Atenea se encontraba en la universidad, sentada en su sitio, sin dejar de mirar la hora mientras la voz de Juan retumbaba por toda la estancia. Habían pasado dos horas desde el comienzo de las clases y Sara aún no había llegado.
—Por eso, es muy importante que... —la explicación del profesor se vio interrumpida por unos golpes en la puerta. Cuando este dio permiso a quien fuera para entrar, la morena hizo su aparición con unas gafas de sol, sin expresión alguna en el rostro—. Curiel, llegas tarde —la cara de Juan mostraba enfado.
La chica hizo caso omiso y se dirigió a su sitio sin apenas hacer ruido, como si de un fantasma levitando se tratara.
—Vaya horas, ¿estás bien? —dijo Atenea en voz baja.
—No, me he dado una hostia en las escaleras porque no veo una mierda con las gafas —sacó un libro junto con el estuche de la mochila, los dejó encima de la mesa.
—Pues quítatelas, está nublado —añadió señalando a la ventana.
—Tengo resaca —comenzó a decir mientras las guardaba en la mochila—. Anoche salí a tomar algo con mi prima y me desmadré. Mucho, demasiado, diría yo.
La voz de Juan se clavaba en su cabeza como si la estuviesen golpeando con un martillo. Se masajeó las sienes antes de seguir hablando.
—Especifica un poco, no me dejes así —insistió su compañera.
—Pues estaba borracha, conocí a una chica y un chico que también lo estaban —hizo una breve pausa antes de continuar—. Comenzamos a hablar, a reírnos, todo de buen rollo y cuando fui al baño a mear, porque iba a reventar, Lucía, que así se llamaba, me besó —se dio cuenta de que su amiga abrió los ojos como platos—. El caso es que no le di mucha importancia. Después, fuimos los cuatro a la casa de ellos, que tienen una relación abierta y, mientras mi prima estaba durmiendo la mona en el sillón, me fui a una habitación a morirme pero seguí viva e hice un trío con ella y su novio.
—Hostias —la pelirroja elevó el tono de voz provocando que Juan le lanzara una mirada furiosa y le mandara callar—. Es buenísimo, ¿y qué tal fue?
—Bastante bien, creo. No me acuerdo demasiado —se encogió de hombros—. Pero vaya, que era la primera vez que me liaba con una tía y no me desagradó, aunque también es verdad que no estábamos muy conscientes —quedó pensativa.
—Pues me parece genial, que te quiten lo follao —soltó una carcajada.
Decidieron dejar de hablar durante un rato y fingir que prestaban atención para que no las echaran de clase como era costumbre.
Los minutos pasaban y los alumnos se dedicaban a mirar el móvil mientras que los más responsables tomaban apuntes que luego dejarían al resto. En cambio, un par de chicos que estaban al fondo de la clase, se entretenían metiéndose mano disimuladamente (al menos intentando que Juan no les descubriera) y poniéndose cachondos mutuamente para después desfogar en los baños a la hora del descanso, como solían hacer a menudo.
— ¿Y tú qué? —preguntó Sara.
—Lo he estado pensando durante el tiempo que me has dejado abandonada y creo que voy a buscar un trabajo —añadió mientras mordisqueaba la tapa del boli—. Necesito dinero y lo que gano dando clases no es suficiente. Tendré que hablar con Bea para seguir yendo a su casa cuando tenga libre, si es que quiere.
—Pues mucho ánimo porque está la cosa complicada —dio una palmada en su hombro—. Te avisaré si me entero de algo.
Cuando las clases finalizaron, Alberto se dirigió al bar para comenzar su jornada laboral.
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Hasta que la muerte nos una
Romance¿Qué pasaría si la muerte de la persona que más quieres te une a la persona que más odias?