Capítulo 9. Chica nueva.

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Ya en la tarde, Sara lo tenía todo preparado para cuando llegaran sus invitados. La peli estaba en pausa, los cojines no se encontraban en el sillón porque sabía que los apartarían y en la mesa se podía ver un bol de palomitas junto con distintas chocolatinas y pequeñas bolsas de chucherías.

Sonó el timbre, se dirigió a la puerta para abrirles, recibiéndoles con una gran sonrisa.

—Buenas tardes, chipirones —su tono de voz era alegre—. Pasad, nos espera la merienda.

Atenea pensó que la morena debía estar cómoda con aquel chándal azul que llevaba puesto mientras que a Jonathan le hizo bastante gracia verla así, entre el color y su pequeño tamaño, parecía un pitufo.

— ¡Hola, Pitufina! —soltó el rubio, divertido.

Sara le miró con gesto serio, como si quisiera matarle. El chico tragó saliva, quizás no debería haber dicho eso, no obstante, después vio que rompió a reír a carcajadas.

Se sentaron en el sillón y la película comenzó. Disfrutaban de las aventuras de Aladdín sin parar de comer todo lo que encontraban.

Jonathan se puso en pie y, mirando a Atenea, comenzó a cantar a la vez que lo hacía el protagonista:

"Yo te quiero enseñar

un fantástico mundo

Ven princesa y deja a tu corazón soñar.

Yo te puedo mostrar cosas maravillosas

Ven princesa y déjate llevar

a un mundo ideal".

Ella le imitó y decidió seguir la canción:

"Un mundo ideal,

un mundo en el que tú y yo

Podamos decidir, como vivir

sin nadie que lo impida.

Un mundo ideal,

que nunca pude imaginar,

Donde ya comprendí, que junto a ti

El mundo es un lugar para soñar".

Mientras que ambos seguían su actuación, Sara se divertía a la vez que les grababa. Quizás no hubiese nada entre ellos, pero a la morena le encantaba verles así y apostaba porque en un futuro acabarían enamorados y juntos.

Un mundo ideal —decía él.

Un mundo ideal —completaba ella.

Que compartir.

Que compartir —seguían con la canción, diciendo una frase cada uno.

Que alcanzar.

—Que contemplar —el rubio la agarró de las manos y apoyó su frente en la de ella.

Tú junto a mí —finalizaron con una gran sonrisa.

La morena se puso en pie y comenzó a aplaudir.

— ¡QUE SE BESEEENNN, QUE SE BESEEENNN! —comenzó a gritar.

Atenea bajó la cabeza, sonrojada, no obstante, Jonathan cogió su barbilla para elevarla y depositar un corto beso en sus labios, sin embargo, ella se apartó para evitarlo. En el rostro del chico se apreciaba decepción, de todas formas, era algo que habían hablado en su momento y debía cumplirlo, aunque a veces le resultara complicado.

Hasta que la muerte nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora