Cassiel no me mira, de hecho no mira a nadie salvo a su padre, quien camina hacia él con los brazos extendidos. No me sorprende nada cuando le rechaza apartándose de él para ir hasta la otra punta del salón.
En estos momentos no tengo ni la menor idea de como comportarme. Incluso sus hermanos no saben cómo sentirse con él. La tensión es demasiada.
Una de las diferencias que me encontré cuando vine a la mansión de los Relish, son las muestras de afecto entre ellos. Cuando hay una cámara o algún reportero no se dan muestras de cariño, pero mantienen la compostura. Saben que cualquier gesto o palabra que puedan decir puede desencadenar problemas, por lo que miden minuciosamente siempre sus palabras antes de expresarse. Todo lo anterior dicho deja de funcionar cuando están en su mansión. No tienen tapujos, ni cortes a la hora de hablar y todo lo que quieran decir lo dicen, independientemente de si alguno no está de acuerdo, eso sí, esto jamás se aplica al señor Relish. Llevo aquí unos tres meses y nunca he visto a ninguno de los Relish replicar o contradecir a su padre más allá de las caras largas que le dirige su familia cuando no les observa, especialmente Darcel e Ilta.
Me pregunto si Cassiel hubiera estado este verano en su casa y no en su apartamento, si se hubiera comportado de la misma manera que sus hermanos, o, por el contrario, de otra forma. Aunque siendo sincera, ya conozco la respuesta. Cassiel prefiere que lo humillen antes de obedecer a la escoria que tiene delante y a la que en estos momentos no le quita el ojo de encima.
—Viniste—habla Laylah con un toque de sorpresa en su voz.
Su mellizo le mira fijamente, sin ningún tipo de expresión. No se me pasa por alto el dolor que cruza en los ojos de Laylah.
—Sabía que vendrías—ahora dice su madre, regalándole una sonrisa que hasta mí me sorprende.
Puede que sea la primera vez que la veo sonreír.
Todos los presentes miramos a Cassiel de diferente manera. Darcel con gesto cansado y diría de hasta aburrimiento, Laylah y su madre con esperanza, su padre con arrogancia y yo... Sinceramente no sé cómo explicarlo, pero la única de los presentes que se atreve a dar un paso es Gaara, quien se desata de las manos de su madre y corre hasta la esquina donde se encuentra Cassiel.
Al principio Cassiel no reacciona hasta que después se agacha y le coloca la palma de su mano en la cabeza en un gesto cariñoso. Su hermana pequeña ríe antes de darle un pequeño abrazo.
—Conmovedor—masculla Darcel rodando los ojos girándose hacia Ciaran, que mira el abrazo de Cassiel y Gaara con dureza—. ¿Puedes decirnos ya el porqué de esta reunión?
—¿No lo sabes?—pregunta Laylah, curiosa—. Nos ha mandado a todos un mensaje explicándolo.
No se me pasa por alto el cruce de miradas que tienen Darcel y Cassiel.
—No, no me ha llegado nada.
—A mí tampoco—confieso acaparando la atención de todos, incluido el de Cassiel. Podría notar su mirada en mí independientemente de donde esté. Es imposible no notarlo.
Quiero mirarle, saber si está bien, preguntarle el porqué de su distanciamiento y aunque intuyo la razón quiero escucharlo. Que lo diga en voz alta, porque la última vez que lo vi fue cuando su padre le pegó y reveló que soy una Relish. No ha habido más interacciones entre nosotros desde aquel día. Ni siquiera un mensaje.
Estoy a punto de ceder y mirarle, pero mis ojos están anclados en el señor Relish, que observa toda la escena sin parar de girar el vino en su copa.
—Es normal que a ti no te haya llegado nada—gesticula la señora Relish sin esconder su desagrado hacia mí—. Lo que no entiendo es porque a Darcel no.
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La Promesa Consumida-2 ✔
RomansaLa verdad ha salido a la luz y todo parece indicar que nada volverá a ser lo mismo entre Keira y Cassiel. Nueva vida, nueva familia y nuevos retos se precipitan sobre Keira, y su relación con Cassiel nunca había estado más en peligro. Un nuevo bach...