limita a enfocarse en el boli y el papel.

—Esto—Tacha mi norma—. Es una mierda.

Abro la boca, indignada.

—¿Acabas de tachar mi norma? ¿Ahora cómo vamos a mantener nuestra privacidad?

Cassiel cierra los ojos durante unos momentos.

—Creo que puedo escuchar si estás dentro o no del baño.

Aprieto los dientes y me estiro para quitarle el papel, pero Cassiel se aparta con agilidad y escribe algo. Con una sonrisa de suficiencia me tiende el papel. Lo cojo con recelo.

"Quinta norma: Cualquiera de los dos que infrinja las normas tendrá que ser castigado. El castigo lo impone el otro miembro del piso”—Levanto los ojos para encontrarme con que Cassiel, también estaba diciéndolo en voz alta—. Dices que lo mio es una tontería y, ¿que es esto?

—Esto… querida Keira, es un seguro. Tenemos que tener una norma para las ocasiones en las que no se respeten las normas—Cassiel se tapa la boca para evitar que lo vea sonreír—. ¿No piensas igual?

La Promesa Consumida-2 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora