Crecer Duele

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25 de junio del 2015

Estoy mejor.
Durante estos días Gabriel ha venido a visitarme y se ha estado quedando conmigo.
¡Por fin mi papá accedió y pude tener una pijamada con Gabriel después de años de conocerlo!

Pese a necesitar a mis amigos conmigo ahora, decidí dejar a Paula fuera de esto. Me parece que realmente no sabe nada del idiota de su hermano, ni siquiera debe saber lo que ocurrió entre él y Dayanne.

Por otro lado mis padres saben que algo me ocurre pero me están dando tiempo y espacio para asimilarlo y contarlo cuando me sienta lista. Aunque sinceramente, mamá y abuela Julia ya lo sospechan y solo esperan la confirmación.

Estoy triste.
Me siento como una idiota.
Diría que no sabía lo que hacía, pero sería una salida fácil. ¡Claro que sabía lo que hacía! Es solo que al momento de tomar decisiones y pensar en Fernando todo cobraba sentido, todo se sentía correcto, probablemente me había enamorado y Fernando me había afectado más de lo que pensaba.

Haberme enamorado solo nubló mi razón y me hizo ser inconsciente con la gente que realmente me amaba.

Y ahora lo admito, fui muy ingenua, fui demasiado inocente pero tal y como dijo tía Cami, aprendí del error, de la caída ¡y vaya que dolió!

Mamá entró a mi cuarto en uno de mis momentos de debilidad, estaba llorando a mares, no podía creer que Fernando fuera un tipo tan basura y que me hubiera dolido tanto ese pequeño amor tan nefasto. Que además, para Fernando no debía significar nada.

Mamá dijo que entendía por lo que pasaba, que necesitaba tiempo pero que lo olvidaría tarde o temprano sellando su consejo con la premisa de "otros amores llegarán"

Pero yo solo quería a Fernando.
Al menos, solo quería al Fernando tierno y protector del que me enamoré.
Era duro pensar que esa persona realmente nunca existió.
Que estaba llorando por un fantasma y que había desequilibrado mi vida por eso... un fantasma, un ser inexistente.

-Mamá -murmuré entre sollozos- Lo siento mucho, no se que me pasó. No quería mentirles ni causar problemas.

-mi amor -me abrazó quizás compadeciéndose de mí- No te preocupes, ya pasó mi niña -dijo mientras secaba mis lagrimas- Solo me duele que no hayas tenido la confianza suficiente para contarme lo que pasaba desde antes. ¿Tan mala mamá soy?

-¡No, no mamá! ¡¿Cómo dices eso?! ¡No! -negué frenéticamente con la cabeza- Es que no era fácil mamá, además papá tenía razón, temía que papá reaccionara mal si les contaba todo lo que estaba ocurriendo. Y por otro lado, no quería dejar de vivir lo que estaba viviendo con Fernando.

En ese momento, algo de mi cabeza hizo "click".

Mamá había escrito algo similar en su diario. Y ahora lo entendía perfectamente, ahora sabía que entre ella y yo no habían diferencias.
Ella cayó en el mismo error, se enamoró y se aferró a papá. Aunque seguía sin entender, como fue que lo perdonó después.

Yo personalmente, no creo que pudiera perdonar algo así jamás.

-Mamá, nunca te pregunté. ¿Por qué perdonaste a papá?

-Bueno, porque entendí que cometió un error, por inmaduro y loco -rio como ganzo- pero, detrás de ese error estaba él. El hombre que tu conoces. Tierno, cálido, gracioso que con ese carácter  dominante no hace más que disfrazar su vulnerabilidad.

- ¡¿Cómo es que solo tú viste eso?! -pregunté riendo.

Siempre amé como mamá hablaba de papá. Como lo cuidaba y lo protegía, como si de su más grande tesoro se tratara.

- Pues la verdad creo que acepté sus defectos primero, algo me decía que tu padre no podía ser solo "la hiena" que decían por ahí -rio entrecerrando sus ojos pardos- y descubrí a una persona maravillosa debajo del disfraz.

Lo que decía mamá me caló hondo. De pronto papá, no me parecía otro tipo basura, me parecía más humano.
Y si mamá pudo perdonar el dolor que le causó su error, y estaba tan segura de la persona que era, no tenía sentido que yo siguiera insistiendo.

Aún no podía ver a papá como antes, porque su imagen me parecía... extraña, por decir lo menos, es decir, pasó de ser mi heroe a ser "otro Fernando" y cuando mamá volvió a posicionarlo como "el hombre que conocemos" todo volvió un poco a la normalidad, no como antes pero al menos yo ya había bajado las armas.

Mamá se acostó a mi lado y vimos tv juntas unos minutos, me acarició hasta que gradualmente me fui quedando dormida.

Cuando desperté, no solo estaba mamá en mi cama, papá también se acostó al costado que se encontraba vacío y nos abrazó.

Me sentí tan protegida...
Tan amada...

Y agradecí al cielo que fueran mi soporte.

Por primera vez en varios meses, sentí mi corazón lleno otra vez.

No necesitaba nada más que sentirlos cerca en este momento.






°•°•° Este capítulo va dedicado a mis viejos, donde sea que estén, mi corazón está con ustedes °•°•°

El diario de Camila Mendoza PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora